05. Enamorarse

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Enzo se dirigió hacia el único lugar donde nadie lo molestaría; la cocina. Luego del pequeño intercambio de palabras con el mayor se mantuvo observando un punto fijo rememorando cada palabra de la conversación anterior. Desde que Leo se fue tras Julián no ha podido dejar de pensar en otra cosa que no sea él huyendo de algo. Su intuición le decía que huía de él, aunque no podía explicarlo. Le daba una bronca terrible no poder ir a consolar al cordobés. No entendía porque su capitán lo había mirado de aquella manera, cómo si lo acusara de algo. No recordaba haber hecho algo que pudiese incomodar a Julian, ni siquiera había tenido oportunidad de molestarlo por ser tan tímido estos días. Aunque dadas las circunstancias , ese hecho lo veía poco probable. Resopló por milésima vez en lo que va del día y enterró su cabeza entre sus piernas, sin embargo no duró mucho tiempo en esa posición ya que sintió como una presencia se acomodaba a su lado. Frunció el ceño ante la cercanía ; todos sus compañeros ya se habían ido directo a las duchas. Levantó la vista y se encontró con la persona que menos quería ver en ese momento. Leandro. El menor chasqueó la lengua claramente disgustado y se levantó de su lugar dispuesto a irse de ahí, pero una mano firme detuvo su acción. Leandro lo había agarrado del brazo dándole una mirada intensa. Enzo se quitó de su agarre y se giró a verlo esperando una explicación de lo que acababa de pasar. Levantó las cejas en señal de pregunta, pero el contrario seguía sin decir nada.

-Qué querés- soltó enojado, la situación lo estaba sobrepasando- . Leandro se sorprendió por el tono que usó el menor con él, así que contestó lo más calmado que pudo.

- Hablar de Julián- dijo sin más- no soportaba ver la situación desde lejos y no poder hacer nada al respecto. Julián la estaba pasando muy mal estos días separados del menor.

Enzo sintió como una punzada fue directo hacia su corazón. Escuchar el nombre de Julián saliendo de la boca del argentino le dio mala espina. Temía pensar en qué podría ser eso que Leandro quisiera hablar con él sobre el lindo chico de ojos claros. Solo rezaba internamente porque no le diga que había empezado a desarrollar sentimientos por el cordobés porque no podría soportarlo. Entendería que esa fuera la razón por la que Julian no lo ha buscado luego de días. Sabe que la última vez que se vieron las cosas no terminaron bien del todo, también sabe que no se comportó de la mejor forma con él, pero su incomodidad no iba directa hacia Julián, más bien era hacia él mismo por no poder ordenar sus pensamientos y ser sincero con Julián. Enzo sintió como la respiración se le detuvo por un segundo, no podía hablar, quería huir lo más rápido de ahí. Miro hacia todos lados buscando una salida, pero la ansiedad no lo dejaba pensar con claridad. Leandro notó que Enzo actuaba extraño así que relajó sus facciones y le tendió una mano en el hombro en señal de apoyo. Enzo pareció volver en sí y miró al de ojos claros como un niño asustado. Tal vez así sentía, le asustaba perder a Julián, que éste se enamorase de alguien más y piense que ya no lo necesita para salvarlo. Porque Enzo pelearía contra todos para asegurar el bienestar de Julián. Tomó una respiración profunda y se fue sentando nuevamente en el suelo. Leandro imitó su acción y jugó un par de veces con el hilo de su camisera en señal de nerviosismo. No sabía si lo que estaba a punto de decir era lo correcto, tal vez Julián no vuelva a dirigirle la palabra, pero no soportaba ver a esos dos nenes lejos del otro. Ya lo había vivido con otro de sus compañeros. Era una situación desesperante, ojalá no se haya equivocado.

Luego de su intensa conversación Julián decidió descansar, por lo que Leo se retiró de la habitación no sin antes decirle que todo estaría bien. Lo arropó como lo hacía con sus nenes en casa y Julián se sintió más que feliz por eso. Recostado en su cama, sentía que la vista le pesaba por todas las lágrimas que derramó tiempo atrás. El peso que cargaba en sus hombros se aligeró, mas no se fue del todo. Era consciente de que no podría seguir como si nada cada vez que Enzo se mande alguna cagada. No era su culpa igual, tenía que hacer algo con sus sentimientos. Tal vez esto tenía que pasar, quizá era una señal del universo para que cada uno forme su camino lejos del otro por un tiempo y Julián así pueda mermar las emociones que le causaba el morocho. Dio un par de vueltas más en su cama y frustrado se sentó nuevamente perdiéndose en la oscuridad de su habitación. Se sintió sofocado y decidió quitarse la casaca que traía encima. Antes de arrojarla lejos de él, notó que era la de Enzo. Soltó una media sonrisa cargada de melancolía y decidió que si se iba a olvidar del menor debería empezar por devolverle la campera. Aprovechará también para ir por un vaso de agua a la cocina, la deshidratación se apoderó de él luego de desahogarse gran parte de la tarde. Con lentitud se fue desprendiendo de la prenda y la observó detenidamente, recuerda perfectamente cómo se sintió la tela la primera vez que se la probó. Pasó noches enteras deseando que fuera Enzo quien se acurrucaba contra él, cuando ambos se encontraban en sus respectivos equipos. Aquellos recuerdos se sentían tan lejanos, no creyó que el momento de dejar atrás al morocho llegaría. Le gustaba imaginar que tenía una mínima posibilidad de vivir un amor correspondido. A veces podía jurar que veía una chispa de amor en los ojos del contrario, o tal vez era solo su mente la que se aferraba a esa idea. Como sea, debía ponerse primero él, no podía dejar que alguien más quebrará su corazón, ese que tanto cuidaba, ni siquiera Enzo, la persona que más quería en el mundo. Cogió la campera y decidió salir así no más, no quería sacar las pantuflas de la mochila y hacer mucho ruido. Ya era tarde, probablemente no quede nada de la cena y no quiere molestar a los demás con tanto movimiento. Caminó por el pasillo mientras sus ojos se acostumbraban a la repentina iluminación, tal vez quede por ahí alguien rondando por el plantel, debía apurarse si no quería dar explicaciones sobre el aspecto demacrado que probablemente tenga ahora mismo. A la par de su pequeña caminata, se dio cuenta, que más cerca le queda la cocina que la habitación de Paulo y Enzo, sintió una punzada al recordar ese pequeño detalle, pero decidió ignorarlo. Era lo mejor para su estabilidad emocional, luego todo volvería a ser como antes y tal vez esto quede solo como un amargo recuerdo. Se fue acercando más hacia la cocina hasta que se detuvo por un segundo al oír esa voz proviniendo desde ahí. Julián no quería oír nuevamente una conversación que no le incumbía, ya tuvo suficiente de eso, pero no se esperó lo que alcanzó a oír.

Compañeros de cuarto/ EnzulianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora