Capítulo tres

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Ya habían pasado un par de semanas desde aquella despedida agridulce. Aunque habían prometido mantenerse en contacto, ninguno de los dos se atrevió a marcar el número del otro.

Luego de terminar abruptamente la llamada, Román solo podía escuchar las palabras que el castaño le había dedicado. Las noches eran difíciles para el diez; en su habitación, a menudo su mente le jugaba una mala pasada y revivía los momentos compartidos con Aimar, momentos que ya eran cosa del pasado. Su ausencia le dolía, pero se repetía a si mismo que su única prioridad ahora mismo era el fútbol y el partido que tenía por delante era más importante que cualquier otra cosa.

Era día de entrenamiento en el predio de Ezeiza. Al llegar, el cuerpo técnico comenzó a dar instrucciones a los jugadores, Román prestó atención mientras se preparaba para calentar. De repente, unas risas inconfundibles se escucharon detrás suyo, al girar para ver quien las causaba, se encontró con una melena rubia y una sonrisa radiante. No había duda de que era él.

"¡Eh, 'perame!", dijo Palermo, tratando de llamar su atención. Sin embargo, Román hizo oídos sordos y aceleró el trote, lo que provocó una risa genuina por parte de Martin. "Para un toque boludo, ¿tan apurados estás?", llegó hasta él, algo agitado pero manteniendo su sonrisa. "La verdad que si", afirmó cortante manteniendo la mirada al frente con rostro serio. Martin notó que el contrario no se encontraba de humor. Aunque, durante varios días, había notado a Román más serio de lo habitual, y eso le preocupaba.

Hizo una pequeña mueca, sin saber muy bien qué decir. Fue entonces que decidió actuar. Sin previo aviso, pasó su brazo por detrás del cuello de Román y lo atrajo hacia su pecho y con la otra mano, comenzó a frotar con dureza la cabeza de Riquelme, provocando que este se quejara molesto e intentara zafarse del agarre contrario hasta que lo logró, empujando al rubio con fuerza. "¿Qué inventas, pelotudo?", volvió a empujarlo, provocando las risas del más alto. Esto enfureció aún mas a Román, quien sin intención de lastimarle, le dio una patada en la pierna. 

Bianchi al verlos desde los asientos, les gritó a ambos que dejaran de 'boludear' y se concentraran. "Mira que hiciste, tarado. Ahora nos van a dejar en el banco por tu culpa", bromeó el rubio dándole un golpe en la nuca a Riquelme, sacándole por fin una leve sonrisa. Román le devolvió el golpe y salió corriendo, dejando atrás al rubio, quien empezó a seguirlo.

El entrenamiento había terminado con normalidad, los jugadores quedaban libres de hacer lo que quisieran, ya que era fin de semana. La mayoría iría con sus familias, algunos otros a beber lo que no podían durante la semana; Román, por su parte, hablaría con su representante con respecto a la oferta que le había llegado desde España. 

El diez se dirigió a la puerta de salida pero una mano le sostuvo el brazo, deteniendo su paso. Nuevamente, Palermo interrumpió. Román solo se le quedó viendo un momento, confundido. "¿Podemos hablar?", dijo Martin, mirando directamente a los ojos a Román. "Me tengo que ir ahora, ¿no puede ser mañana?", se soltó del agarre contrario, pero Palermo solo negó con su cabeza, sosteniendo nuevamente el brazo del chico con más fuerza, dando a entender que no lo dejaría ir. Riquelme soltó un soplido y rodó los ojos, dejándose guiar por el más alto, quien lo llevó hasta los vestuarios. Ya era casi noche; prácticamente todo el predio se encontraba vacío, quedando solo el personal de recepción y limpieza.

Al llegar a los vestuarios, Martin se sentó en la cama quedando frente a Román, quien no cambió su expresión seria desde que lo tomó del brazo. "¿De qué querés hablar?", habló Román, rompiendo el silencio con su tono frío habitual.

"Algo te pasa a vos, andas raro... ¿necesitas que hablemos?", le apuntó con su dedo índice, mirándole serio, pero luego negó con su cabeza, "sabes que podes decirme lo que quieras, somos amigos Ro", le sonrió esta vez intentando ser lo más cálido posible. Román se mostró reacio a responder, frunciendo el ceño evitando la mirada de Martin, como si estuviera luchando internamente consigo mismo. 

"No necesito hablar nada, no sé que me decís", Martin suspiró, "Román, te conozco... sabes que no te voy a dejar ir hasta que me digas qué te pasa", aunque Riquelme no le devolvió la mirada, sabía perfectamente la expresión que tenía Palermo en ese instante. Esa maldita sonrisa de forro, realmente lo odiaba pero era su mejor amigo, no podía mentirle.

Román miró a Martin, y en sus ojos se podía ver una mezcla de resistencia y deseo de abrirse con él. Finalmente, suspiró y comenzó a hablar, aunque aún con dudas. "Nada, que querés que te diga... estoy meado por un elefante, no me quiere ni mi vieja", dijo por fin.

Hubo un pequeño silencio entre ambos hasta que un confundido Palermo dejó escapar un "¿Eh?". La confusión en su rostro rápidamente se esfumó y fue reemplazada por una carcajada "¿So' joda? Pff."

"¿De qué te reís, pelotudo? Deja, a vos no se te puede decir nada", se giró con el ceño completamente fruncido, intentando salir del lugar, pero rápidamente Palermo lo abrazó de su cintura, evitándolo. "No me estoy riendo, boludo", dijo riendo manteniendo el abrazo. "Me agarraste en un cumple. No pensé que a vos te preocupara eso", giró el cuerpo de Román para encontrarse con su rostro.

"¿Y cuál hay si me preocupa?", se mostró ofendido. "Nada, nada Romancito... no tiene nada de malo, pero bueno te estoy siendo sincero", acarició su cabeza con cariño, "a ver, ¿por qué pensás que nadie te quiere?, ¿pasó algo con alguien o qué onda?", le animó a sincerarse más con él. Debía de ser paciente, era complicado sacar información a un Riquelme completamente ofendido.

Antes de que este respondiera, lo invitó a sentarse junto con él, cosa que Riquelme hizo sin reprochar. "Bueno es que... estuve con alguien por un tiempo pero me dijo que no éramos nada. Pensé que con el tiempo las cosas iban a cambiar, pero no, hace bastante no hablamos, lo extraño". "¿'Lo'?", pensó Martin, tal vez escuchó mal pero no le dio importancia y mantuvo su atención a lo que su amigo le decía. 

"Ahora a fin de año, cuando juguemos la intercontinental, me voy para España". Martin entrecerró sus ojos no sabiendo por qué mencionó lo de España, hasta que se dio cuenta. 

Abrió su boca sorprendido y agregó: "No... no me digas que", Román le miró asintiendo con su cabeza algo avergonzado. "¿Así que es el payasito Aimar?", dijo de repente tomando desprevenido al contrario.

Al escuchar aquel nombre, su cara se pintó de un rojo carmesí, se encontraba avergonzado. ¿De dónde carajos había sacado esa conclusión?

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Ella dijo - Riquelme x AimarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora