𝐿𝐸𝐺𝐴𝐶𝑌 ೃೀ 𝑫𝒂𝒆𝒎𝒐𝒏 𝑻𝒂𝒓𝒈𝒂𝒓𝒚𝒆𝒏

(21) a diferent night

CAPÍTULO VEINTIUNO

" una noche diferente "

La noche abrazó las calles de King's Lading mucho antes de lo esperado, o al menos eso creía, en sus arranques de nervios, la princesa dragón. No pudo evitar sentirse como una idiota al encontrarse a sí misma vagando con sigilo por los oscuros pasillos de la fortaleza, con su ropa de dormir, hasta el lugar donde Daemon la había citado, aún cuando se había propuesto firmemente evitar responder a su llamado.

Una vez que ambos cruzaron miradas, el príncipe canalla abrió el pasadizo que los llevaría a donde querían ir, tomó la mano temblorosa de la mujer de cabellos plateados, le colocó una capa negra para cubrir su identidad, y para no llamar la atención, y la guió por toda la ciudad.

La mujer no se vio disgustada con la situación, el ambiente le vino bien, sobre todo para respirar un aire menos espeso o sofocante como el que estaba sobrellevando en la corte, volvía a sentir paz por una noche sin temer lo peor.

—Nunca había visto este lado poco moral de los ciudadanos de King's Lading —murmuró observando con asombro todo a su alrededor, las calles estaban repletas. Daemon apretó suavemente el agarre de sus manos unidas y sonrió—. No puedo decir que me agrada del todo, pero es entretenido.

—Me alegra oír eso —le dice el príncipe canalla soltando un pequeño suspiro—. Mi propósito era sacarte de ese ambiente tan tenso y depresivo que abunda en la fortaleza para verte feliz, no necesitas más crisis, con la ausencia de tu madre es suficiente.

Naerys baja la cabeza acariciando la mano de Daemon con la fina yema de sus dedos.

—Tienes razón, aún así Aemma era igual de importante para mí —murmura con un nudo en la garganta, sintiendo el dolor palpitar con fuerza junto a su corazón—. No espero que lo entiendas.

—Pero lo hago —corresponde con una sonrisa, acariciando su mano antes de llevarla a sus labios para depositar un pequeño beso en el dorso de estas—. Nada me importa más que tu comodidad.

La princesa dragón sonríe antes de desviar la mirada, sintiendo sus mejillas arder, tratando de centrar su atención nuevamente en los aglomerados estrechos pasillos por los que caminaban.

El sonido de las obras de teatro, los aplausos, viroteos, en un mezcla con los obscenos sonidos que emitían las personas que compartían intimidad en los oscuros rincones, llegaban a oídos de ambos príncipes dejándolos un poco aturdidos.

—Todo es un alboroto —habló en voz alta Naerys, intentando ser escuchada por el príncipe canalla bajo el exasperante ruido de los tambores—. No me sorprende que puedas soportar este ambiente, es igual de catastrófico que tú.

Daemon se carcajeó.

—¿No quieren conocer su futuro, caballeros? —cuestionó, lo que a simple vista parecía ser una vidente, capturando instantáneamente su atención.