Capitulo 4

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Después del accidente, Amaris fingió estar enferma durante una semana más, principalmente para acostumbrarse nuevamente a su vida, había aprendido sus rutinas, cómo vestirse de manera apropiada y sin ayuda, a recordar todos los nombres de las personas que la rodeaban y otras cosas más.

Sin embargo, su descanso no podía durar para siempre, esa misma mañana su padre le comentó que sus clases no podían aplazarse más y comenzarían al día siguiente. No podía culparlo, había sido bastante paciente al esperarla hasta ese momento.

De pronto escuchó como tocaban a su puerta, cuando abrió se dio cuenta de que era Aisha, estaba vestida con el uniforme de la academia y sostenía entre sus manos lo que parecía ser un panfleto arrugado. Recordaba que ese día era torneo de caza, por lo que tendrían que asistir a la escuela aunque fuese domingo.

-¿Estás segura de que no quieres asistir? -le pregunto decaída, le había preguntado lo mismo la noche anterior, pero al igual que esa vez su respuesta sería la misma, por lo que negó con la cabeza.

-Te agradezco mucho la invitación, pero quiero descansar y tener mis energías llenas para la clase de mañana, lo siento -por supuesto que eso era una total mentira, la realidad es que quería evitar el ser juzgada por las que eran sus anteriores amigas y por todos en general. Aisha por su parte asintió con tristeza, siempre habían asistido juntas a todos los eventos, así que podía llegar a entenderla.

-No te preocupes, te traeré un premio -sonrió confiada y la mayor no supo si aquello era cariño o vanidad, pues ya que las mujeres no podían participar en el torneo, la única manera de obtener un premio era que un varón te lo otorgase y para que eso sucediera solo había dos opciones; que tu novio o prometido gane o ser lo suficientemente popular para que alguien te lo regale, lo sabía porque tanto ella como Ariadne habían tenido varios en su posesión, aunque siempre terminaban vendiéndolos.

Finalmente, decidió que estaba sobre pensando las cosas y pensó que aquello era una simple manera de animarla, cómo una linda promesa infantil que sabes que no se cumplirá, pero finges que sí para no matar la ilusión.

-Por cierto -siguió hablando la pequeña. -Te traje esto, lo estaban repartiendo afuera de la escuela y como la flor es muy bonita pensé que te gustaría, también pedí otro para quedármelo porque me gustó mucho -le entregó el panfleto que tenía en la mano y Amaris no pudo evitar ser atraída por la imagen de aquella hermosa flor rosácea, con el borde de sus pétalos de un llamativo color dorado, el mismo color de letras que llenaban la parte de arriba del papel y parecían promocionarla.

"¿Preocupado por el futuro? ¿Temes a futuras afecciones?

¡YA NO MÁS!

Miralum, la flor milagrosa que te cura incluso antes de que te enteres de que estabas enfermo, desde una simple gripe hasta las peores plagas, llega a tus manos desde el Imperio de Farandon ¡cómprala antes de que sea tarde!"

La chica estaba tan absorta en aquel panfleto que ni siquiera se dio cuenta del momento en que su hermana se marchó, cuando al fin lo noto corrió a su ventana y les grito deseándoles suerte, afortunadamente aún no habían subido al carruaje, ambas se despidieron con la mano y ella las imitó. Cuando al fin partieron, se dirigió con velocidad al estudio de su padre, tocó la puerta al menos tres veces, pero al no haber respuesta decidió que lo mejor era preguntarle directamente a su madre.

-Debe estar en el lago -respondió mientras movía algo en una olla -ya que el otoño está comenzando, seguramente está recolectando plantas, ¿por qué? ¿Vas a ir a verlo? -La chica asintió y entonces su madre le pasó una caja de madera envuelta en tela -En ese caso entrégale esto por favor, que esta mañana olvidó llevar su almuerzo.

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⏰ Última actualización: Dec 29, 2023 ⏰

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