Si me llegaran a preguntar a mí, ¿Qué es el amor? Les diría que es una vana ilusión que cualquier persona se ha hecho, una perdida de tiempo y desgaste personal. Y es por eso por lo que pienso que buscarme un esposo es solo una misión imposible, no hay ningún hombre que haya entrado en esta sala que me provocara algún rastro de interés, soy perfeccionista; busco cualquier movimiento, gesto o palabra que diga para descartar al candidato rápidamente.
Así que maldigo la hora en que le cedí el poder absoluto a Katherine de poder escoger a mi posible futuro esposo, esto es tan tedioso que preferiría pasarme el día encerrada en la sala de juntas con mi tío debatiendo acerca de que soy capaz de gobernar yo sola el país.
El noveno candidato, el cual es rubio y tartamudo, sí, tartamudo, no ha podido conjugar mas de dos oraciones en los quince minutos que llevamos acá, ha sido una de las citas mas larga del día, me gustaría correrlo, pero mi moral no me lo permite.
—¿Hay algo más que desee contarme o ya se puede retirar? —él parece haber comprendido que ya me tiene harta, así que baja la mirada y niega lentamente. —¿No? Perfecto, puede retirarse.
—Lo siento mucho majestad. —dice tropezando en cada palabra.
Es realmente patético, ¿Cómo no se me ocurrió largarme de aquí antes? Gruño y me levanto rápidamente del asiento, en estos momentos no me importa si según el protocolo real haya roto alguna norma, no podré soportar un minuto más sentada en esta sala a espera que más hombres vengan con la esperanza de que los elija ganadores a la corona. Aquel chico solo se levanta y tiene la decencia de hacerme una reverencia, lo miro con reproche y recupero mi postura, camino con paso seguro a la puerta, donde uno de los guardias se apresura a abrirla para que yo pueda salir sin ningún percance.
Al salir completamente del salón veo a una pareja de adultos que se levanta rápidamente tan solo al verme cruzar la puerta, ¡trajo a sus padres a la convocatoria! Carajo, ¿acaso el niño de papi y mami quería ser rey? Me brindan una reverencia, a la cual sonrío hipócritamente sin detener mis pasos, falta medio castillo por recorrer para llegar a mi alcoba.
Empiezo a escuchar jadeos constantes cerca de mí, no tengo que ser adivina para saber quién es, Katherine Lacanster, mi asistente y asesora persona, me fue otorgada por mi tío William luego de que el tiempo de luto había terminado. No es que no me agrede, es el simple hecho que cree saber que es lo correcto para mí. Desde que llegó no ha hecho mas que recalcarme el protocolo y advertirme sobre las consecuencias que vienen tras haberlo roto.
—Violet, ¿Cómo te fue? —la muy descarada trae a un tartamudo y aun se atreve a preguntarme que tal me ha ido.
Le dirijo la mirada, ella intenta mostrarse lo más segura que puede, pero sus ojos irradian lo contrario.
—Te diré como me ha ido, del asco, al parecer por eso estas soltera Kate, tus gustos son... algo especiales.
A pesar de que ella me trajo de todo, desde campesinos hasta hijos de condes, todos tenían un mismo defecto: eran unos inútiles. Que por lo único que venían era para conseguir una oportunidad de tener la vida resuelta convirtiéndose en reyes. Perdí la cuenta de cuantas veces escuché la frase "siempre he querido vivir como rey" para luego acompañar con risas ridículas.
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El precio de la corona.
Romance"Que lo que una un contrato no lo separe el hombre" Violet, la heredera del trono tendrá que casarse para poder reclamar la corona antes de que su primo tenga oportunidad de hacerlo. Solo hay un pequeño problema, todos los hombres de su pueblo le te...