¿Quién domina? [Tk]

Segunda parte.

Las puertas del ascensor se cierran, Tae oprime el botón del nivel en el que su auto los espera. El silencio asfixia a Jeongguk y se mece en sus talones nervioso, después hablando con un poco de timidez:
—Tae, ¿Me excedí con los comentarios en la cena?—el castaño adentra las manos a los bolsillos de su pantalón de vestir y responde sin mirar al pelinegro.

—Para nada, Jeongguk. No si consideramos las preguntas de JiMin, aunque déjame decirte que esto de la mentira y el engaño se te da muy bien, algo que no conocía de ti; o tal vez solamente perdiste un poco de la memoria, cariño.

—Tae, no quise...—Detiene sus palabras al encontrarse siendo escrutado por los oscurecidos orbes del más alto. Recorre con la mirada al castaño, la cercanía de éste, el semblante serio. El alfa menor es tomado por la cintura, su pareja le regala besos breves y delicados, comenzando por la mejilla y yendo a la boca, da también mordidas suaves y un apretón breve en la cintura, se separa sólo para mirarle a los ojos, acariciandole el pómulo con el pulgar, los ojos le brillan en cariño y promesa.

—Te haré recordar si ese es el caso, Ggukie—y así le complace con otro beso, ansioso. Empuja al más bajo contra el metal del elevador y con una mano toma ambas mejillas para ayudarle al pelinegro y así abrirle la boca para que reciba su lengua, antes dándole una mordida suave en el labio inferior. Sus manos, inquietas, recorrden desde la espalda baja de Jeongguk y caen en el redondo trasero del menor, da un apretón que le hace balancear el cuerpo hacia adelante, chocando con el más alto, que da un leve empujón contra el menor. El alfa más chico siente un tirón en el cuerpo, este calor que le invade y le causa unas ganas inmensas de ser tomado por su alfa.

Se sepran cuando el ascensor avisa la llegada al sótano.
TaeHyung sabe lo que los besos causan en su alfa, es consiente de lo tan sensible que es y de la timidez que pierde en ocasiones por la calentura del momento y esta parece ser una de las ocasiones, juzgando el sonrojo en las mejillas y los ojos brillantes.

—Tae, ¿podemos hacerlo en el auto?, ¿por favor?—Tira de su camisa en un intento de llamar su atención, mira alrededor, cerciorándose de que en el estacionamiento hay a penas un par de autos a parte del suyo.

—¿Hacer qué?—Sin mirarle cuestiona, con voz monótona—¿Piensas follar a alguien el día de hoy?—Arquea una de sus cejas, llegando al auto y abriendo la puerta para su novio.

—Hyungie, por favor—Decide no entrar, tomando al mayor por el antebrazo, lo acerca a sí y lo abraza por los hombros—Quiero hacerlo, Tae. Déjame chuparte al menos, ¿puedo?—lo mira sobre sus pestañas, sabiendo que aquella mirada derrite a Kim. El otro alfa deja un beso corto y con un movimiento delicado quita los brazos de alrededor.

—YoonGi y JiMin podrían verte, Gguk, mejor no arriesgarse—Se gira para entrar al asiento que le corresponde, se abrocha el cinturón y de soslayo observa al pelinegro, que parece no querer colocarse el suyo.

—pero no me importa—En su mirada insistencia, un ruego silencioso, se inclina tanto como puede para acercarse a Tae, buscando un beso que no tarda en recibir. Rápido y desordenado, sintiendo la victoria, pero el alfa mayor se aleja y quita el rastro de saliva de la comisura de los rojizos e hinchados labios de Jeon. Le da otro beso, pero este siendo un choque muy pequeño.

—Me encantaría joderte la boca, bebé, pero no es el plan para hoy—.

—¿Cuál es el plan para hoy entonces?—Jeongguk golpea con su lengua el interior de su mejilla, mirando al mayor con recelo mientras sus brazos se cruzan y se hunde en su asiento.

Sí, éste era el real Jeongguk. El alfa pequeño que al no obtener lo que quería recurría a los berrinches y la indignación. El alfa mimado por su mayor, el que busca el trato más suave, amorosa y complaciente que le otorga su alfa. Se decía mucho el alfa débil, pero solo bajaba las barreras, ser mimado es lo que más ama, ser follado también. Siempre toma lo que Tae le de, siempre dispuesto a su alfa, siempre esperando por él.

—¿Podemos, bueno, hacerlo en casa al llegar, tal vez?
El castaño le da una ojeada antes de encender el auto; lo encuentra jugueteando con sus dedos, las mejillas abultadas, la mirada fija en el camino, probablemente herido en no obtener lo querido, pero tragándose el usual orgullo por obtenerlo de todas maneras. Tan pequeño que no puede creer que es el mismo chico que estaba pidiendo chuparlo hace un instante, tan suave que no cabe en su cabeza que ese alfa hace un rato había hablado sobre haberlo follado mientras bebía de un tarro de cerveza.

—No, Jeonggukie, hoy no voy a follarte hasta que supliques por mi polla y recuerdes bien qué es lo que te gusta—Enciende el auto, antes de pasar la mano a la planca de cambios, acaricia el muslo de su novio—Lo siento, amor. Necesito darte esta lección.

El menor resopla y pone los ojos en blanco.
—¿Es tu lado alfa queriendo demostrar quién manda?, ¿Tu pulgoso resultó ofendido?—El tono arisco le hace reír al mayor, pero no dice algo, así que el pelinegro continúa con sus palabras—Sé la dinámica aquí, ¿sí? Tú mandas. Yo me abro, tú me tomas. Y lo amo. No es como que yo alguna vez haya intentado revertir el papel, solamente fue un comentario, ¿vas a castigarme por eso?

—Oh, Ggukie. Sabes que no es un castigo, no para ti. Si te hablo de follarte la boca hasta que te duela la garganta, se te hace agua la boca. Si te digo que voy a follarte hasta que te desmayes o quedes seco, te brillan los ojos. Te encanta esto, que sea rudo, que te trate así. Lo disfrutas, tú siendo tomado de tantas maneras como pueda tomarte.

Las rodillas del más chico se juntan.
No estaba dispuesto a aceptar esa verdad, y el simple comentario ya estaba causando algo en él.

Definitivamente el alfa menor estaba esperando llegar a casa. Y sabía que su pareja ansiaba lo mismo cuando notó la velocidad en que comenzó a conducir.