Capituló I

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El bonito pelinegro se encontraba trabajando pacíficamente en su escritorio, hasta que llegó una llamada entrante de su jefe pidiéndole un café, se quitó sus anteojos de lectura y emprendió camino hacia la cafetería que se encontraba en la planta de abajo.

Lo que le gustaba mucho de su trabajo -además del sueldo- era que la cafetería siempre estaba surtida con todo lo que podría gustarle, había desde galletas hasta muffins y todo era completamente gratis, no como en su anterior empleo, donde casi te querían cobrar el agua que bebías.

Mientras estaba preparando el café para su jefe, alcanzó a escuchar los cuchicheos de sus compañeras de trabajo, uno de los temas principales era el que habían llegado juntos el Señor Panich y él, y como su jefe le había abierto la puerta y sostenido la mano para bajar del auto.

Quería reprocharles que el Señor Panich solamente estaba siendo caballeroso con él pero, se sabe que no, todos en la empresa tienen al Jefe como un hombre muy reservado y estricto, además de muy malhumorado en ocasiones. Se han dado cuenta que no es caballeroso con nadie que no sea de su entorno ya que, el día que lo fue, estaban inventando rumores que estaba saliendo con tal persona.

Pero en esta ocasión, no le importó al hombre ser tan descarado el llevarlo en su auto y aparte hacer lo demás. Total, se lo había follado la noche anterior. Si querían inventar cosas, no le importaba, de todas maneras no había mentiras en sus chismes.

Se dio cuenta que ya se estaba acercando la hora del almuerzo y aún no terminaba el informe que tenía pendiente.
Tomo un pequeño plato para ponerlo debajo de la taza y se dirigió al elevador a la oficina de su jefe.
Ya cuando se encontraba dentro de este, sintió las miradas de sus compañeros en él, eran por dos motivos; uno de ellos era por lo dicho anteriormente y el otro era, porque obviamente era hermoso, él lo sabía y cada que llegaba a un lugar se lo recordaban.

Cuando volvió al piso donde trabajaba, se dirigió hacia la oficina del Señor Pruk, tocó antes de entrar y cuando tuvo autorización de este, ingresó al lugar.

Era una oficina realmente bonita y muy amplia ya que, era la única que se encontraba en ese piso además de su escritorio que estaba afuera.
Vio al hombre sentado en su silla giratoria detrás del elegante escritorio cristal, tras él se hallaba un enorme ventanal que daba vista a la ciudad y abarcaba la mayoría de la pared.
No quiso hacer mucho ruido al entrar ya qué, el mayor se encontraba en una llamada. Su plan era; dejar la taza con café en el escritorio y salir de ahí para continuar con su trabajo, tenía mucha hambre y quería regresar a la cafetería de la empresa, hoy tenían rollos de canela y no quería que se los ganaran.

Obviamente todo el plan se fue al fracaso cuando sintió como su brazo fue sujetado por el más alto mientras escuchaba cómo se despedía en el teléfono, alegando que se encontraba sumamente ocupado.

-¿No me vas a dar un beso, muñeco?- le dijo con voz ronca, no eran sus planes quedarse pero, este se lo ponía difícil.

-Bueno, se encontraba en una llamada importante, no quería molestar. -sintió como el hombre lo jalaba hacia él para que se sentara en su regazo.

-Nada es más importante que tú.- dicho eso lo beso, por el tiempo que llevaba metiéndose con él, sabía por experiencia que no era solo de besos ligeros, siempre buscaba meter su lengua en su boca y hacerlos sumamente intensos, al final sus labios siempre quedaban hinchados y un poco afiebrados por las pequeñas mordías que le proporcionaba.

Se separó del beso pero no de su "asiento" rodeó con una mano el cuello del mayor para acariciar su cabello y con la otra sujetó su hombro.

-Lo sé pero, ya es casi la hora de la comida y quiero terminar el informe que mi querido jefe me encargo, además, quiero llegar antes de que Yim se termine los rollos de canela de la cafetería. -dijo e hizo un pequeño puchero, sabía cómo manipular al más alto.

-Bueno, si ese es el caso ¿Qué tal si tú y yo tomamos el almuerzo juntos y, a la hora de salida nos vamos a ese restaurante que sé que te gusta tanto, qué dices?

No puede decirle que no, sabe que no puede y más teniendo una gran mano rodeando su cintura y la otra metida entre sus muslos.

-Está bien pero, no creo que esta ropa sea la adecuada para ese restaurante. -no vestía mal, tenía puesto un pantalón sastre que se amoldaba perfecto a su cintura y una camisa manga larga de satín rosa junto con unos mocasines.

-Pero si estás precioso como siempre, aunque, tu cuello se ve algo vacío ¿qué tal si...? -estiró la mano que sostenía su muslo y la dirigió hacia uno de los cajones que tenía el escritorio, de él sacó una caja medianamente grande de terciopelo azul y lo colocó ente sus piernas.

El menor la abrió y de ella reveló uno de los collares mas preciosos que había visto, estaba repleto de diamantes y venía acompañado de un par de pendientes.

-¿Te gusta? -preguntó el pelinegro comenzando a darle besos detrás de su oreja.

-Claro que si ¡Es precioso! Muchas gracias. -obviamente iba a recompensar al más grande esta noche. -te comería pero ahorita quiero alimentarme con comida real.

El hombre comenzó a reír en su cuello para después dejar un pequeño beso en este.

Sintió que le palmeó su muslo, haciendo énfasis a que se levantara para poder ir a almorzar y, como sucedió en la mañana, algunos ojos curiosos les siguieron el paso hasta perderse en el estacionamiento, donde ambos abordaron el mismo auto.

Él sabía que a los ojos de algunos compañeros parecía una zorra, pero no le importaba. Se comportaba como una solo para su jefe.

>Fanytz

CHAWARIN [ZeeNuNew]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora