I : Métodos de pago

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Caminando, observo el interior del gran castillo feudal. Desprendia una aura elegante con tan solo verlo, el camino de madera finamente pulida y cubierta de una llamativa alfombra rojiza, a la vez que suaves cortinas de seda descansaban en el marco de las ventanas. 

Sus agudos ojos divagaron por el entorno debido a un poco de curiosidad y también matar el tiempo hasta llegar a la reunión a la que fue citada.

-...Estas cosas si que son aburridas...-, mei terumi, la quinta mizukage.

Murmuró en su mente, fue una gran kunoichi hace no mucho. Lideró la rebelión del pueblo de la niebla contra el tirano de yagura.

Eliminando de manera definitiva la purga de sangre, y ahora tratar de llevar a la aldea bajo una nueva imagen.

Una donde su sangriento pasado será olvidado y sepultado.

Pero a pesar de tener el cariño y respeto de su gente, no penso que ser mizukage fuera estar todos los condenados días tras un escritorio con esas interminables columnas de papeleo. 

Ya ni si quiera tenia tiempo para buscar una buena pareja o divertirse.

Aún era una mujer muy hermosa y en todo su apogeo, lo sabía muy bien.

Su piel blanca hacía juego con su cabello rojo-castaño que colgaba libremente hasta el final de su espalda, separado en exóticas puntas que le daban un toque peculiar.

Años de entrenamiento, eran fácilmente visibles en su cuerpo muy bien marcado y dotado.

De figura esbelta, unos enormes y redondos senos copa F estiraban su delicado vestido azul dejando sus hombros al descubierto y también una gran cantidad de su generoso escote que en más de una ocasión se robaron miradas a dónde quiera que vaya.

Bajando por su abdomen terso que terminó en unas caderas de reloj de arena que solo re alzaban aún más su presencia.

Dónde un short corto de color negro lo cubria, moldeando su regordete trasero en forma de durazno que a pesar de estar cubierto por la falda del vestido. No pudo hacer mucho para ocultar lo grande y carnoso que era.

Además de su rostro, hermosos ojos esmeraldas lo adornaban. Mientras sus gruesos labios rojos descansaban bajo su pequeña nariz.

Sin duda, mei era todo un manjar que más de un hombre en la niebla cotizaban. Pero no sé atrevían a hacer un movimiento tan arriesgado, ya sea por ser rechazados o terminar como nada más que polvo en uno de sus ataques de lava.

Mei suspiro por esto último, sabía que era hermosa y sexy. Pero la mayoría no se le acercaba por miedo a su fuerza.

Lo que, para disipar esa imagen suya, la llevo a ser alguien muy coqueta.

Y le divertía mucho la atención que eso le daba.

Llegando a unas escaleras que llevaban hacia arriba y terminaban en la puerta del despacho del feudal.

Un diseño algo excéntrico pero no le sorprendió mucho, estos tipos ricos siempre hacían cosas así.

Al llegar al primer escalón, fue recibida por dos guardias a su costado.

-...Es un placer que haya llegado a salvó mizukage - sama...-, uno de los hombres hablo en una reverencia, seguido del otro.

-...Oh gracias por eso...-, mei les sonrió, viéndolos bien. No estaban nada mal, ligeramente atractivos y de rasgos comunes pero de gran porte por lo poco que sus holgadas armaduras dejaban ver.

-...El feudal la está esperando...-, el otro guarida señaló a la puerta.

Mei empezó a caminar, una pequeña idea en mente.

Saldando Deudas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora