📷; Cámara

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Seokjin pasaba sus delgados dedos por su labio inferior con lentitud, causando que una sonrisa se fuera ampliando con levedad.

Su cabeza no dejaba de recordarle lo ocurrido el día anterior, cómo el cálido tacto del azabache le había hecho estremecer, cómo su corazón quería rogar por más.

Cómo tenía esas ganar de besarle.

El castaño dio un gran salto en su lugar, la campana característica de la recepción le sacó de sus pensamientos.

—¡Bienvenido a Lost & Found! —El castaño sonrió, con esa preciosa y poco usual forma abultada que, quien le conociera, estaría de acuerdo que solo él era capaz de formar. Quería dejar de lado esos incoherentes pensamientos, ¿por qué el azabache querría besarle? Era obvio que su corazón latía por alguien más. . . alguien del exterior.

Por parte del azabache, que recién iba entrando, le parecía una sonrisa de lo más hermosa. Podría pasar horas enteras viéndola. Sacudió con levedad su cabeza antes de corresponderle, con una mucho más leve pero llena de felicidad por poder verle un día más.

—Yoonie, ¿Qué traes ésta vez?

Sin siquiera notarlo, el castaño ya había anotado sus datos, como siempre hacía. No le sorprendería, incluso, que ya tuviese las hojas de otros días con los datos puestos y listos para colocar una nueva fotografía. El azabache le entregó la foto al trabajador, éste arqueó una de sus cejas mientras la observaba.

Constaba de una cámara fotográfica profesional, con botones por doquier que hacían la cabeza de Seokjin doler con solo imaginar todas las funciones que pudiese tener. Era color negro, con un lente intercambiable estándar y unos detalles rojos que, aunque el castaño no fuese experto, se veían personalizados al gusto de Yoongi.

—Wah, se ve costosa. —Sintió una presión mucho mayor a comparación de otras ocasiones, era la primera vez que el menor llegaba con algo tan costoso como ello, ¿y si no lograba encontrarlo?

—Uhm... Si la comparamos con otras, no lo es tanto. —El menor pasó la diestra por su nuca, en afán por restar completa importancia al respecto. 

Seokjin buscó la llave y caminaron al ascensor, encontrándose con un silencio relativamente incómodo. El día anterior había terminado de una manera inusual, y podía respirarse en el ambiente como permanecía cierta tensión sin responder. Por más que el mayor deseara ignorar esa agradable sensación, no lograba hacerlo.

—¿De quién es la cámara? —Fue lo único que la cabeza del mayor logró pensar con rapidez, y así destruir el silencio agobiante.

Yoongi alzó una ceja, siendo sacado de sus propios pensamientos.

—Es mía.

Seokjin sonrió, más por sorpresa que otra cosa. Sus ojos se abrieron, con un claro brillo esperanzado en ellos. Ambas manos se aferraron al cuello de la camisa de Yoongi, sacudiéndole con diversión y causando risas exageradas en el menor.

—¡No me habías dicho que eras fotógrafo, Yooooonie! —El castaño alargó sus palabras, sin dejar de sacudirle. Acciones dignas de un pequeño niño haciendo un berrinche.

Yoongi se vio obligado a cubrir su boca con el dorso de la diestra, debido a la serie de carcajadas que amenazaban con salir desde su garganta, hasta que el sonido de las puertas abriéndose les sacó a ambos de la concentración en esa escena que Seokjin decidió armar.

Salieron, encontrándose en un nivel sin mayor atractivo en su decoración. Lo único destacable eran las repisas llenas de todo tipo de cámaras. Desde las reliquias y líneas de primeras cámaras en el mundo hasta las versiones de cámaras profesionales de última generación que hacían doler justo en la billetera a Yoongi.

El castaño tomó una de ellas, muy similar a la que buscaba el menor, a diferencia de carecer de esos detalles rojos personalizados. La extendió hacia el contrario, sonriendo.

—Tómame fotos, quiero ver tus habilidades.

Yoongi sonrió, sin problema alguno encendió la cámara y dedicó unos pocos minutos a colocar la configuración adecuada.

—Sonríe. —Habló el azabache una vez fue acercando la cámara hacia uno de sus ojos, cerrando el otro para poder ver a través del lente y enfocar el rostro del mayor, que ya se encontraba luciendo una enorme y hermosa sonrisa, sus ojos volviéndose medias lunas por la amplitud en el gesto. 

Le fue inevitable al menor soltar una pequeña risa antes de tomar la fotografía. Jin dio un salto emocionado, acercándose al -ahora- fotógrafo para poder observar. En la pequeña pantalla rectangular de la cámara se podía apreciar el retrato del castaño, la calidad siendo impecable, obligando a ambos a sonreír.

Sin necesidad que ambos dijeran mucho, un infantil juego con la cámara inició. Donde Jin posaba de las maneras más graciosas que estuviesen en su imaginación, y Yoongi se movía de un lado a otro en un intento por captar los mejores ángulos a dichas poses.

Ambos reían, disfrutaban el momento.

El azabache se detuvo para explicar como funcionaba el aparato al mayor, al menos los datos básicos para tomar fotografías aceptables y con iluminación ideal.

Y los papeles se invirtieron. Seokjin jamás pensó ver un lado tan infantil y juguetón por parte del menor, que solía estar en un estado relativamente serio la mayoría del tiempo. Yoongi posaba, hacía gestos, soltaba carcajadas cada dos segundos. El sonido de su risa era adictivo en verdad, hacía al mayor sentir miles de mariposas habitar en su estómago, dispuestas a salir en forma de halagos y caricias. Sin embargo, el castaño se contuvo y limitó solamente a tomar las respectivas fotografías al menor.

Luego de, quién sabe cuanto tiempo, ambos regresaron a la realidad; debían buscar el objeto perdido del azabache. Aunque, para ese punto, Seokjin ya no sentía mucha motivación respecto a ese detalle.

Porque, el resultado no le causó sorpresa alguna. Una vez más, el objeto no apareció.

Seokjin pasó una mano por sus castaños cabellos, suspirando e incluso gruñendo. Quería estallar en llanto, frustrado, decepcionado consigo mismo, furioso.

Los brazos del menor le rodearon de inmediato, porque Yoongi sabía lo mucho que sufría al no poder encontrar lo que buscaba.

—No te preocupes, Jin. Tenemos fotografías para recordar este momento. —Yoongi alzó sus comisuras, sonriendo con gran amplitud, haciendo al mayor olvidar todo por un momento. — Fue realmente divertido, me alegraste muchísimo el día.

—¡Y tú el mío, Yoonie! No tienes idea.

Así fue como, acompañado de sonrisas tiernas y sinceras, el menor dejó el establecimiento, con la promesa que revelaría las fotografías y así ambos podrían tener ese recuerdo en sus manos.






𝘓𝘰𝘴𝘵 𝘢𝘯𝘥 𝘧𝘰𝘶𝘯𝘥 》𝘚𝘶𝘫𝘪𝘯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora