CAPÍTUL⊗ 04

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DEVON COLEMAN

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DEVON COLEMAN

Como todos los días recorro cada celda de las prisiones, viendo que estén cada uno de mis prisioneros, que no estén haciendo nada "raro" o fuera de lugar.

Paso cada una de las celdas deade las menos peligrosas con reclusos de menos de una año de sentencia, los que tienen unos dos años de sentencia, recorro y recorro cada una, viendo a todos los reclusos hablando un poco, hasta que llego a mi favorita, los de máxima seguridad y precisamente en esa celda, bueno LA celda,  la 213, fuera de esta celda está el nombre del prisionero y su placa recién puesta y brillante resalta el nombre de quien se encuentra allí "Dmitri Lébedev"

—¿Qué tal la noche Lébedev? —hablo al llegar a esta.

El gran magnate de negocios el cual siempre presentaba una imagen pulcra,  elegante e impresionante se encuentra frente a mi con un aspecto que nadie se lo imaginaria en verlo, su hermoso cabello dorado está maltratado y despeinado, su uniforme increíble que parezca esta impecable y sus ojos grisáceos destacan en la oscuridad, parece un lobo esperando a saltar pro su presa.

—El naranja te sienta bien Dmitri —me burló.

Él suelta una risa. —A mi todo me queda bien idiota. —escupe.

La forma en que se irrita es lo más satisfactorio de mi día, Dmitri nunca se ha considerado un hombre tranquilo y con cien por cierto de tolerancia o paciencia.

—¿Cómo eta tu día hoy Lébedev?  ¿Cómo está tu estadía aquí? —interrogó nuevamente.

Algo brilla en sus ojos, no se si es enojo o que le parezca gracioso lo que digo pero responde.

—Como siempre hoy fui a hacer una gran compra de merca, pase por la cafetería bebiendo un exquisito vino el cual deberías de probar por cierto, por poco se me olvidaba que fui a broncearse en ese exquisito jardín que tienen fue de lo mejor —habla con su distintiva voz ronca llena de sarcasmo.

Río ante eso. —Ya no aguantas estar aquí ¿no es así Dmitri? —interrogó en voz burlona.

Este se levanta y se acerca a la puerta. —Te divierte viéndome en esta situación ¿cierto? —dice.

Asiento en silencio. —¿Sabes? Nunca te lo mencione —río. —Tú mujer es más hermosa en persona —suelto de golpe.

Mi error fue estar muy cerca de su celda, porque no siento en qué momento me agarro y me aferro hacia ella haciendo que me duela fuertemente.

—No permito que te acerques a mi mujer maldito imbécil no eres digno de ella —hace tanta fuerza por atraerme a él.

Suelto una carcajada. —¿Y tú si idiota? —digo con dificultad  —Tú estás encerrado aquí mientras ella está afuera desprotegida, llena de enemigos por tu maldita culpa —veo como sus ojos se suavizan ante mis declaraciones. —Acéptalo Dmitri aunque el bebé de Léa hubiera sobrevivido no le hubieras podido dar una vida tranquila ¿Es que acaso quieres que Léa pase lo mismo que tu madre? —La furia en Dmitri es evidente y solo provocó que se encendiera aún más.

El Vuelo Del PecadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora