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-Eh, para de una vez-La voz de Alexander llegó a mis oídos, haciendo que mirase a través del retrovisor, viendo cómo Julieth le sacaba la lengua, para después tirarle otro trozo de plastilina.

Tenía unos hijos preciosos, pero definitivamente no habían heredado la tranquilidad de su padre; más bien eran como un Mark y una yo pero con años de diferencia; y con el físico de los Blaze.

-Julie, porfavor, deja de molestar a tu hermano.

Los oscuros ojos de mi hija me miraron fijamente, poco acostumbrada a que le reclamase cosas.

-Ha sido el, mami, siempre es un tonto-Alex aprovecho el insulto para devolverle uno de los trozos de plastilina, dándole cerca de un ojo.

Y eso ocasionó el llanto de la castaña.

-Alex, cariño, sé que te ha molestado lo que ha dicho tu hermana pero deberías tener un poco más de consider...-Antes de que terminase de hablar, un coche rojo que iba algo rápido se cruzó en mi camino, causando que diese un frenazo y mi coche se fuese un poco hacia la izquierda, por lo que frené inmediatamente a un lado de la carretera, viendo cómo ese coche hacía lo mismo.

Me quité el cinturón y revisé que mis hijos estuviesen bien, y, una vez que lo hice, salí del coche, enfurecida, directa hacia ese coche.

Lo que no esperaba es que a mitad del camino el piloto saliese, o más bien la piloto, una chica con el pelo rosa, más mayor de lo que recordaba pero con la misma carita que cuando la conocí con seis años.

Julia Blaze.

Ambas nos sorprendimos.

-Anneth, yo...lo siento mucho, tenía algo de prisa, y...que sorpresa verte-Sus ojos me revisaban de arriba a abajo, en busca de algún signo que pudiese indicar que había sufrido algún incidente.

-Tranquila, Julia, estamos bien, no pasa nada, pero deberías conducir más lento-Contesté, aunque ella dejó de escucharme en la tercera palabra.

-¿"Estamos"? ¿Alexander está aquí?-Asentí ante su pregunta, si a Julia le fascinaba algo más que pasar tiempo con su hermano mayor, era pasar tiempo con su sobrino.

Al menos antes de que Axel se fuese.

-Yo...si no te molesta, ¿podría verlo?-Dudé ante su pregunta, era su tía, sí; Pero en estos casi cuatro años solo ha mandado regalos periódicos a mi hijo en su cumpleaños y en navidad, ni una visita, ni una llamada, nada desde que su hermano, el que según ella no sabe dónde está, se largó.

Pero asentí, y le bastó eso para trotar hasta el coche, en cambio, al llegar se veía algo cautelosa, por lo que me acerqué junto a ella, abriendo la puerta del lado de mi hijo.

-Cariño, ¿a que no sabes quién conducía el coche rojo?-Alex me miró, y, en cuanto terminé la frase Julia apareció tras de mí, cohibida, en cambio mi hijo se quitó su cinturón y bajó de un salto del coche, para abrazar a su tía.

-¡Tia Julia!-La joven abrazó de vuelta a su sobrino, entablando una conversación segundos después.

Hasta que una pequeña voz me pidió agua, y Julia se acercó al coche, curiosa.

En cuanto la vió, sus ojos se abrieron sorpresivamente, y, al mirar detalladamente a mi pequeña mientras yo le daba su botella de agua, me miró.

-Yo no sabía que...-La corté, haciéndole un gesto a Alex para que subiese al coche.

-Lo sé, yo tampoco lo sabía cuando...se fue-Ella asintió, pensativa.

-Le debo muchos regalos de cumpleaños.

El reencuentroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora