Tras la perdida de dos personas muy importantes para tí, eres adoptada por la academia jujutsu, a cambio de convertirte en hechicera, junto a nuevas amistades.
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Te ponías más nerviosa por cada minuto que pasaba, llegaba ya varios minutos tarde, y eso no era típico en ella.
Tu maestra al ver tus nerviosismos no dudó en posar su mano sobre tu pequeño hombro-No te preocupes ____, llegará dentro de poco- tu asentiste pero sus palabras no te sirvieron de mucho apoyo.
Tus ojos se iluminaron al ver entrar por la puerta a tu figura materna, Misato Kuroi, no tardaste nada en lanzarte a sus brazos, ocultando tu rostro en su pecho.
- Aah, lo siento, cielo por llegar tarde, ¿Te preocupé?- dijo, para luego darte palmaditas en la cabeza.
Hiciste un leve movimiento de cabeza, Misato te cargo y se levantó para poder hablar con tu maestra.
- Se ha portado muy bien, como siempre - dijo la chica con una gran sonrisa en el rostro.
- Muchas gracias por cuidar de ella, se lo tengo muy agradecida,- hablo Misato.
-Bueno ese es mi trabajo - habló la joven de nuevo- dirijo su mano para acariciar a tu cabezita- ¡No vemos mañana TN!
-¡Adiós!- dijiste con emoción, tus ánimos ya subieron al máximo de nuevo.
Llegaron al gran edificio donde vivían, la guardería estaba cerca así que no era un gran trayecto para recogerte y llevarte.
- ¡Hola, nee-san!- gritaste a todo pulmón, corriendo hacia la nombrada.
- ¡Hola mi pequeña favorita!- comento la pelinegra haciendo lo mismo.
Las dos os unisteis en un gran abrazo de hermanas, La mayor de unos 15 años quería aprovechar al máximo sus últimos días junto a ti.
- TN tienes que hacer los deberes que te mandó tu maestra- interrumpió Misato vuestro momento de hermanas.
- ¡Si!- dijiste con mucha ilusión - ¡nee-san! tengo que dibujar una casita, ¿Me ayudas?- hablaste, mientras estirabas su brazo para dirigirse a la mesa.
- Lo siento, pero eso lo tienes que hacer tu solita- te dio un pequeño toquecito en la nariz, decirte eso te desanimó bastante.
- Vaaaale- dijiste en un pequeño suspiro dirigiéndote a la mesa.
Subiste como pudiste a la gran silla, no si antes tomar tus cosas para colorear. Ya subida en la silla, comenzaste a colorear.
Ambas mujeres te veían con una pequeña mueca de lastima.
-¿Se lo diras?- pregunto la más mayor.
- No... Es mejor verla estos últimos días feliz e inocente... Es mejor así - comento la de ojos azules.
La mayor miró con una pequeña sonrisa de orgullo a la adolescente, hasta que se acordó de algo. Se acercó a ti - Oh!, ¡TN!, Mira lo que encontré - saco de su bolsillo un pequeño peluche de conejito.
