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Se presentó el ocaso y Satonya se encontraba a lado de Megumi en el sofá, supuestamente mirando la televisión cuando, en realidad, se la pasaba moviéndose de un lado a otro como si quisiera encontrar la posición más cómoda, pero vamos, solo estaba así desde que se marchó su único posible mejor amigo y, claro, su dueño rosado que le recordaba a su esclavo-dueño.

Mientras tanto, Megumi estuvo suspirando debido a que el señor Ocupado se atrasaba más de la hora marcada para su regreso, la cuestión era que entre más noche menos posibilidades tenía para regresar por lo mismo de que se había oscurecido y luego debido a la falta de transporte a partir de las nueve de la noche, al menos el metro de la ruta que necesitaba.

Prendió la televisión con tal de lograr aguantar el aburrimiento y el silencio que reinaba en la casa sin Itadori, de igual forma no funcionó y las bolsas de sus ojos comenzaban a pesarle, tenía intenciones de tomar una siesta, sin embargo, el único problema era Satonya con sus molestos movimientos.

—¿Quieres dejar de molestar?

El quisquilloso gato se detuvo unos segundos para bajarse del sillón e ir al frente, justo donde podía interferir la vista del muchacho y así evitar que mirara el televisor. Con mayor razón Megumi se molestó y se le ocurrió una idea.

—Bola de pelos horrible, si dejas de causarme tantos problemas los invitaré de nuevo en los próximos trabajos.

Satonya acomodó sus gafas en seña de aprobación, sin más drama se dirigió al sofá para acomodarse y permanecer quieto hasta quedarse dormido con él aburrido programa de Megumi.

Un golpe lo hizo despertar repentinamente, no recuerda en que momento sus parpados cayeron, pero eso le hizo darse cuenta de que la televisión permanecía encendida y poco después de apagarla escuchó unos pasos pesados, de esos que les cuesta levantar los pies debido al cansancio. Entonces, se levantó del sitio y en menos de lo que esperaba la luz fue encendida, así que giró su cabeza en dirección al interruptor cerca de un buró.

No era una sorpresa que Sukuna estuviera ahí, después de todo era su casa, más no sabía que pensar cuando era muy noche porque el reloj marcaba las once de la noche. Su preocupación era qué decirle a su padre como excusa de no regresar a casa, eso fue lo primero y después equilibró sus sensaciones determinando que esto era trabajo y eso para él estaría bien siempre y cuando llevara dinero.

Carraspeó intentando prepararse para decir algo, pero el contrario comenzó de imprevisto.

—Sé que quieres decir, ¿puedes quedarte una noche más?

Una cosa de lo que dijo es suficiente para hacerle dudar si Sukuna no fue cambiado por los extraterrestres y que ese individuo parado a cierta distancia es real. ¿Qué adivine lo que está pensando? Eso no es sorprendente, más bien, que se atreviera a preguntar, más preciso «¿Puedes...?»

—Es muy tarde para que vayas rondando en la calle y no creo que pase algo si te quedas otro día en mi casa.

Sukuna avanzó para dejar su maletín en el sofá sin desviar su mirada del rostro del joven, esa expresión de haber visto algo inesperado, tan evidente.

«Es su culpa, pero nunca me imaginé que dijera eso...»

—¿Qué con esa cara?

Megumi movió sus ojos hacia arriba con indignación antes de responder cualquier cosa, lo cual es extraño porque no sentía la necesidad de pensar cuidadosamente lo que debía decirle, le invadía la sensación de poder comunicar cualquier cosa.

—Es la única que tengo, así que si voy a quedarme tendrá que aguantarla.

Ryomen se limitó a sonreír para él hasta que Satonya se acercó en algún momento para frotarse en las piernas de su dueño y, como era de esperarse, se agachó para sostener al peludo entre sus brazos y acariciarlo.

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⏰ Última actualización: Sep 05, 2023 ⏰

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