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Sin duda, Diona Kätzlein era una fuerza a tener en cuenta.
Esto no era nada nuevo para cualquiera que visitara Cat's Tail: la pequeña y luchadora camarera tenía claro su odio hacia el alcohol y hacia quienes lo consumen, desde el principio.
Y como parte del personal de servicio, podías escuchar sus comentarios más que la mayoría de los comensales de Mondstadt.
Es de esta manera que llegaste a estar cerca de ella. Inmediatamente te gustó la niña pequeña de Springvale que se había abierto camino en los corazones de los clientes, a pesar de su odio por que la llamaran linda. Fuiste uno de los pocos que estuvo dispuesto a escuchar lo que ella dijo; la dejaste divagar una y otra vez sobre todo lo que pensaba porque nadie parecía tomarla en serio.
Después de todo, ella era sólo una niña que se escapó de casa. Ella era sólo una niña, sola en una gran ciudad con sueños que era demasiado pequeña para alcanzar.
Diona, aunque nunca lo diría, te adoraba. Su padre ya no la escuchaba; en realidad, apenas hacía nada con ella. Nadie más quería escuchar lo que ella tenía que decir. Se reirían y le acariciarían la cabeza y le dirían que es adorable y que volviera a mezclar ahora.
Pero eras diferente.
Conseguiste los suministros que ella pidió y convenciste a Margaret para que le diera rienda suelta. Probabas sus bebidas cuando ella te lo pedía y siempre actuabas como si las despreciaras.
Incluso si no lo hicieras.
Le ofreciste sugerencias y ella te enseñó cómo ayudarla. Ustedes dos se quedaban despiertos hasta tarde con tazas de leche tibia para las frías noches de Mond, y ella mezclaba alegremente ingredientes horribles mientras usted miraba por encima del hombro y aprovechaba lo que ella le daba.
Entonces tendrías conversaciones interesantes. Podrías mencionar algo sin pensarlo y ella te preguntaría al respecto.
Habéis intercambiado historias y canciones, al estilo típico de los ciudadanos de la Joya del Norte. Ella conocía cada detalle sobre ti y te ofreció todos los detalles sobre ella a cambio.
Pero también fue en estas reuniones nocturnas donde ustedes dos planearon. Ya fuera simplemente cómo pasar el día siguiente o escaparse durante los festivales para celebrar, tus planes generalmente eran confusos y estaban plagados de somnolencia.
Es decir, nunca fueron muy buenos.
Pero tú no lo sabías y por eso una noche hiciste una propuesta tan desalentadora.
"¿Por qué no saboteamos la Bodega Dawn? ¿No eliminaría eso al magnate del vino más exitoso de Mondstadt?"
Diona sacudió la cabeza, interrumpiendo el movimiento con un bostezo. "¡Nunca pisaré Dawn Winery! ¡No puedo lidiar con nada ni nadie tan ridículo!"
"...Pero si destruimos la bodega, destruimos la industria del vino. El fin justifica los medios." Te encogiste de hombros.
Ella pareció reflexionar sobre esto por un momento.
El silencio se extendió entre ustedes dos por un momento.
Y luego ella se iluminó positivamente. "¡Vamos!¡Vámonos ahora mismo!"
Arrastrándote hasta la puerta, el pequeño camarero corrió hacia la noche.
~
Habías planeado todo en el camino hasta allí. Diona había reunido un montón de ingredientes en el camino y también sería responsable de entrar. Era una gran escaladora y una gateadora silenciosa, y uno de los dormitorios del tercer piso dejaba la ventana abierta para que entrara aire fresco.
Como la bodega estaba adjunta a la casa y ambos estaban agotados, parecía la mejor opción.
Excepto que aterrizó en la cama.
No lo sabías y ella se escabulló demasiado rápido para ver si había algo en esa cama en primer lugar.
Tu trabajo consistía en vigilar el exterior de la bodega hasta que Diona te abriera la puerta, en caso de que guardias, sirvientes o habitantes inquietos llegaran con sospechas.
Sonreíste para ti mismo cuando Diona abrió la puerta. "Para ser el mayor magnate de Mond, nadie se preocupa demasiado por la seguridad."
Diona se rió triunfalmente en respuesta, arrastrándote adentro.
Y entonces te detuviste en seco, tirando de la mano de la niña para que quedara detrás de ti.
De pie frente a ustedes dos, luciendo molesto y privado de sueño, estaba el Maestro Diluc Ragvindr.
El dueño de la Bodega Dawn.
Diste un paso atrás inconscientemente, pero Diona se había puesto delante de ti en posición de lucha.
Ambos anticiparon un ataque.
Pero Diluc sólo parecía molesto por haber sido despertado. Se pasó una mano cansada por la cara, resaltando lo lujoso que era su cabello rojo suelto.
"Solo vete."
Su voz era suave y cansada, pero no dejaba de ser amenazadora.
"Largase. Y no vuelvas."
Prestaste atención a sus palabras de inmediato, con los ojos solo en su visión pryo, y arrastraste un silbido y pateaste a Diona.
Quizás algún día puedas acabar con la industria del vino. Por ahora, simplemente te alegrabas de que tu pequeña compañera estuviera a salvo.
