Capitulo 2

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—¡¿De verdad están diciendo que no podré tener una fiesta de presentación?! —exclamó enojada Ariadne. —¡¿Se dan cuenta de que eso solo hará que sea la burla entre mis amigas?!

—Cómo la mayor tienes que ser comprensiva —comentó su madre con un enojo visible. —Tal vez tú no tengas, pero eso ayudará a que tus hermanas puedan gozar de una.

—¿Y por qué tengo que ser yo la que se sacrifique? ¿Por qué no Aisha? Comparándola con Amaris y yo, ella no tiene nada destacable.

—¡Ariadne, basta! —intervino su padre. —Entiendo que estés molesta por no tener una celebración, pero eso no es motivo para rebajar de esa manera a tu hermana.

—¿Y ustedes sí pueden rebajarme a mí de esta manera?

—No seas histérica, deja de dramatizar por algo tan pequeño, yo no tuve una y no fue el fin del mundo.

—Y es por eso que terminaste con un marqués de baja categoría qué ni siquiera puede pagar una fiesta.

—¡Es suficiente, estás castigada! ¡No se te permitirá salir de tu habitación en un mes! —exclamó su madre totalmente iracunda, cómo pocas veces la habían visto.

Ariadne apretó los puños con frustración y salió apresuradamente del comedor, Amaris corrió tras de ella.

Paró en seco y miró a su alrededor algo mareada, lo que vio había sido solo un recuerdo, pero parecía que lo había vivido nuevamente, tuvo que sostenerse de una pared para diferenciar la realidad de su pasado. La discusión no había sucedido, su hermana no había sido castigada y si todo salía bien tendría una fiesta y no tendría que llevarla a ella y a Aisha al ducado, sonrió satisfecha, no tenía alguna idea del por qué había retrocedido al pasado, sin embargo aprovecharía todos sus recursos para evitar que sus seres queridos sufran otra vez y desgraciadamente, el debut era una pieza clave para evitar el triste destino de su hermana.

La fiesta de presentación era un evento que tenían todos los hijos de los nobles al cumplir quince años, el objetivo de esta era establecer conexiones con los que serían sus futuros allegados y simbólicamente se presentaba al joven ya cómo un adulto, quien a partir de entonces se haría cargo poco a poco de las funciones de su padre para heredar el título nobiliario al cumplir dieciocho años o en el caso de las mujeres, estaban listas para elegir algún pretendiente con el cual se casaría posteriormente al cumplir la mayoría de edad, algunos incluso utilizaban la celebración como excusa para presumir su riqueza y poderío a las otras familias, por eso es que era tan importante.

La única persona de la que se sabía que había saltado tal evento tan importante era el príncipe heredero, sin embargo no creía que alguien pudiese criticarlo, por lo que el enojo y miedo de Ariadne era comprensible, ella no tenía el poder o algún título lo suficientemente importante para detener las burlas y al final tenía razón, después de su cumpleaños sus amigas comenzaron a aislarla, las invitaciones a las fiestas se hicieron cada vez menos frecuentes y sus pretendientes parecían solo querer sacar provecho de su situación. Desgraciadamente terminó cayendo ante las dulces promesas de uno de ellos, quien solo la usó y la deshechó, para después presumir a todos que se había acostado con la "santa", cómo solían conocerla debido a su activa participación en la iglesia, cosa que solo provocó más burlas.

Fue por esa razón que, cuando el duque eligió a Amaris cómo su futura esposa tuvo que llevarla como dama de compañía, pero eso no mejoró las cosas, la gente no dejó de hablar de ella y los hombres solo se dirigían a ella cómo "la fácil", finalmente sintió tanta vergüenza que no volvió a pisar ningún templo en su vida, sumergiéndose cada vez más en ese bucle de tristeza.

Pero se aseguraría de que aquello no sucediera nuevamente, ella sería feliz aun si eso significaba sacrificar sus estudios, así que no valía la pena pensar en eso ya que solo le deprimía no haber podido hacer nada en aquel tiempo, en su lugar investigaría su futura enfermedad, tal vez pueda encontrar alguna forma de evitarla o en su defecto, la manera de vivir por más tiempo.

Se dirigió a la biblioteca para buscar algunos libros acerca de medicina, así también podría estudiar y entender mejor lo que hacía su padre. No obstante se desvío de su objetivo al escuchar algunas voces alteradas, se acercó, eran sus padres discutiendo en la sala de reuniones, tuvo que acercarse más para escuchar mejor, aunque de manera silenciosa para no ser descubierta.

—¿Se puede saber cómo es que dejaste qué tu hija tomara una decisión tan irresponsable? —preguntó su madre molesta.

—No podría llamarlo irresponsable si seguirá estudiando, tu misma escuchaste lo interesada qué estaba. Además lo que dijo tiene razón, si hay más manos entonces habrá más medicina, podríamos ganar un poco más, sus ideas también son buenas, si lo pulimos un poco entonces tendríamos aún más ganancias y no solo eso, si no que también ese ahorro nos permitirá realizar la fiesta de Ariadne —respondió su padre sin despegar la vista del libro que estaba leyendo.

—Ariadne podría entender, no podemos dejar que Amaris pierda la oportunidad de hacer contactos con los hijos de los nobles, si tiene suerte podría comprometerse con el hijo de un marqués o un conde.

—Paula —su padre tenía un tono de voz más severo. —Debes entender nuestra situación, tuvimos que vender las joyas de tu madre para pagar las reparaciones de la cocina, si seguimos pagando la academia de las tres tendremos que acudir a un préstamo para sobrevivir ¿qué pasará con ustedes si muero antes de poder pagarlo? Sabes lo que podría suceder ¿no es así?

Su madre se quedó en silencio por algunos largos segundos.

—No debí de insistir para que le ayudaras con su negocio —habló al fin, con una voz de arrepentimiento.

—Lo pasado en el pasado está, no podemos hacer nada ahora, más que tomar lo que tenemos por delante y... —dijo algo más, pero no pudo escuchar del todo, después se escuchó un largo suspiro y el sonido de tacones acercándose, Amaris se escondió rápidamente en un pasillo cercano para no ser vista, cuando vio que estuvo lo suficientemente lejos salió de ahí y prácticamente corrió a la biblioteca, tenía que encontrar un lugar dónde sentarse y pensar.

Cuando llegó se dio cuenta de lo agitada qué estaba, desde que había despertado las sorpresas no habían parado de llegar. Sabía que su padre había quedado en la ruina debido a algunas malas inversiones qué había realizado en el pasado, sin embargo no pensó que su madre fuera quien le había aconsejado, no era algo que les habían comentado tampoco, siempre creyó que había gastado todo su dinero de manera irresponsable, se sintió mal por haberlo juzgado durante tanto tiempo.

Quería investigar más, pero sabía que por el momento no había forma de hacerlo, a menos que encontrara la manera de buscar en los antiguos libros de cuentas e investigar a nombre de quien estaban los cheques de esos años, tal vez así encontraría alguna pista de quien era el desconocido en el que tanto habían confiado sus padres y así tratar de recuperar al menos una parte del dinero perdido.

Tantas cosas en que pensar al mismo tiempo solo provocó qué al final tuviera dolor de cabeza, Ariadne, su enfermedad, sus padres, el dinero, cada idea solo daba vueltas y vueltas en su mente sin cesar, combinado con los repentinos mareos qué sentía no hizo más que empeorar la situación, de pronto vio como todo a su alrededor se volvía borroso y después escuchó un golpe, había sido su cabeza contra el suelo.

—¡Por Dios! —escuchó gritar a Beatriz. —¡Señor, se ha desmayado! ¡Se ha desm...

El sonido se hacía más pequeño con el tiempo, hasta que solo escuchó silencio, después todo se volvió negro.

En Esta Vida Yo Seré La Que GaneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora