Hace 3 meses que dejé mi trabajo. Después de mi última encomienda, esa fue la decisión que tomé. Aunque me costó bastante dejar a mi jefe, Patrick Jhonson.
Él prácticamente me crio y aunque le agradezco que me haya acogido, no me gusta en realidad el mundo en el cual me hizo crecer y todas las cosas que me enseñó, aunque no puedo negar que son bastante útiles.
Estoy bastante endeudada con él, porque a pesar de haberme criado con mucho "amor", me dejó bien claro que era una inversión, el tiempo y el dinero que había gastado en mí.
Tuve suerte, pues había ahorrado toda mi vida, pensando en salirme del negocio. Aunque aun así él seguía mis movimientos todavía, dudoso por mi repentina renuncia.
Pero no, aquí seguía, en esta vida, aunque con un objetivo claro y beneficioso para muchos, opino.
Me miré en el espejo, el vestido azul, tenía un bello corte sirena y resaltaba mis ojos, que eran de un color cielo. Tenía suelto mi cabello negro, recién ondeado. Se dice que la belleza era un arma y yo sabía usarla.
Hoy voy a una de las tantas fiestas de los Stevens. La famosa mafia del tráfico, las drogas y armas. Ellos comerciaban con cualquier cosa. Ya me di cuenta de que ir matando a las pequeñas mafias, no servía de nada. Tenía que cortar el mal de raíz, la cabeza de la serpiente.
Tendría que infiltrarme en su pequeño círculo. Ya tenía pensado varias formas para hacerlo, pero lo primero era presentarme.
Bajé las escaleras de mi casa provisional y me monté en el auto que había comprado. Le hice señas al chofer para que avanzara.
Los engranajes de mi mente ya estaban trabajando, pensando en todo lo que había visto en mis espionajes. No tenían muchos puntos débiles, a decir verdad, eran una familia fuerte y muy unida.
Iba a ser difícil, pero no imposible. Llegué al lugar de la fiesta. Me bajé del auto y le dije al chofer que me esperara por la zona, después me dirigí hacia las puertas.
Un increíble enrejado me recibió. Había un hombre en la puerta -el custodio- con un impecable uniforme gris.
—Su invitación señorita —me dijo con voz amable
—Sí, claro —me reí un poco coqueta y rebusque en mi bolso. Se la entregué con una sonrisa adorable. Me tuve que mover por algunos sitios y usar unos contactos que tenía para conseguir esa invitación.
Me sonrió y la aceptó.
—Eres bienvenida —dijo
Abrió las rejas y me dejó pasar. En cuanto entré pude vislumbrar la casa en la cercanía.
Era una casa hermosa, inmensa, de color marfil. Con increíbles ventanas. Seguí mi camino hacia la puerta principal y entré.
El salón principal estaba lleno de personas de diferentes edades y características. Invitados distinguidos de la familia.
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La última mafia
AcciónAstrid Winter es una asesina a sueldo, resignada a vivir una vida llena de sangre. Cada día aniquila a las personas que le manda su jefe. Hasta el día en el que uno de sus trabajos cambiará el rumbo de su vida completamente. Al dejar su trabajo...