Una noche en las Hurdes

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Antes de nada decir que esto no es algo inventado, es algo que nos pasó a un grupo de amigos y a mi en una zona de las Hurdes, así que no esperéis cosas fantásticas o muy espectaculares. Pero si te puedo decir que lo que relato aquí es muy real. No busco ni convencer ni nada, es algo que me carcome por dentro y solo quiero sacarlo fuera, porque internet es anonimo y nadie sabrá nunca quien soy excepto aquellos que vivieron conmigo esto. Espero que si hay alguien que sepa que podría haber sido esto que nos lo diga por favor.



Nos gusta ir de ruta, sobretodo las rutas por la naturaleza y la alta montaña, que es un deporte muy bueno para el que no tienes que estar muy preparado y es la excusa perfecta para estar entre la naturaleza, conocer lugares nuevos y pasar el rato con los colegas. Todo esto comenzó así...


Solíamos salir alrededor de las cinco y media para por un lado llegar al sitio con las primeras luces, andar bastante y que nos de tiempo a regresar cuando anochezca. Y por otro lado para en el caso de acampar que nos de tiempo de atacar mucho terreno y a la vez disponer de tiempo suficiente para montar la tienda y cenar bien. Siempre lo hacemos igual: El coche lo pone uno de nosotros, un viejo ford fiesta del 91 y aunque todos sabemos conducir, quiere demasiado a su coche como para dejárnoslo conducir a ninguno de nosotros, eso si la gasolina corre a medias entre todos, igual que con la comida.


Sobre las 10 llegamos a un pueblo llamado Rubiaco, esta clase de pueblos pequeños y pintorescos que ya no se encuentran y que con la crisis parece que han recuperado en parte gracias a las familias jóvenes que se habían ido a la ciudad y perdido su empleo. Nos dimos una vuelta por el pueblo y nos paramos en una tienda local. Tenían unos chorizos ibéricos de la zona que tenían una pinta muy buena así que compramos unos pocos para hacernos de cena. Mas tarde empezamos a dar vueltas por los alrededores hasta que un amable señor nos indicó una zona por la que hacer una ruta


Así que regresamos al coche, cogimos nuestras mochilas y nos echamos a andar por esa tierra tan bella. Nos comimos unos bocatas cuanto nos entró hambre y seguimos andando primero por campos labrados luego por zonas boscosas y montañosas y al final decidimos quedarnos a acampar en la zona así que no nos preocupamos por el tiempo para regresar


Como se estaba haciendo de noche decidimos acampar entre esos árboles, no sería la primera vez, así que montamos nuestra quechua de estas del decathlon. Nos encendimos una lumbre para no pasar frío y calentarnos un poco y empezamos a hablar. Cuando el fuego ya había echado sus brasas nos hicimos las salchichas estas de cerdo y joder que buenas estaban. Al final ya os podéis imaginar, hartos de comer y cansados como nosotros solos, nos decidimos dormir para irnos al siguiente día, empezaba a hacer frío y cuando empiezas a respirar y exhalar vaho es mejor estar a cubierto. Apagamos el fuego recogimos las basuras (esto es importante nunca dejéis basura ninguna en el monte que hay que respetarlo) y nos preparamos los sacos de dormir. Lo bueno de las quechuas estas es que no son muy caras y las jodías son calientes. Lo malo es que no solo te aislan del frío sino del aire fresco y eso hace que el olor de pies sea de todo menos agradable, pero bueno al final te acostumbras y lo quieras o no el cansancio te puede y te acabas durmiendo. 


Aquí señores es cuando empezó lo malo, veréis, me desperté como a las dos y media de la mañana, hacia mucho que nos habíamos intentado dormir y me desperté porque oía pasos fuera, eso no es extraño, total a quien no le han entrado ganas de mear y ha tenido que irse a los árboles. Lo malo es que estabamos todos dentro de la tienda. Y me pregunté si sería alguien de la zona o algún guardabosques porque eran pasos pesados y seguros que no podían ser de un animal, malo seria que nos pusieran una multa por encender el fuego o por algo que hubiéramos liado sin querer, pero estábamos en invierno así que lo del fuego no tenía por que ser problema. Así que medio asustado, medio jodido por tenerme que levantar me acerqué a la cremallera y la empecé a bajar, todo esto entre las amenazas de mis colegas por no dejarles dormir. 

Jamas Volveras A Dormir Con Tan Solo LeermeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora