↳ ONE SHOT, 007 ✧

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✧ taesanyriwooxocfem.




¿Desde cuándo mi relación con Taesan se ha sentido así de distante?, pensó Yanmi.

Desde hace meses que a duras penas se mandaban mensajes, cuando el chico se podía permitir tiempo libre elegía pasarlo con sus amigos o durmiendo. En sus escasos encuentros se mostraba serio e indiferente, ya no le sonreía como antes, prefería quedarse callado y escapaba de sus muestras de afecto.

Yanmi lo intentó para no reprocharse más tarde, no obstante, estaba claro que quien era su novio había dejado de amarla hace tiempo. Se mortificaba en las noches con pensamientos que la acusaban de ser ella la responsable de que los sentimientos de Taesan cambiaran, pero sin importar qué tanto tratara de buscar no hallaba ningún motivo por el que todo eso fuera su culpa.

Quiso hablarlo con su novio, pero este se esmeraba en ignorarla, pues no respondía mensajes ni llamadas. Yanmi sintió hartazgo con la situación, decidió entonces tomar un taxi hasta la casa de Taesan.

Se topó con una reunión de amigos, unos jugaban videojuegos y otros escuchaban música. Las tres chicas presentes yacían sentadas aparte, charlando y sirviéndose soju.

—Si buscas a Taesan, fue a comprar más bebidas —notificó alguien detrás suyo en tono dócil. Al darse vuelta Yanmi observó con agradecimiento al chico de cabellos cortos y ojos amables más bajito que ella. Conocía a Riwoo desde la última vez que pasó una tarde acompañando a Taesan y sus amigos.

—¿Hace mucho que salió?

—Acaba de irse, tardará un rato.

Yanmi se mordió la piel alrededor de la uña del dedo índice, frustrada y arrepentida de estar ahí. Comenzó a caminar a la salida, abrió la puerta y ya en el umbral de esta sintió el toque gentil de una mano ajena sobre la propia.

—No hagas eso, puedes lastimarte —Riwoo guió su mano lejos de su boca para que no continuara torturando su piel. Volteó hacia las calles desiertas, cohibido, metiendo las manos en los bolsillos de su sudadera azul —. ¿Quieres que esperemos a Taesan en la plaza que está a la vuelta? Pasará por ahí al regresar, es imposible que no nos vea.

Yanmi aceptó sin mucho ánimo y partieron rumbo a la plaza en silencio. No había gran cantidad de gente al llegar. La chica corrió a sentarse en uno de los columpios vacíos y permaneció ahí con aires melancólicos. Riwoo se sentó justo en el otro columpio, balanceándose con mesura.

—¿Quieres contarme qué sucede? —ofreció sin voltear a verla, supo que ella sí le había clavado la mirada y trató de estarse calmo —. O puedes hablarme sobre cualquier otra cosa, aunque sea una tontería, yo te puedo escuchar.

Esas eran las palabras que Yanmi deseaba oír de su novio. Pero este chico de actitud sosegada yacía ahí dispuesto a escuchar sus tonterías.

—Estos columpios me recuerdan a cuando de niña mi hermano mayor me empujaba y después me compraba algodón de azúcar.

Riwoo la miró con interés.

—¿Tu hermano vive lejos?

—Por desgracia, sí. Solo nos vemos un par de veces al año porque está ocupado con su trabajo.

Riwoo percibió el suspiro triste que escapó de entre los labios rosados de Yanmi y con determinación abandonó su columpio para plantarse detrás de la chica.

—¿Qué haces? —se exaltó Yanmi.

—Agárrate fuerte.

Antes que ella pudiese replicar, Riwoo la había empujado con energía. Yanmi dejó salir una sincera carcajada mientras ese cosquilleo en su panza se acrecentaba a medida que se columpiaba. Riwoo quiso detener el tiempo y permanecer viendo la expresión alegre en el rostro de la fémina para siempre.

Luego de unos mintutos más cesaron sus actividades y aún entre risas Riwoo la guió hasta el puesto de algodón de azúcar. Con un brillo en sus ojos le regaló el algodón de azúcar color rosa, robándole una porción y recibiendo un fingido reproche de la chica.

Sin embargo, el ambiente se tornó tenso al instante que alguien sujetó bruscamente a Yanmi del brazo, causando que el algodón de azúcar terminase en el piso. Taesan no se mostró culpable por ello, sino que por el gesto que cruzaba su cara se veía molesto.

—¿Qué diablos te pasa, Taesan? —Yanmi recriminó a su novio, soltándose como si su tacto quemara, hecho que hizo sentir herido a Taesan.

—Aquí no, Yanmi —Taesan miró a la gente en la plaza —. Ven conmigo, hablemos en otro lado —quiso sostener su mano, pero ella lo esquivó.

—¿Ahora quieres hablar?

Sin pensarlo dos veces Taesan arrastró a Yanmi por el hombro hasta una zona más apartada. La manera en que ella lo miró delataba lo furiosa que se sentía.

—No armemos una escena y vamos a casa —pidió Taesan.

—No quiero.

Taesan bufó, cansado.

—¿Qué hacías con Riwoo?

—Me acompañó hasta aquí porque me sentía miserable por tu culpa —echó en cara sin compasión, pues se sentía tan molesta con su novio.

—¡Le gustas a Riwoo! —replicó Taesan en un susurro indignado —. ¿Te parece bien estar sola con un chico al que le gustas?

Esta información era nueva para Yanmi, pero ni así se dejaría amedrentar por el chico adelante suyo poseedor de un par de ojos iracundos.

—No hacíamos nada malo —se justificó —. Aparte no tienes derecho a reclamar nada. ¡Me dijiste que estarías ocupado toda esta semana y resulta que hasta hay una fiesta en tu casa!

—Basta, Yanmi.

La aludida no le hizo caso.

—Sabes, me preocupé por ti, vine para hablar sobre nosotros y ayudarte si lo necesitabas. Pero no es así. Ya no me necesitas —se aguantó las lágrimas y forzó una sonrisa amarga —. Si tanto deseabas terminarme ten el valor de decírmelo de frente.

—No quiero terminar.

—Pero yo sí quiero hacerlo.

—¿Qué? —Taesan arrugó las cejas—. ¡No! Hablemos en casa, Yanmi, solo nosotros.

—No. Ya me oíste. Terminamos.

Yanmi lo dejó para regresar con Riwoo que hasta ahora observaba todo desde lejos en caso de que la situación se pusiera fea. Su rostro tenía una expresión taciturna que se ablandó al instante que la chica volvió a su lado.

—Lamento todo eso, seguro te has sentido incómodo —se disculpó Yanmi, señalando a su ex que los veía con resignación —. Quiero agradecerte por hacerme sentir bien cuando me sentía tan horrible. La pasé muy bien, Riwoo. Muchas gracias.

Riwoo negó con la cabeza, dibujando una tierna sonrisa en su rostro.

—No tienes que agradecerme —murmuró.

Yanmi le dio una última sonrisa y decidió regresar a su propia casa. Ni siquiera se volteó al escuchar su nombre en boca de quien ahora era su ex. Simplemente optó por abandonarlo así como él la abandonó.

BOYNEXTDOOR, ESCENARIOS ☕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora