5.- Recordando.

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Travis

Ese era el día.

Después de un par de meses que me parecieron una eternidad, el cambio de clima acompañó la llegada de las vacaciones de diciembre, o en traducción para un semidiós, cuando los campistas regresaban al campamento. Connor y yo habíamos planeado muchas cosas para entonces, su pierna ya había sanado y después de eso nos dedicamos a hacer todas las bromas que no pudimos hacer gracias a Clarisse, desde luego también nos vengamos de ella. En fin, aquella era nuestra época favorita. Había muchos campistas, regalos, comida y tiempo suficiente para hacer bromas, aunque si, los días tendían a ser más cortos, pero de igual manera eso no nos frenaba. En realidad nada nos frenaba cuando se trataba de bromas, o robos. Pero bueno...

Estaba realmente emocionado, me encantaba la navidad, y sí, también eso significaba que cierta hija de Deméter regresaría al campamento. No es que estuviera esperando su regreso, sólo extrañaba molestarla, sólo eso. 

Cuando los primeros campistas comenzaron a arribar al campamento, yo estaba en mi cabaña, planeando, frente a mí se extendía un revoltijo de hojas, papeles llenos de garabatos que poco a poco se habían acumulado en la superficie. Connor estaba sentado en el otro extremo, su mirada clavada en la libreta mientras el lápiz volaba entre las líneas dejando su huella. Esa era nuestra forma de planear, idear, hacer una lista de lo que haríamos y lo que no haríamos. Nadie podía negar que éramos comprometidos, los dos buscando las mejores, únicas y más fascinantes bromas; a quién, dónde y cómo las haríamos. Nada recibía tanto nuestra atención.

—Entonces —la voz de Connor se elevó ligeramente, pero no lo miré y en vez de eso Segui centrando mi mirada en las hojas—, ya tenemos listas las bromas para la cabaña de Ares, Apolo, Atenea, Afrodita, Dioniso y Hefesto. Pero no creo que sean suficientes, además no tenemos nada para la cabaña de Deméter.

No tuvo que decirlo dos veces, levanté la mirada de inmediato, ahora si tenía mi atención.

—¿Deméter? —enarqué una ceja.

—Sí, Travis, Deméter —respondió—. Nos falta esa cabaña, y la de Hécate aún no me convence porque... ¿A dónde vas?

Para ese momento ya me había levantado, dejando que algunas hojas cayeran al suelo, me encaminé hacia la puerta. Creo, no estoy absolutamente seguro, que respondí antes de salir, musitando una vaga respuesta sobre algo que había olvidado hacer. Y en realidad no era una excusa, lo había olvidado. ¿Cómo podía ser posible? Había esperado tanto ese momento y lo olvidé por concentrarme en otra cosa, seguramente ya estaba en el campamento, ordenando sus cosas, cosechando vegetales, sembrando plantas o lo que sea que normalmente hacen los hijos de Deméter. 

No tardé demasiado, ya estaba en la entrada de la cabaña antes de que tuviera un poco de cordura para entrar en razón. Últimamente me pasaba mucho eso. Tras un par de golpes, la puerta se abrió de inmediato.

—¡Hola! —el efusivo saludó de convirtió en una ligera mueca al verme—. Travis, ¿qué haces aquí?

¿Acaso el odio hacia los hijos de Hermes era de familia? No era la primera vez que me encontraba con Miranda, pero tampoco era la primera vez que me decía lo mismo. Estaba comprobado que a ninguna de ellas le gustaba mi presencia.

Historias del Campamento Mestizo (Tratie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora