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Travis de nuevo está hablando solo, ya empieza a preocuparme, pues dijeron que su memoria duraría una semana pero últimamente ha reducido a tan solo tres días. Y lo sé, soy su hermana, pero me fastidia escucharlo llamarse a si mismo con mi nombre y no solo eso, sino que también ¡me llama Travis!

Llevo dos meses lidiando con este problema y no sé cuánto tiempo más podré aguantar. Porque según el doctor, Travis solo necesitaría un mes para poder trabajar, vivir solo o simplemente; mejorar.

Pero al parecer no fue así.


Ya son dos meses y creo que ya es tiempo para regresar al trabajo, digo, tendré que llevármelo conmigo, no vaya ser que destruya la casa.

Y pues... Es fácil, solo tendrá que atender a los clientes y cobrar el producto. «Es sorprendente como recuerda todo tipo de cuestión matemática pero olvidó su maldito nombre»



¡Demonios! Son las seis, llegaré tarde.


-¡Travis, el desayuno está listo!

-...

-¡Travis!

-...

-¡DIOS! ¡TRAVIS APRESURATE!

-Soy Anna... No tienes por qué gritar -sonrió.

-Esta bien... Señor Anna -dije bruscamente-, pero el desayuno está servido hace diez minutos y voy con retraso al trabajo. Así que ¡COMETE ESE PLATO DE COMIDA!


Travis fue al comedor, se lavó las manos y se sentó a comer tan tranquilamente como si tuviera todo el tiempo del mundo.

Se tarda como quince minutos en terminar y se levanta a abrazarme.


-Gracias por la comida Travis -dijo-, te quedó muy bien -suspiré.

-Está bien... Ve, vístete, tenemos que ir al trabajo.



Nos dirigimos al centro de la ciudad, donde una amiga y yo abrimos una tienda de ropa, accesorios y todo lo que una mujer desearía. Es una tienda grande, bueno, más grande que mi habitación; pero nos ha ido bien con el negocio y eso me ha servido para poder sostener a Travis, ya que luego de la muerte de mis padres, él quedo a mi cargo.


-¿Vamos a comer? Tengo hambre, quiero conocer los... los... árboles y quiero comer.

-No, Travis, no vamos a comer; no es necesario que meo digas dos veces. Y pues es probable que veas unos árboles.

-¡SÍ! Y podré hacer lo que esos perros hacen con los árboles cuando...

-¡CALLA! Ya sé lo que hacen y no. No puedes.

-Pero ¿por qué no puedo? -mordió su dedo pulgar.

-Porque no -respondí algo molesta.

-Eso no es una respuesta.

-Claro que lo es.

-¡No lo es!

-Oye, si te callas por un momento, te daré... un... ¡Un perro!

-¿EN SERIO? -sonrió-. ¿Cuándo me lo darás?

-Dentro de tres días...


Llegamos a la plaza. Y con tan solo hechar un vistazo, supe que sería un mal día; habían muy pocas personas, iba con retraso y, llevaba a Travis.

Nos estacionamos y corrimos para llegar lo más pronto posible a la tienda. Y aunque Travis corre más lento que un bebé aprendiendo a caminar. Llegamos pronto.


-¡Vean quién llegó! Es Anna con... ¡UNA HORA DE RETRASO!

-Soy Anna -dijo Travis saludando con la mano.

-¿Cómo? -dijo Jamie confundida.

-Es mi hermano Travis... del que te conté aquel día.

-Oh... Está bien.

-¿Hablas de mí? -preguntó Travis sonriendo-. Es porque me quieres demasiado ¿cierto?

-Sí, Travis, sí.

-Yo soy Anna, tú eres Travis. ¿Acaso perdiste la memoria? -hechó una carcajada.

-Sí... La perdí -suspiré-. La perdí.



Luego de diez horas de trabajar y explicarle más de cien veces a Travis lo que debía de decirle a los clientes y de que su nombre es Travis y no Anna. Tomamos camino a casa. En el camino pasamos a un Mcdonald's, comimos unas hamburguesas y nos dirigimos directo a nuestra casa.


-Me gustó trabajar -dijo golpeando con un dedo el vidrio-. Atendí a un perro ¿sabes?

-Eh... -no sabía qué responder- ¿Sí? ¡Qué bien!

-¡Sí! ¿Y recuerdas cuando fui al baño?

-Sí... ¿Por qué? -Travis empezó a reír-. ¿Travis?... ¡ANNA!

-Tenía muchas ganas -rió aún más fuerte-, y había... había un árbol.

-...

-¿Travis? -tocó mi hombro.

-No me hables.

Cuando llegamos a casa, Travis corrió directo a su cuarto y se acostó.

-¡DESCANSA! -gritó a todo pulmón.

-Descansa... Anna...


Y de pronto, en un par de segundos, Travis quedó dormido.

«Al fin. Paz de la buena»

Encendí la televisión y me acosté en el sofá. Había un programa de estos de entrevistas, en el cual el invitado era un actor que estaba buenísimo. Pero lastimosamente, estaba tan cansada, que me quede dormida.



A la mañana siguiente me desperté con un terrible dolor de cuello. Ya que dormí en el sofá... en el sofá más incómodo del mundo.

Me dirigí a la habitación de Travis para despertarlo, pero él no estaba. Su cama estaba hecha y la ventana estaba cerrada. El cuarto estaba en completo orden como que si nadie lo hubiera tocado. Revise toda la casa; fui al comedor, al baño. NADA. Y empecé a preocuparme, Travis no estaba en la casa.

AnnaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora