Escenas citadas de los libros.

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Citando escena del tercer libro: La revelión del rey, capítulo 13.

-¿Qué ocurre? -preguntó Damen con una sonrisa.

-Eres muy..., -empezó a decir Laurent mientras se sonrrojaba y añadió-, atractivo.

-¿Enserio? -se extrañó Damen con una voz sonora y cálida.

-Sí, -aseberó Laurent.

Damen esbosó una sonrisa más amplia, se estiró entre las sábanas y se deleitó con la idea, se sentía absurdamente complasido.

-Bueno, -admitió Damen que se giró para mirar a Laurent al cabo de un rato-, Tú también.

Laurent agachó un poco la cabeza apunto de estallar a carcajadas y como un tonto le contestó con cariño.

-La mayoría me lo dice nada más verme.

"¿Era la primera vez que se lo decía?". Damen miró a Laurent que ahora estaba recostado de lado: estaba un poco despeinado y había un brillo burlón en sus ojos, dulce y simple por la mañana, la belleza de Laurent era arrebatadora.

-Lo habría hecho, -aclaró Damen-, si hubiese tenido la ocación de cortejarte como es debido, si me hubiese presentado ante tu padre con mucha ceremonia, si nuestros países hubieran sido aliados. -Notó que su humor cambiaba al pensar en el pasado, no pareció que Laurent se percatase.

-Gracias, pero sé exactamente como habría sido: tú y Aguste os habríais dado palmaditas en la espalda el uno al otro y habríais asistido a torneos y yo os habría seguido con la esperanza de llamar tu atención y que me mirases de reojo.

Damen se quedó muy quieto, la facilidad con la que hablaba de Auguste se suponía una novedad, por lo que no quiso perturbarlo. Al cabo de un momento Laurent añadió.

-Le habrías caido bien.

-¿Incluso después de empezar a cortejar a su hermano pequeño? -preguntó Damen con cautela. Vio que Laurent se detuvo cuando lo sorprendían para acto seguido mirarlo a los ojos.

-Sí, -afirmó en voz baja mientras que un ligero rubor le teñía las mejillas.

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Escena final del capítulo nueve.

-Habrías acudido a mí en busca de venganza y te habría matado, eso es lo que habría ocurrido, ¿es lo qué querías?

-¡Sí! -contestó Laurent-. Él era lo único que tenía. -Las palabras flotaron entre ellos-. Sé que nunca fui lo bastante bueno, -añadió Lauren.

-Tu hermano tampoco, -repuso Damen.

-¡Te equivocas!, él era...

-¿Qué?

-mejor que yo, te habría... -Laurent se interrumpió, cerró los ojos con fuerza y con un resoplido que se asemejaba a una risa concluyó-, detenido. -Lo dijo como si fuera consiente de lo ridículo que sonaba.

Damen recogió el cuchillo y cuando Laurent abrió los ojos se lo colocó en la mano, con firmesa se apuntó con el al abdomen, adoptaron una pose que no les era agena. El principe tenía la espalda contra el poste.

-Detenme. -Dijo Damen. Vio el semblante de Laurent, estaba librando una batalla interna contra su deseo de usar el cuchillo-. Sé lo que se siente -le dijo.

-Estás desarmado, -le recordó Laurent.

-Y tú... -NO lo dijo, no tenía sentido.

Sintió que la admósfera cambiaba, agarró a Laurent con menos fuerza, el cuchillo hizo un sonido sordo al caer al serrín; se obligó a retroceder para que no sucediera, miraba fijamente a Laurent a dos pasos de distancia, le faltaba el aliento y no se debía al esfuerzo.

-Ojalá -empezó a decir Damen, pero no podía borrar el pasado con las palabras y Laurent no se lo agradecería en caso de que lo hiciera. Recogió su espada y abandonó su estancia.

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Escena del capítulo once.

Vio los huesos de Marlas, los ápices y las celocías tiradas por el suelo ante sus ojos. Era un fuerte magnífico, lo veía en la sombra de su elegancia Veresiana, en la sombra de lo que había sido y de lo que talvez podría volver a ser, aquello era un adiós, no regresaría ahí, en caso de hacerlo sería diferente, pues lo haría en calidad de invitado.

El fuerte pasaría a manos de Vere de nuevo como debía de ser. Marlas que tanto esfuerzo había costado conquistar sería devuelta; se le hacía raro pensarlo, lo que una vez había sido un símbolo de victoria Akielense, ahora parecía un símbolo de todo lo que había cambiado en él, de como veía las cosas ahora con otros ojos.

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El juego del principe, escenas citadas.

Se permitió imaginar solo por una vez cómo sería enfrentarse a él como hombre, si no hubiese ninguna enemistad entre sus países.

Lo imaginó viajando a Akielos como parte de una delegación, la atención de Damen estaría constante, fija en su cabello rubio. Irían a banquetes y juegos y Laurent..., había visto a Laurent con aquellos con los que había crecido, era encantador y mordaz sin ser letal; Damen era lo bastante honesto consigo mismo para admitir que si lo hubiese encontrado así, con sus doradas pestañas y sus observaciones probocadoras, podría haber estado en peligro.

Estaba destrosado por lo que había sucedido, herido, dolido, con un dolor punsante que le recorría todo el cuerpo.

En su cabeza lo visualisaba como un acontesimiento catastrófico, un desmascaramiento que habría acabado pasase lo que pasase después. La violencia habría supuesto tanto un castigo como una liberasión, nunca habría imaginado que seguiría y seguiría, que se sabría la verdad y calaría tan ondo que una preción le oprimía el pecho y no lo abandonaría.

Laurent había reprimido la emoción contenida en sus ojos y aceptaría forjar una alianza con el asesino de su hermano, aunque no sentía nada más que aberración por él. Si el principe veresiano podía hacerlo, Damen también, podía cerrar tratos sin involucrarse, hablar el lenguaje formal de los reyes.

El dolor de la pérdida no tenía sentido, pues Laurent nunca había sido suyo, lo sabía, la delicada relación que había nacido entre ellos nunca había tenido derecho a existir, siempre había tenido fecha de caducidad y todo acabó cuando Damen tomó el trono.

Si sentía dolor debía aguantarse, era una de las cosas que implicaba llevar la corona.

De CS Pakat.

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⏰ Última actualización: Oct 12, 2023 ⏰

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¿Y si...? (El principe cautivo/Universo alternativo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora