II

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<<El encuentro con Rosita>>

Era el día sábado, Camila hacía su bolso para irse, ya que al otro día Rosita llegaría a trabajar, se sentía nostálgica porque no volvería a ver a Margarita, mucho menos a Alejandro, pero también se sentía feliz porque podría ver a su madre, pero algo inesperado ocurrió. Margarita llegó al dormitorio en busca de Camila y le indico que Santiago necesitaba conversar con ella. Rápidamente se dirigió al despacho de Santiago, abrió la puerta y estaba Rosita, con sus ojos lagrimosos. Inmediatamente se acercó y le dio un fuerte abrazo. Santiago comenzó a hablar, comentándole a Camila que Rosita necesitaba de su ayuda, puesto que, su anciana madre estaba muy mal de salud y requería dos meses más de reemplazo, para poder estar junto a ella y dejar todo listo para el momento que diera su último aliento. Camila se entristeció tanto de ver llorar a Rosita, más aún porque conocía a su madre, una ancianita de noventa años, que fue un gran apoyo cuando Camila era muy pequeña, ya que en ocasiones la cuidaba cuando su madre debía trabajar hasta tarde, cuando creció ya fue difícil volver a verla, porque Rosita tuvo que llevarla al hogar de ancianos, para poder seguir trabajando, siempre quiso ahorrar para comprar una casa y lo cumplió, pero cuando estaba ya casi lista para llevarse a su madre, ella enfermó.
-Lo único que me preocupa es no saber de mi madre. -replicó Camila.
-Camí, escríbele una carta, yo se la llevaré.
-¡Oh, sí! ¡Por supuesto! -Dijo Camila-, -es más, le enviaré la platita que he reunido, por favor Rosita entréguesela, debe necesitarla para sus medicamentos y pagar el alquiler de la casa, ya que difícilmente ella tenga dinero para hacerlo.
Santiago la veía con tanta admiración. Mientras cruzaba miradas con Rosita.
-Entonces no se hable más, -Camila ve, escribe la carta y trae todo hasta aquí. Por el momento conversaré con Rosita.

Camila fue corriendo y escribió la carta, busco un sobre y puso ambas cosas en él. Cuando se acercaba al despacho con el sobre, alcanzo a oír algo que la dejó un tanto desconcertada. Una conversación algo confusa.
-Mi querida Rosita, cuanto hemos vivido, tantas cosas que sabemos.
-Alguien debe decírselo. -murmuró Rosita.
-Así es, pero a nosotros no nos corresponde.

Cuando Camila tocó la puerta, ambos se preocuparon y preguntaron cuánto rato llevaba ahí. Camila avergonzada dijo que acababa de llegar. En ese instante, Camila entregó el sobre a Rosita y le dio un fuerte abrazo, pero su mente le daba vueltas, pensando a que se referían o a quien con tanto misterio.
A la hora de la cena, estaban todos muy tranquilos, Francisca estaba muy contenta, ya que había estado de visita en casa de su amiga, le comentaba a Santiago que la próxima semana vendrían a la casa con Javiera, le hablaba de lo hermosa que estaba, dirigiendo su mirada hacia Alejandro. Él presentía las indirectas de su madre, solo la oía y se apresuraba en poner la comida en su boca.
-Francisca, hay un tema que debo comentarte, ya que últimamente casi no nos vemos. -replicó Santiago-, -Francisca y Alejandro fijaron rápidamente la mirada en él.
-Dime amorcito. -respondió Francisca con un humor increíble.
-Hoy vino Rosita, como bien sabes mañana debería estar trabajando. -Interrumpe Francisca.
-Mi Rosita, ¿dónde está? -Ya quiero verla.
-Francisca no me interrumpas-. -expresó Santiago con seriedad.
-Ella llegó por la tarde y me pidió que extendiera su permiso o vacaciones, según acordemos, ya que su anciana madre está agonizando y ella desea pasar el tiempo que le queda en compañía de ella. Los médicos no le dan más de dos meses de vida y ella desea dar santa sepultura.
-¡Pero esto es horrible! -Dando un grito desgarrador, pero ¿qué haremos sin ella tanto tiempo?
-Ya está todo resuelto, Camila seguirá reemplazándola, nos ha demostrado su capacidad y amablemente ha aceptado mi solicitud y la de Rosita.
-¡Ay, por Dios! -Me volveré loca-. -exclamando completamente exaltada y fuera de sí. -¿Entonces debo seguir viendo a esa niña horrorosa?
-Mujer baja la voz que te oirá.
-¡Tú crees que me importa lo que opine la servidumbre! Entiendo yo no la quiero aquí, su presencia me molesta, me desagrada.
-Son solo dos meses Francisca. ¡Ya basta! todos estos años de matrimonio, me he sometido a tus caprichos, se ha hecho tu voluntad en todo lo que has deseado. Hasta el hombre más comprensivo se volvería loco a tu lado. No quiero una palabra más al respecto, ¡no querrás conocer mi ira acumulada en estos treinta años de represión!
Francisca no dirigió una palabra más durante la cena ofendida, su esposo nunca le había hablado así y todo por aquella vulgar pobretona que había llegado a revolucionar a su esposo, acrecentando su odio hacia Camila.

CARICIA DE MADREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora