La Corona de Castilla

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Nota: Todos los diálogos de la historia en idiomas que no sean inglés, francés o náhuatl, estarán traducidos con google, porque no los hablo y no se qpdo 😀 👍


AÑO 1519

Estoy cansado.

No, la palabra cansado ni siquiera basta. ¡Estoy agotado! ¡Consumido! ¡Completamente acabado, hecho trizas! Y podría decir con la más pura certeza, que en todos los siglos que tengo de existencia nunca me había sentido así de fatigado.

Tengo hambre, sed, ¡y estos malditos insectos que no dejan de picarme son jodidamente insoportables! Y eso sin mencionar el clima que es lo más atroz de este lugar horrible. El sudor se recorre por mi piel a mares y tal es la exageración de este calor inmundo que cuando estalla una tormenta no soy capaz de distinguir entre el agua de lluvia y mi propia transpiración.

Estoy harto de recibir la "hospitalidad" de estos indios y que todos y cada uno de esos recibimientos terminen en una emboscada. ¡Ya he perdido a más de la mitad de mis hombres por confiar en estos tipos!

¡Tío, venimos en son de paz! ¡¿Cuál es su problema?!

Debo admitir que cuando mis superiores me pidieron venir a supervisar esta expedición creí que sería divertido. Cuando finalmente se había confirmado la existencia de otro continente, no pude evitar saltar de la emoción, me sentí como un niño otra vez. No tengo idea de como se lo hayan tomado las otras naciones de Europa, pero para mí haber escuchado eso fue como la mejor noticia del mundo.

Amo navegar, es mi cosa favorita en el mundo; el aroma de la sal, la brisa del mar en mi rostro, el tambaleo de las olas, la risa de mis hombres acompañándome. Cuando estoy en el mar es como si fuera uno más de ellos, dejo un trozo de tierra, un reino o solamente el subordinado de mis jefes, y finalmente me convierto en alguien vivo que sonríe genuinamente. En esos momentos soy un hombre más, casi como un humano...

Pero claro, un humano que puede aguantar sin morir heridas de flecha, más semanas y semanas de inanición y falta de agua, al contrario que este grupo de cadáveres que me quedé cuidando en el barco.

Aunque hace unas horas no eran cadáveres, apenas terminaba de curar sus heridas, pero he de admitir que eran graves y no teníamos agua limpia para desinfectarlas. Ahora estoy solo, simplemente cuidando la embarcación y esperando que alguna de las dos expediciones de hoy regrese.

Los primeros irían a buscar información acompañados de los indios traductores que secuestramos hace unos días (sé que suena mal, pero, tío, ¡son indispensables!), mientras que los segundos fueron a buscar comida y agua más al norte.

A estas alturas, que los primeros regresen ya me da igual, la segunda expedición es la importante. Yo solo quiero beber un buen trago de agua dulce, aunque claro que algo de vino tinto acompañado de un par de aceitunas, no estaría mal... Y algo de pan, frito con ajo y aceite de oliva...

De verdad comenzaba a alucinar, daría lo que fuera por regresar. Estos hombres pueden arreglárselas solos aquí, yo tengo trabajo que hacer en el reino. ¡Joder, YO SOY la representación del maldito reino, claro que tengo cosas que hacer allá!

El tambaleo de las olas ya no me gustaba para nada junto con el aroma de la madera podrida y los cadáveres comenzando a llenarse de moscas, así que me decidí por levantarme de mi sitio dispuesto a tirarlos por la borda.

Estiré un poco los brazos mientras bostezaba, troné mis dedos y sobé mis nudillos para prepararme, sin embargo, apenas me agaché a sujetar el primero de los cuerpos, fue cuando escuché lo que parecía ser un remo sobre el agua. Una canoa.

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