Al despertar, Paúl se encontraba en una cama muy grande y una habitación muy bien decorada.
—¿Do... Dónde estoy? —miró a su alrededor pero no vió a nadie más.
—Ya despertaste, pensé que ibas despertar más tarde. —entró Minam, cargando muchas bolsas y cajas.
—¿Eso es ropa? —Paúl lo miró de pies a cabeza o bueno, lo poco que se podía ver del cuerpo de Minam.
—Son algunas cositas que compré para ti —le dijo amable—. Puedes mirarlas y usarlas si te gustan.
—Gracias. —el rubio se acercó a ver las compras que Minam había echo para él.
—¿Te gustan? —Minam se acercó a Paúl tomándolo de la cintura se quedó quieto.
—Sí, son bonitos —dijo nervios al ver la cantidad excesiva de ropa, zapatos y accesorios—. No era necesario comprar demasiado, debió ser muy costoso.
—No te preocupes por el dinero. —susurró Minam, mientras su nariz se mantenía en el cuello de Paúl para inhalar su aroma.
—E... Espera —Paúl se alejó un tanto nervioso—. Vas muy rápido, primero invítame un café.
—¿Un café? —Minam lo miró dudoso—. ¿Te refieres a conocernos? —se acercó a Paúl.
—Sí, justo a eso me refiero. —le respondió el rubio.
—Bueno, vamos a conocernos. —sonrió Minam, mientras sostenía la mano de Paúl lo hizo caminar hasta otra habitación.
Una habitación blanca muy bien decorada con muebles finos, mesa con velas en el centro y pétalos de rosas rojas esparcidas en la habitación.
—¿Una cena? —Paúl miró con sorpresa todo lo que lo rodeaba.
—Una cita. —aclaró Minam y lo sentó en la silla para luego ir a su silla.
—Gusta ordenar algo en especial. —se acercó un hombre algo anciano.
—«¡Debo pedir ayuda!» —pensó Paúl sintiéndose nervioso y asustado— Q...quiero sa... —se quedó en silencio por un momento— Me gustaría un guiso de carne con arroz blanco, gracias.
El anciano lo miró un tanto sorprendido y solo hizo una reverencia para después tomar la orden del albino y luego irse por el momento.
—«¡¿Por qué mierda no pedí ayuda?!» —se gritó, mientras su cara intentaba mantener una sonrisa relajada.
—Me sorprende que no hayas pedido ayuda —Minam soltó una sonrisa algo sádica—. ¿Puedo saber a qué se debe? —siguió con su expresión.
—M... Me agrada tu compañía —respondió nervioso al sentir como si le estuvieran leyendo la mente—. Y yo no rechazo una cena. —agregó un poco más calmado.
—Si es así —Minam lo miró a los ojos para intimidarlo.
—¡Prometo portarme bien, no me golpees!—Paúl puso su plato frente a su rostro como si fuera un escudo.
—Tranquilo, no voy a golpearte —Minam sonrió más relajado—. Quería asegurarme de que realmente no harás nada raro.
—Ains~ —suspiró de alivio.
—Disfruten la cena. —dijo el anciano acompañado de dos sirvientas que llevaban los pedidos de cada quien.
—Esto esta muy bueno —habló con sorpresa y sus ojos se llenaron de brillos—. No sabía que había comida así de deliciosa —Paúl estaba realmente asombrado por tal descubierto y acarició su mejilla al sentir ese sabor tan delicado y delicioso—. Si me tratan tan así de bonito ni siquiera me importa quedarme para siempre. —se carcajeó al olvidarse por un momento de la situación en la que se encontraba.
—¿De verdad? —lo cuestionó Minam sin quitar su cara de sorpresa. Cara que pronto de convirtió en una sonrisa de felicidad genuina— «¿Simplemente debo tratarlo bien para que no se le ocurra dejarme? Esto será más sencillo de lo que imaginé»
—Un momento —Paúl detuvo la conversación en seco cosa que alertó a Minam—... Y, ¿Por qué me iría de aquí donde me tratan bien? —se cuestionó al recordar la basura de quienes eran cercanos a él—Aún si me fuera, no tengo un lugar al cual llamar hogar y donde volver. —susurró.
Tal pensamiento emocionó aún más a Minam, aunque por un momento dudó de la veracidad de las palabras de Paúl, este "pensamiento" lo confirmaba, Paúl nunca jamás pensará en abandonarlo.