1. El chico del café.

24 5 14
                                    

1. El chico del café.
POV: Hellen.

Está no es, ni será de esas historias vainillas y sosas en las que la protagonista se despierta por los rayos del sol en una cómoda cama, tiene una vida perfecta, casa perfecta, familia perfecta, ella es perfecta, hasta el perro de la casa vecina es perfecto. Mi vida está bastante alejada de llegar a serlo. Bueno, está historia fatídica y extrañamente linda comienza con mi tercer año en una prestigiosa universidad de España, pero no los aburriré contándoles detalles irrelevantes, mejor comenzaré por cuando confirme que el día sería una mierda.

Ese día.
7:30 Am.
Cafetería Hades&Persephone.

Estoy sentada en una mesa cerca del ventanal con audífonos en mis oídos mientras se reproduce una canción de mi banda favorita, Morat- Llamada perdida, la mesera se acerca por cuarta vez a preguntar si quiero algo y sutilmente respondo:

—Joder, no quiero quiero nada, se lo dibujo con manzanitas para que entienda, cómo vuelva a venir a preguntar si quiero algo no será agradable para usted. —Le lanzó un mirada de advertencia con un tono de voz cortante mientras ella da un respingo por mi respuesta.

La mesera se va sin decir nada, mejor así, me tiene cansada, enciendo el móvil para ver la hora. Mierda, voy tarde. Cojo la mochila para guardar lo que saque, me levanto del asiento y voy directo a la salida mientras recuerdo que olvide pedir el café latte de Leah. Nah, que le jodan. Salgo de la cafetería para caminar a la clase siguiente pero cuando estoy dispuesta a cruzar la calle siento que mi cuerpo retrocede por el impacto y mi camisa se llena de un líquido caliente, vuelvo del estupor por lo rápido del choque y siento quemar mi pecho, veo mi camisa llena de café. Joder, lo que me faltaba.

—¡Perdón, perdón, perdón! No fue mi intención, estaba distraído y no me di cuenta por donde iba. — Levanto la mirada y veo a un chico como de mi edad o un poco mayor, pelirrojo, ojos verdes levemente rasgados por motas marrones cubiertos por lentes, cómo de 1.80, delgado pero por lo que puedo ver ejercitado, de tez pálida llena de pecas, va vestido con unos vaqueros y una camiseta negra.
Es guapísimo. Se le ve a punto del desmayo. —Joder, lo siento tanto, de verdad.

No olvides que nos jodió la camisa con el puto café.

En ese momento reacciono y me doy cuenta que lo vi mucho más de lo necesario y hago lo mejor que se hacer cuando me siento expuesta: Ponerme a la defensiva y cabrearme. Aún Más.

—Joder. Mira, tío, ahórrate el discurso y por donde coño caminas antes de que termines en algún problema por torpe. —Pongo mala cara y corto su patético intento de pedir disculpas dispuesta a irme. Maldición, que asqueroso esto.

—En serio lo siento. — Volteo a verlo por encima del hombro, él me observa apenado y con un deje de culpa mientras estira su mano hacia mi. — Soy Ethan Greco, por cierto.

—¿Y a ti quién coño te pregunto? .—Suelto cortante y miro al frente siguiendo mi camino al campus, viendo la hora nuevamente en el proceso. Si antes iba tarde, ahora voy tardísimo.

Este día no puede ir peor.

•••

Oh, la vida lo puso a prueba.

—Oh, vamos, Hell, hazlo por mí ¿Si? .— Dice mientras hace un estúpido mohín y entorna los ojos tratando de verse como cachorro tierno pero parece más un animal arrollado.

Pintando Enigmas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora