Un Favor.

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Todo te daba vueltas, una punzada horrible golpeaba tu cabeza y la luz que entraba por la ventana te impedía abrir los ojos, por lo que intentaste buscar tu celular tanteando con una mano. En tanto, entrabas en razón de lo desnuda que estabas y como una sensación que de hace mucho no sentías, se hacía presente entre tus piernas.

¿Pero qué?

Al tomar el celular, lograste abrir tus ojos pero ni si quiera te fijaste en la pantalla, ya que la realidad te azotó fuertemente al recordarte en donde te encontrabas.

Carajo.

Te sentaste en la cama de un tirón cubriendo tus pechos desnudos con las blancas sábanas, mientras, tus pupilas recorrían la lujosa habitación. Tenías miedo de mirar a tu lado, aunque ya lo sabías, es más, escuchabas su tranquila respiración pero, realmente no podías creer lo que hicieron, lo que tú habías hecho. Y si lo mirabas, tendrías que aceptar que todo lo que ocurrió la noche anterior. Fue real.

Dos días antes.

-      Nos hacía falta un descanso ¿no crees? –dijo Belén mientras se estiraba en su toalla de playa y escribía en su celular con una sonrisa en los labios.

-      Si, totalmente. –le respondiste respirando profundamente y sintiendo el aroma a mar, boca abajo con los ojos cerrados. –Necesitaba de la playa para sanar mi interior.

-      Y varias cosas más que te hacen falta ¿no? –preguntó en una clara burla soltando una carcajada.

-      ¿Ya empezarás con eso?

-      Amiga de mi corazón, hermana mía de otra sangre, tú sabes que me preocupa tu actitud reacia a tener un poco de acción. Es bueno para la salud, está comprobado. Calma el estrés y...

-      Preocúpate por otras cosas por favor –le dijiste riendo por su intento científico de convencerte –como de que tenemos que irnos a China pasado mañana. –te acomodaste de lado para poder mirarla, afirmando tu cabeza en la mano.

-      Hablando de eso... –te dijo Belén claramente nerviosa.

-      No me gusta el nerviosísimo en tu mirada ¿Qué ocurre? ¿Se te olvidó algún trámite? Recuerda que no nos puede faltar nada.

-      No, no es eso. –tomó un mechón de su pelo y sin mirarte comenzó a juguetear con él –¿Te acuerdas de Dylan?

Miraste al quitasol de colores un segundo intentando recordar de quien hablaba.

-      ¿El chico de Nueva York que estaba con el grupo de ayuda en Bolivia?

-      Ese mismísimo. –dijo con una sonrisa dentada sentándose en la toalla. –Que buena memoria tienes.

-      ¿Qué pasa con él? –preguntaste no tan animada como tu amiga. La conocías muy bien y sabías lo que podía significarse.

-      ¡Ay! No te hagas, si sabes que sucede. –dijo rodando sus ojos.

-      Belén, la última vez que permitimos a uno de tus amoríos en nuestro voluntariado, terminó horrible.

-      Pero él es diferente. –lo defendió moviendo las manos. –Además, no es que le podamos prohibir ir. Me dijo que había enviado la solicitud hace un tiempo pero, que no estaba seguro y después de conocerme, supo que si quería hacerlo.

-      Sólo lo conociste un par de días ¿qué te hace creer que es diferente?

-      Por favor amiga. –te suplicó haciendo puchero y poniendo ojos de cachorro. –Si esta vez sale mal, prometo nunca, pero nunca, nunca, nunca más hacerlo.

COINCIDENCIAS (Tú y Adam Driver).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora