Capítulo 18: Lo que parece

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El viernes, Beck y Brandon fueron despertados a las cinco de la mañana, antes de que sonara el cuerno que daba inicio al día. Scaters los levantó con una sonrisa, tan fresco a aquellas horas que habría puesto de mal humor a cualquiera.

—Hoy os toca ayudar a preparar el desayuno para todos. Vamos, deprisita. Vestíos. Después tenéis clase. Y después de comer os toca limpiar el comedor.

—Vamos, no me jodas —murmuró Beck, somnoliento.

—Esto no es un hotel, osito.

—Eh, jamás vuelvas a llamarme así —replicó Beck, espabilando por un segundo.

—Vale, lo siento. Venga, arriba. No me obliguéis a decirle a Milory que sois unos holgazanes. Creedme, tiene castigos para todo.

—Me levanto, me levanto. —Si algo había aprendido Beck es lo duro y frío que podía llegar a ser Milory, no se arriesgaría a descubrir cómo eran sus castigos.

—Tenéis diez minutos para prepararos.

Scaters salió de la tienda y Beck y Brandon resoplaron, cansados y molestos.

—Me pelaré un dedo en la cocina si siguen despertándonos a esta hora —comentó Brandon—. ¿Qué hay de desayunar? Oh, tortitas con sangre de elemental.

Beck se rio.

—Quien encuentre el trozo de dedo tiene premio.

—Mmm, proteínas.

Ambos se rieron.

—Qué asco, tío.

—No me hagáis levantarme tan pronto y no diré tonterías.

Brandon se dio la vuelta en la cama y se escondió bajo las sábanas.

—Arriba, holgazán. —Beck tiró de las sábanas, tan fuerte, que hizo que Brandon se cayera al suelo—. Lo siento —se disculpó conteniendo la risa.

—Me voy a chivar a tu novio.

—Aún puedo asfixiarte con la sábana, ¿sabes?

Brando lo miró desde el suelo.

—No puedes, me echarías de menos.

—Podemos descubrirlo.

Beck dejó las sábanas de nuevo en la cama y le tendió la mano a su amigo para que se levantara. Estaban agotados. No llevaban ni una semana en Forest y ya sentían que les explotaría la cabeza, o en el caso de Beck, que le habían reventado el cuerpo.

Brandon sentía que no sabía nada. Norris tenía un conocimiento extraordinario de la medicina y la magia, de cómo actuaba sobre el cuerpo y la mente, de sus consecuencias y formas. Era increíble, pero algo complejo de entender.

Beck había sido machacado por Milory una y otra vez durante días, ¿lo peor? ¡Ni siquiera llegó a tocarlo! Milory solo tenía que esquivarlo y dejar que cayera al suelo, o se diera de bruces contra un árbol. «Demasiado torpe» le repetía el elfo una y otra vez. Ahora entendía por qué Vanyan se movía de aquella manera tan ágil, diestra, sigilosa y rápida. Pero Vanyan no era Milory, la mirada fría del profesor de Avalon a veces reflejaba compasión y hasta un gran dolor detrás. Milory, sin embargo, no reflejaba nada, estaba vacío, o eso parecía mientras entrenaban.

La cocina era dirigida por Jaya, el cocinero jefe; y las gemelas Shey y Fala. Los tres eran los encargados de los almuerzos de todo el día y de mantener en buen estado la comida. El resto de elfos se turnaban para ayudarlos en la cocina, y hoy les tocaba a ellos.

En cuanto Scaters los dejo en la cocina, los pusieron a trabajar. Les dieron un delantal y una redecilla para el pelo, y Jaya reclamó a Brandon para qué le ayudará, mientras Beck seguía las órdenes de las dos gemelas. Las chicas eran más bajitas que Beck, de piel oscura y cabello lacio. Beck las observó disimuladamente con curiosidad. «¿Son mestizas?», se preguntó. La mayoría de elfos allí tenían un rostro casi elegante, sin importar el color de su piel, esta era tersa, y la forma de su cara algo marcada. Ellas tenían una nariz chata y la cabeza bastante redondeada. No parecían de allí. Aunque quizá solo se lo pareciera por el uniforme de cocina que no les favorecía.

La magia de Avalon: Mestiza [Libro 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora