Cómo se cura una herida

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La alarma sonó con puntualidad a las 6:00 am una mañana de martes en la casa de Aurora Duarte, despertándola de un sueño reparador en su casa de Santo Domingo de Heredia, cuando hubo agradecido por su vida se levantó y fue a ducharse, después desayunó, se preparó un café con tostadas, tocino y huevos, los cuales le quedaron deliciosos, sin duda heredó la cocina de su madre, una de las mejores cocineras que conocía, mientras comía, pensaba en el día que le esperaba: llegar a la constructora, preguntarle a Sara si había pendientes y continuar con el trabajo del día anterior y por supuesto, convivir con César, su novio; sin embargo, la llamada de Constanza, su mejor amiga en ese momento, cambiaría sus planes.

—Conny, amiga ¿Cómo estás? ¿Todo bien?–contestó con alegría mientras tomaba café

—Aurora ven a mi casa, por favor, te necesito –suplicó desesperada Constanza

—Conny –preguntó Aurora angustia en la voz de su amiga- ¿estás bien?

—No, no estoy bien, estoy destrozada, es más, me quiero morir –contestó llorando

—Conny no digas eso, quédate en donde estás, en este momento voy para allá

Esta llamada le robó a Aurora toda su tranquilidad pues nunca había escuchado a Constanza tan abatida, siempre mantenía una actitud entusiasta incluso en las peores circunstancias, por esa razón cogió su bolso y partió a casa de Constanza lo más rápido que pudo con el temor de que cometiera una locura.

La casa de Constanza se ubicaba en la siguiente calle a la izquierda entonces Aurora caminó, cuando llegó, captó la primera señal de alerta: el silencio, Conny siempre tenía música sonando en la laptop, se escuchaba metros antes de llegar a la puerta, en ocasiones había tenido problemas con los vecinos causa del ruido y quizás estuvieran festejando que estuviera callada, pero Aurora no y aún más alarmada tocó la puerta, pensando en llamar a la policía municipal si su amiga no abría, minutos después Constanza abrió y ahí tuvo la segunda señal: su apariencia.

Tenía un aspecto que Aurora nunca le había visto, despeinada, sin maquillaje, ojeras, ojos hinchados que daban indicios de haber llorado durante horas, pijamas y un semblante de tristeza, en cuanto vio a Aurora no dijo nada y la abrazó con fuerza volviendo a llorar.

—Tranquila Conny, ya estoy aquí amiga, ahora dime qué sucedió, te ves muy mal –dijo guiándola hasta uno de los sillones de la sala

—Ay Aurora, he sido víctima de una traición muy baja –bajó la cabeza

—¿Qué sucedió? Cuéntame por favor –preguntó mientras se sentaban

—Ayer estaba con Jacob, mi novio, en su casa viendo nuestra película favorita, por la mitad, él se levantó para traer más palomitas, entonces entró un mensaje en su celular, era un número desconocido, aunque me pareció familiar, lo abrí con la intención de decirle después y lo que leí...-dijo comenzando a llorar de nuevo

—¿Qué decía el mensaje? –pregunto Aurora un poco temerosa de la respuesta

—Decía: "Amor, quiero verte, te espero en el bar de siempre. Te amo. Si estás con Constanza no importa, ya sabrás quitártela de encima, lo has hecho bien estos tres años" Sentí confusión, subí la pantalla y vi más mensajes suyos, eran muy cariñosos como si ella fuera su novia, cuando volvió lo confronté, le exigí que me dijera de quién eran los mensajes, como lo presioné me gritó: Silvia

—¿Silvia? ¿Quién es Silvia?

—Silvia Valdez, mi amiga de infancia Aurora, me dijo que desde hace tres años estaban juntos y que planeaba cómo terminaría conmigo, pero fue mejor que lo descubriera porque así se solucionaba el problema

Entre Amor y CompromisoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora