Pequeños.

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—El gusto es mio Sr Gutamian... Estaba esperando este encuentro. — Respondí sentándome en su amplio sillón de madera.

Primero empezó preguntando sobre mis objetivos, luego me comento sobre los niveles; decidiendo a cual me iba a integrar.

—En cuanto a su identidad. ¿Como planea llevarlo? — Inclino su cabeza y miro sobre sus anteojos—¿Sabe lo que ocasionaría si usted es descubierta, no es así? 

—Soy muy consiente de ello Sr Gutamian. Y lo decidiré en su momento.

Conozco a el Sr Gutamian desde pequeña, mas bien de los ocho años. Papá y el eran amigos íntimos desde pequeños; se reencontraron un día en una presentación que asistimos por mero capricho mio.

En el ultimo día del concierto conocí a Sebastiano Gutamian.


—¿Sebastiano? Dije conteniendo la risa.

—¡Si! Es honor a mi abuelo, ¿Sabias que fue un músico muy reconocido? —Contesto exaltado mostrando sus dientes. —¡Algún día seré como el!— Grito mientras subía al escenario.


Desde esa noche nos volvimos inseparables; ese brillo en sus ojos logro filtrarse sin permiso dentro de mi.

No me di cuenta hasta que me falto; cuanto amaba escucharlo reír.

Sus locuras ponían un poco de diversión en mi vida; crecí rodeada de negocios y siempre encontraba en el un descanso. Compartíamos la misma pasión; la música. Creo que eso nos logro conectar desde un principio.


Cuando tocaba, su semblante cambiaba por completo. Despedía brillo, delicadeza, seguridad. Era completamente otra persona, no ese niño que se escapaba de la casa preocupando a su niñera...


Un día me descubrí deseando ser esas teclas blancas; sentir esa delicadeza sobre mi. Mis mejillas se tiñeron de un rojo intenso... mi piel pálida había experimentado las primeras señales de la perdición.

Si solo me hubiese detenido ahí.

¡Pero no! La terca Jael, siguió, siguió... y siguió.

Para la adolescencia ya no tenia corazón que regalar.


"Que alguien te haga sentir cosas sin ponerte un dedo encima, eso es admirable"

No lo entendí hasta que lo viví. No lo entendí, hasta que nos separamos.


Una tarde de verano, llego a casa el Sr Gutamian, el tio de Sebastian, a hablar con papá. Yo llegaba de las lecciones de piano cuando escuche decir a Ron que se irían de viaje por un tiempo determinado; que lo sentía por Sebastiano sin embargo era necesario para el.

Desde entonces nos comenzamos a ver en las vacaciones, y cada vez nuestros encuentros se hacían mas dificultosos.

Yo me empece a hacer conocida y cada vez era mas difícil poder salir sin guardaespaldas. Sabían que pronto heredaría la carrera de papá. Y esperaban una conducta adecuada de mi parte.

Empezaron a cuestionar mi imagen, mi forma de ser, mi estilo musical. Todos pensaban que iba a seguir con el "legado" de el.

Papá me dejo muy en claro antes de morir:

"—Hija sé como lo eres hasta ahora. Que nunca te importe lo que digan los demás de ti, siempre seras mi orgullo".

Después de unos meses... murió. Era una persona mayor, que se fue haciendo lo que mas amaba, tocando su hermoso piano de cola.

Llore mares su ausencia, era el único que me comprendía; después estaba Sebastian.

Por un tiempo seguí haciendo música para mi, hasta que necesite dinero. Y tuve que aceptar heredar las pertenencias de papá.

Mamá, se enojo muchísimo cuando se entero que su nombre no aparecía en las escrituras.

Bueno, "Mamá" realmente mi verdadera madre murió después de verme nacer.

Papá siempre decía que de ella había recibido la voz.

¿Y el por qué del nombre?

Jen fue como me llamo Sebastian cuando nos conocimos; por el ruido al parecer escucho mal y a partir de ahí me llamo así.

En mi primera presentación, me pareció gracioso mentir sobre mi nombre y dije: —¡Jen!— Con mi rostro en alto como superheroe.

Hoy le agradezco a esa niña de 11 años haber dicho eso.


—¿Como quieres que te presente entonces? Dijo Ron cediéndome el paso a la sala principal.

—Como Jael Rustemberg. Por favor.

—¡Atención a todos! De ahora en mas ella sera su nueva compañera.



Antes Del Adiós.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora