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Fiesta. Joda. Boliche. Alcohol.

Era una constante en la vida de Agustín Giay.

No había fin de semana donde no saliera a divertirse con sus amigos.

Algunos se preguntarán que le veía de entretenido al salir cada dos por tres. Y a veces ni él tenía la respuesta. Solo disfrutaba del hecho de pasar tiempo con sus amigos.

Aunque también, gracias a su físico y su gran sonrisa, la mayoría de las noches volvía a casa acompañado por alguien.

Y aunque la mayoría de las veces, él era honesto con sus parejas, una gran fama de “gato” lo acompañaba a donde sea que iba.

Él en sí no se consideraba “gato”, al menos no con un mal concepto, sino que consideraba que era un chico amable, responsable, simpático.

Pero no negaba que le costaba formar vínculos amorosos, principalmente por dos motivos, el primero, la mayoría de la gente tenía un mal preconcepto de él y el segundo, le costaba expresar un poquito bastante sus emociones, al menos, verbalmente.

Pero bueno, ahora lo importante era preparar un buen fernet, para arrancar bien la previa.

Estaba reunido con sus amigos del colegio en la casa de su mejor amigo, Alejo. Cada uno tenía un rol en el grupo, el día de hoy el suyo era preparar la bebida. A Maxi, le había tocado de conductor designado, Gino y Ale preparaban unas pizzas, mientras Nacho y Fede jugaban al metegol.

—Che Agustín fuiste hasta un glaciar a buscar hielo o por qué tardas tanto con el fernet — grito Federico desde el quincho.

—Ya va, no apures que si no te lo paso con toda la espuma — respondió, terminando de ponerle la cola al vaso, acercándose primero a Alejo.

—¿Podés creer que hoy también van los de 5to? — le comenta Gino.

—Y si el novio de este se conoce a medio colegio — señala a Alejo, quien solo se ríe.

— quería festejar a gran escala — comenta únicamente Alejo.

Sí, la joda de hoy era organizada por Matías, el novio de Alejo. El pelinegro estaba festejando su cumpleaños y claramente quería tirar la casa por la ventana.

Aunque supuestamente en un principio solo iba a ser algo de los de 5to año, Alejo lo había convencido de ir con sus amigos.

—¡Bueno! Vengan que ya están las pizzas y tengo 15 mensajes de Matías amenazándome para que llegue para ayer.

Mientras se acercaban el grupo de amigos pegó una carcajada, claramente conocían lo pollera que era su amigo.

—Dale, dale muchachos que lo único que falta es que Soule no nos deje entrar — dijo Agustín mientras agarraba una porción de pizza y todos lo seguían.

—Dale, dale muchachos que lo único que falta es que Soule no nos deje entrar — dijo Agustín mientras agarraba una porción de pizza y todos lo seguían

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