Capitulo 3

1 0 0
                                    

Amaris corrió a través del espeso bosque tratanto de esconderse de la lluvia, el miedo se apoderó de ella cuando descubrió que, entre más pasaba el tiempo, menos reconocibles le parecían los paisajes a su alrededor. Trató de respirar y pensar con calma, pero debido al sonido de los truenos combinado con los extraños sonidos de su alrededor le fue imposible, no fue hasta que vio una cueva a lo lejos que se sintió aliviada.

La entrada era algo estrecha, por lo que le costó un poco entrar, se veía algo oscura y húmeda, pero a comparación del exterior era una cálida cabaña. Decidió adentrarse un poco para verificar si acaso era la única entrada, quizá y si tenía suerte podría encontrar una más cerca del ducado. Avanzó sin dejar de tocar la pared con su mano derecha, al menos así si se perdía podría regresar con facilidad, todo estaba en relativa tranquilidad hasta que en cierto punto vio a lo lejos una extraña iluminación, cómo si hubiera una fogata dentro de la cueva, sin embargo eso era imposible a menos que alguien más estuviera ahí también.

Dudó en si avanzar o no, pero pensó que podría ser alguien quien al igual que ella se encontraba perdido, por lo que se dirigió a esa dirección, debido a la humedad de la cueva el ambiente se había tornado muy frío, una fogata era en ese momento ya una necesidad, podría simplemente pedirle compartir un poco de su fuego para después tratar de buscar una salida juntos, para ella sonaba como una buena idea.

Desgraciadamente sus planes se fueron abajo cuando llegó a su destino, por supuesto que había una fogata, pero la persona que estaba detrás de esta no parecía amigable en lo absoluto, era un hombre vestido con una capucha negra que solo dejaba ver su rostro, su cabello era de un brillante color carmín y sus ojos, del mismo color, parecían resplandecer al calor de la fogata.

Desgraciadamente sus planes se fueron abajo cuando llegó a su destino, por supuesto que había una fogata, pero la persona que estaba detrás de esta no parecía amigable en lo absoluto, era un hombre vestido con una capucha negra que solo dejaba ver...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La miraba fijamente, ella retrocedió instintivamente ante el miedo, hasta que un repentino dolor en su sien la despertó.

Amaris abrió lentamente los ojos, sin embargo debido al dolor no lo logró del todo, aquello era cómo una tortura, parecía que algo estaba palpitando dentro de su cabeza, ni siquiera trató de incorporarse, en su lugar pensó que dormir era una mejor opción, se dio la vuelta para tratar de hacerlo y entonces sintió como algo caía de su frente, lo tocó, parecía ser una tela tibia, apenas húmeda.

Escuchó el rechinido de la puerta, alguien había entrado. A juzgar por el sonido suave de los pasos supuso qué era Beatriz.

—¿Ha despertado ya señorita? —preguntó la mucama susurrando.

—Mi cabeza... Duele —Fue lo único que logró pronunciar la chica.

—Debe recostarse boca arriba para que pueda ponerle otro paño mojado, dijo el doctor que también debe mantenerse hidratada, así que por favor trate de tomar agua también.

—¿Cuánto tiempo dormí?

—Toda la tarde de ayer y todo el día de hoy, en estos momentos es medianoche, así que se puede dar una idea.

En Esta Vida Yo Seré La Que GaneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora