Capítulo 1

355 16 0
                                    

Todos estamos en posición, acostados a un lado de la carretera esperando el momento oportuno para interceptar el camión. A mi lado esta Sebastián, mi mejor amigo, y del otro está Lupita. Sebas alza la cabeza y asiente una vez, los demás están escondidos con las motos que son cubiertas por una cobija que parece parte del pasto. 

_ Escuchen plebes! El camión está a las cinco..._ grito y me saco el inhalador para agitarlo y llevármelo a la boca.

Cada vez que hago este tipo de trabajos tengo que usarlo, soy asmática crónica pero normalmente ya no tengo crisis.  Al minuto siguiente me pongo de pie con Lupe y caminamos lentamente hacia el medio de la carretera. Veo que el camión se acerca y va descendiendo la velocidad cuando el chófer nos ve, dos monjas a mitad de la nada. Lupe se acerca a la vieja moto parqueada a un lado y el camión se detiene cuando alzó mis brazos y los muevo en el aire.

Es la hora. 

_ Señor gracias a Dios_ digo en mi papel y me acerco a la puerta del conductor,  dentro hay otro señor más.

_ Señora, le puedo servir en algo?_ pregunta él.

_ Si señor, a ver si es tan amable de ayudarnos. Vamos de camino al convento que está cerca de acá,  llevamos providencia y la moto se averió. Si pudiera echarle un vistazo usted que se ve bueno en la materia?

El señor me mira no tan convencido y suspira.

_ Señora el problema es que vamos con  prisa_ no lo dejo terminar.

_ Señor usted parece un buen cristiano,  no nos deje desamparadas porfavor_ ruego y el le dice algo a su compañero para luego abrir la puerta.

Miro en dirección a Lupita y ella se ve muy nerviosa, es su primera vez y temo que  nos delate. 

_ A ver señoras, le voy a echar un ojo rapidito eh, en realidad no soy muy de motocicletas.

_ Que el señor se lo devuelva con creces buen hombre_ camino detrás de él y en el siguiente minuto saco mi arma y le paso el brazo por los hombros para pagársela al costado_ solo que hoy no será mi plebe.

Escucho el camión sonar el claxon y en segundos los chicos salen de sus escondites para apuntarle al otro señor que está dentro. Ahora tenemos todo bajo control, pienso mientra el señor de baja estatura ruega por su vida y lo voy empujando a un lado de la carretera. 

(...)

_ Todo listo mi Pouch_ me dice el Robin y asiento. 

Hemos amarrado y amordazado a los dos hombres, están arrodillados en el pasto seco y aún siguen llorando y soltando sonidos ilegibles.

_ Ahora si les llego la hora mis compas_ les dice Hades.

Como pueden darse cuenta, todos aquí tenemos un alias que nos distingue.  A él le dimos el alias de Hades porque tiene una obsesiva y jodida atracción por matar. El tipo no las piensa, solo le gusta ver la sangre correr y armar el desmadre. Cosa a la que me opongo, esta bien que seamos unos sicarios, bandidos, pero lo hacemos por necesidad, no porque nos guste. Y hablo por mi.

_ Hey hey, que haces?_ digo y me acerco_ así no plebe.

_ Vamos Pochas, déjate de mamadas_ me dice y carga el arma pagándola a la cabeza del pobre hombre_ este hijo de su madre se lo merece_ sonríe con satisfacción_ verdad que si mi compa?

El señor niega y el otro está también rogando por su vida, aunque no lo puede decir. Pongo la mano en la de Hades y le bajo el arma.

_ En eso no quedamos baja el arma. Tenemos lo que queremos, vámonos_ intento hacerlo entrar en razón, pero por su cara no parece entender.

Tu ConmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora