6

3.2K 298 39
                                    


Le toma cinco días volver a llamar.

Principalmente debido a que cada intento antes de eso fue frustrado por una Engfa nerviosa por proponer matrimonio por segunda vez en su vida y ¿qué pasaría si se desmoronara como la primera?

Con el tiempo, Freen cede a la parte lógica de su cerebro la cual le dice que solo se pondrá más ansiosa si no llama (la parte que quizás estaba estrechamente entrelazada con la sección del anhelo)

Ella se abre camino a tientas con sus peticiones habituales, pero la música erótica nunca llega, sino que es un inmediato: "Freen. Tú llamaste."

Le recuerda a Freen la reacción que solía tener cuando empezó a llamar a Rebecca. Cuando se dio cuenta por primera vez de que no iba a poder parar y cuando Rebecca parecía no haber recibido aún ese mensaje. Quizás esa fue la primera vez que Freen no estaba en desventaja.

"Sí. Por supuesto", dice Freen como si fuera la cosa más obvia del mundo. Ella lo siente así. Inevitable. Y emocionante. Y algo aterrador. El tipo de miedo que surge de no haber sentido esto por alguien durante mucho tiempo, y de que ese alguien sea una mujer cualquiera al teléfono de la que no sabía nada de las cosas importantes.

Excepto que ella conoce los momentos embarazosos, los primeros besos, los pedidos de café, los primeros conciertos y los miedos más grandes, así que, tal vez sí sabía las cosas importantes.

(Sin embargo, preguntarle si en realidad estaba soltera podría ser una buena idea).

"Pensé que podría haberte asustado", admite Rebecca en voz baja. Freen puede imaginarse la forma en que estaría girando el cable telefónico si se tratara de una película de los ochenta. Se pregunta cómo muestra sus nervios. Si golpea su escritorio, se muerde el labio, se balancea peligrosamente en su silla. "Sé que no pides eso y me preocupaba haberme excedido".

"No estoy segura de tener límites contigo". Ninguno que ella hubiera logrado encontrar al menos. "Así que no me asustaste y lamento haber colgado tan abruptamente. Mi hermana estaba pasando por una crisis".

Freen escucha la larga exhalación de Rebecca: "¿Lo arreglaste?"

"Oh sí. En realidad, no fue una crisis en absoluto. Le está proponiendo matrimonio a su novia y quería que yo escondiera el anillo. Dijo que Charlotte lo olería a un kilómetro de distancia. Está medio convencida de que Charlotte puede leer su mente porque es psicóloga." Probablemente no estaba del todo equivocada.

Charlotte tenía la costumbre de sacar información de las personas, pero Freen lo achacaba principalmente a que era encantadoramente amable y constantemente comprensiva a pesar del retraso emocional de la mayoría de sus amigos.

"¿Cómo se ve? El anillo."

"Es bastante simple. Banda fina de plata, diamante talla cuadrada. Es hermoso; exactamente el tipo de cosas que a Charlotte le encantarán", describe Freen y luego, como Freen es una idiota que aparentemente no puede evitar escupir el primer pensamiento que le viene a la cabeza, continúa: "¿Cómo eres?"

Ella se encuentra con el silencio. Ella comienza a asustarse. "Lo lamento. Eso fue... No debería haber preguntado. No importa de todos modos. Eres una hermosa persona así que no importa. Yo sólo- me pregunto- yo-"

Rebecca interviene: "Tengo cabello castaño, ojos de color ámbar, piel que evito exponer deliberadamente al sol para mantenerla pálida y una vez gané la mejor línea de mandíbula en el último año, así que debe estar bien".

"Apuesto a que eres hermosa". Freen apuesta que su risa hacía que todo su rostro se iluminara. Apuesta a que hizo que su mandíbula superior se apretara de alguna manera magnética. Apuesta a que sus ojos siempre parecían estar un paso por delante y estaban llenos del brillo de alguien siempre dispuesto a hacer una broma sucia para disipar cualquier tensión que sintieran en la habitación.

Hot line | FreenbeckyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora