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Habían llegado hacia unas horas, todos se acomodaron en sus respectivas habitaciones, San de inmediato se había colado en la de Wooyoung y Hongjoong había hecho igual con Lenor.

—Mi señor lo espera para poder hablar con usted más tarde, yo mismo vendré a buscarlo cuando él termine con sus actividades. —Le dijo el de servicio cuando pasaron a llevarles la comida.

—Entiendo. —Wooyoung contestó antes de dirigirse al escritorio. San lo observó.

—¿Deseas que te ayude en algo? —Se levantó para observar todos los apuntes que había hecho Wooyoung.

Wooyoung suspiró con pesadez, miró a San, este tomó asiento a lado suyo, Wooyoung acarició su rostro con mucha dulzura.

—Bésame. —le pidió recibiendo una respuesta inmediata de San.

Fue un beso sublime y cálido, lo hacía sentir mejor con todo lo que pasaba por su cabeza.

—Estoy listo, supongo que es hora de reunir a los demás. —Dijo mirando a San.

—Cualquier cosa que tengas que decirnos, ellos van a confiar en tu criterio para tomar alguna decisión, lo que sea que haya pasado en Misyoro o Khuskandai no es culpa nuestra, no decidimos donde nacer, amor —le sujetó el rostro—, y quiero que tengas muy en claro que sí las cosas te llegan a abrumar en un punto de no soportarlo no tienes porque afrontarlo ahora, no si eso te lastima de alguna forma.

Wooyoung le sonrió sintiéndose en mucha confianza, sentía que podía mostrarse fuerte frente a muchas personas incluso si en verdad no era así como se sentía pero no frente a San, con él no tenía porque ocultar nada.

—Tengo mucho miedo, de pronto todo suena a algo inmenso. Siento como si hubiera vivido en una burbuja de la que no sé si pueda escapar o peor aún, sacarlos a ustedes o a mi familia —Le susurró tomando una de las manos de San—. Estamos en problemas San, y, tengo, tengo mucho miedo.

San sintió su estómago removerse, no quería que Wooyoung se sintiera así de vulnerable pero sabía que era inevitable.

—Ven aquí. —Le dijo tomándolo de la mano para llevarlo a la cama y acostarse con este entre sus brazos.

Wooyoung se abrazó fuertemente a este, San lo cubrió con fuerza.

—Jung Wooyoung, eres la persona más fuerte que conozco, no solo la más fuerte, también el más hermoso, el más listo —le hizo cosquillas ganándose una sonora risa de este—, eres lo mejor que he conocido. Amor, sé, yo sé que tu siempre tienes la intención de protegernos y siempre has hecho lo que te parecía correcto y has hecho bien. Pero, mi vida, siempre van a haber cosas que van a escapar de lo que tú puedes hacer, cosas del pasado que arruinaron un mundo que pudo ser quizás mejor, pero eso no se puede solucionar, el pasado ya está allí, pero si hay alguien que podría hacer un impacto positivo en este enfermizo mundo, ese eres tú, Wooyoung, pero solo estará bien que lo hagas si es lo que deseas, estará bien si no te lastima.

Wooyoung lo escuchaba con atención  sintiendo que quería quedarse en ese mismo instante por siempre, en la posición que estaba podía escuchar los latidos de San, sonaban melodiosos para él.

—¿Y si puedo hacer algo pero saldré lastimado? O peor aún, ¿si podríamos salir lastimados todos?

San suspiró, pues en efecto las cosas parecían muy difíciles.

—A dónde sea que tú te dirijas yo iré, y en definitiva no soy el único que piensa así, harás lo correcto Wooyoung, siempre lo haces —dijo antes de besar su mejilla—. Y aún si no es de esa forma, yo jamás me arrepentiré de seguirte.

V. A. T. Khuskandai [SEGUNDO LIBRO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora