Viviendo peligrosamente -COMPLETO-

Capítulo 26: Victoria indirecta

Lo leyó de nuevo. Y luego otra vez. Y luego terminó en un rápido roce, solo para comprobar que obtuvo todos los puntos principales. Recibir una carta anónima a través de la publicación el día de Navidad definitivamente no era algo que él esperaba, y mucho menos personal.

Sus palabras hablaban mucho con él. La vida de Harry había sufrido un cambio tan drástico y repentino desde que comenzó a verla. Inicialmente, no todo había sido para mejor, había estado plagado de ansiedad y pánico, que luego se disolvió en una morbosa curiosidad, y finalmente un enamoramiento. Todos los términos muy desarrollados, y las palabras que generalmente no se encontrarían usando. Daphne estaba mejorando su vida solo por estar en ella, y estaría mintiendo si dijera que no había imaginado una realidad en la que ella y él pudieran estar juntos durante las vacaciones.

Dobló el pergamino y lo deslizó entre dos páginas de su libro de texto de Herbología, que luego se guardó cuidadosamente en el sorteo del medio de su escritorio prestado.

Tan esclarecedor y saludable como era, realmente no era una carta que estaba ansioso por compartir con nadie. Especialmente considerando que Sirius estaba repartiendo el puesto esta mañana; de alguna manera, la idea de mentirle sobre esto simplemente le parecía un nuevo nivel de maldad.

Levantó los pies hasta el borde del escritorio y apoyó la silla sobre sus patas traseras.

Las festividades de la casa se habían calmado principalmente ahora, dándole su primer tiempo a solas y la oportunidad de descansar antes de la gran cena que estaban teniendo en honor al regreso del Sr. Weasley. Toda la Orden estuvo presente y activa en la casa, Moody, Tonks, Bill, Heywood, Kingsley y para sorpresa de los niños, incluso Snape se había unido a ellos... Aunque había pasado la mayor parte del tiempo encerrado en su habitación, probablemente para evitar escuchar a Sirius y Lupin regalando historias de su tiempo en Hogwarts, algo por lo que Harry estaba increíblemente feliz de sentarse. La gente a menudo le contaba historias de su padre, pero era raro que lo escuchara de relatos de primera mano, ¡y de sus mejores amigos sin nada!

Por regalos había recibido una pequeña pero diversa plétora de artículos. De la Sra. Weasley, tenía otro jersey tejido a mano que había aceptado gentilmente, ya que no iba a ser él quien le dijera que los de dos años anteriores todavía le quedaban perfectamente. Fred y George le habían dado bombas de humo encantadas que caminaban y se multiplicaban, algo habitual de ellos. De Ron había recibido una camiseta de los Cañones Chudley, mientras que Hermione había ido más al mercado y le había conseguido una edición encuadernada en cuero de Fantastic Beasts y Where To Find Them, uno que estaba seguro se vería hermoso mientras estaba sentado acumulando polvo en el dormitorio de los chicos.

Y de Sirius había recibido un espejo. Solo un espejo.

Harry sacudió la cabeza. Las nubes de lluvia definitivamente lo perseguían hoy. La carta de Daphne ya lo había puesto de humor emocional, pero algo sucedía más que eso. Desde la noche del accidente del Sr. Weasley, y tal vez incluso un poco antes de eso, Harry se había encontrado entrando y saliendo de cambios de humor irrazonables.

Este estaba destinado a ser un día feliz. Era el día de Navidad y estaba rodeado de sus amigos y familiares, ¿qué más podía pedir? Todos en esta casa querían lo mejor para él, no tenía sentido permitirse terminar con algo tonto. Especialmente no sobre un espejo que le habían dado como regalo. Di lo que puedas sobre los Dursleys, nunca lo criaron para que lo echaran a perder. Sirius probablemente lo estaba guardando para una sorpresa reflexiva, conociéndolo. O era una broma práctica y Harry tendría que lidiar con cualquier cruel repercusión que tuviera en él por el resto de las vacaciones. De cualquier manera, él era positivo. Las intenciones de Sirius no tenían la intención de parecer tan condescendientes como lo hicieron.