Australia.
Naomi.
Es ese sueño otra vez.
Estoy sentada con la cabeza recostada en una mesa, parece que estoy en un bar. Todo se ve difuso y veo una figura al lado mío, parece que me habla, pero no logro saber que dice, sólo murmullos.
Luego veo una sombra acercarse y siento el toque de una caricia suave en mi cabeza. No logro saber quien es antes de que la sensación de contacto desaparezca, y con ella, la figura que susurra algo más antes de levantarse.
Espera ¿Por qué se está levantando?, ¿A dónde va?.
Siento que alguien me trata de agarrar por detrás, y luego...
—¿Hola? Disculpe, ¿se encuentra bien?.
...Y luego solo despierto.
Escucho la voz del camarero que me mira preocupado, sacándome de mis pensamientos.
Un chico joven que está a mi lado con una sonrisa amable en el rostro.
—Mis disculpas por molestarla pero me preguntaba si necesitaba algo más.
—No te preocupes, estoy bien. —respondo mientras veo mi reloj y ya casi se acaba el tiempo de almuerzo, así que le pido la cuenta y le dedico una sonrisa forzada antes de salir del local.
Camino por la vereda de la ciudad donde llevo viviendo los últimos dos años. Me paseo un rato retrasando un poco el tiempo para ver cómo la gente camina de un lado a otro disfrutando de su vida. Personas que van camino al trabajo como yo o turistas que van de camino tomando fotos en las alegres calles de Sydney, respirando el aire puro de la primavera tranquilamente.
Está haciendo un sol agradable, pero tengo que volver a la oficina si quiero terminar hoy todo el trabajo que me asignaron.
Mi día se resume en hacer presentaciones, arreglar detalles de próximos proyectos y revisar los reportes que me mandan.
Tarde en la noche salgo de trabajar, no tan tarde como suelo hacer siempre ya que había recibido un mensaje de Michael diciendo que, como es viernes, pasara por su departamento en vez de estar encerrada en esa "cárcel", como le llama él a mi oficina.
Voy a mi auto y conduzco hasta llegar al edificio gigante donde vive mi mejor amigo.
Michael es una de las mejores personas que he conocido, a pesar de que decían que había nacido en cuna de oro y que siempre tuvo todo en bandeja de plata. Vino a Australia donde estaba la sucursal principal de su padre, del que ahora él se encarga siendo uno de los empresarios más famosos a nivel mundial por lograr potenciar el alcance económico de sus negocios a tan corta edad.
Nos conocimos hace bastante tiempo, pero habíamos perdido contacto al vivir tan lejos, ya que yo me quedé en Chicago. Sin muchas ganas de irme de allí, y menos tan lejos.
Por eso digo que la vida siempre da muchas vueltas.
Entro al edificio y el vigilante me sonríe, como siempre, mostrando sus arrugas por la edad avanzada en que se encuentra, le devuelvo la sonrisa y subo al último piso para llegar al departamento.
Toco el timbre y lo primero que me recibe es una botella de champán en mi cara, que él acerca en cuánto abre la puerta, logrando sacarme una sonrisa.
—Así te quiero ver, con las ganas puestas para una noche de borrachera hasta vomitar— dice emocionado, dándome espacio para que pase a su gran sala.
Siempre me sorprende lo grande que es, desde el primer día que llegué aquí siendo un desastre.
Michael me mira con esa gran sonrisa suya que tanto lo caracteriza y que hoy se ve aún más grande envolviéndome en un abrazo cariñoso.
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Recuérdame
RomanceNaomi Isabel Monroe tenía la vida perfecta, simple pero envidiable. Buen trabajo, buen auto, vivía con su atractivo prometido y tenía amigos a los que apreciaba. Pero de un segundo a otro, su vida fue en picada. Tan rápido como un rayo. Tan impredec...