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La ciudad de los magos estaba llena de magia, todo el lugar se movía en base a ella, las pocas personas que se podían ver en las calles se movían rápidamente gracias a hechizos de velocidad, corrían o simplemente se deslizaban por las calles con lo que parecían pequeñas nubes en los pies. 

No habían carros o algún otro tipo de tecnología, parece como si todo el mundo aquí pudiera usar magia sin problemas. Cuando dejaron sus cosas en el hotel, los tres decidieron pedir una audiencia en la academia, no podían entrar sin un permiso, pero tampoco tenían mucho tiempo así que los dos héroes usaron sus títulos y enviaron la petición con un tono más urgente, arriesgándose incluso mencionar que se trataba de algo relacionado con el rey demonio y "aquello que buscaba".

Después de enviar la carta decidieron tomar un poco el aire, no ganaban nada con quedarse esperando impaciente en el hotel y era la primera vez de Bruno visitando la ciudad así que decidieron hacer un pequeño tour.

A pesar de que no había tecnología en la ciudad esta parecía más avanzada que cualquier otra, toda la gente parecía cómoda con la magia, todas las casas se veían bien cuidadas y lo que más sorprendió a Bruno es que no encontró ningún signo de pobreza.

Normalmente, todos los países y todas las ciudades tienen su lado oscuro, su barrio pobre donde se reúne la gente más desfavorecida, pero aquí todas las casas eren igual de limpias y elegantes, la gente vestía bien y todos usaban magia a excepción de los extranjeros. 

Después de unas pocas horas de paseo, y mientras los tres observaban en silencio un parque con todo tipo de vegetación, la misma chica que les dio la bienvenida en la entrada de la ciudad, Avice, aparece corriendo, cuando llega a ellos se detiene a coger aire mientras se sostiene por sus rodillas.

Parecía ajetreada y antes de levantar la cabeza Bruno puede ver como por un segundo, su ceño está fruncido en un gesto molesto mientras se muerde los labios, pero todo eso desaparece para dar paso a una sonrisa tímida mientras los mira.

-Siento llegar tarde, los maestros de la academia han recibido su carta y creen que es necesario que los guie hasta ellos. Debido que los ancianos están reunidos ahora mismo discutiendo el asunto en cuestión, los invitan a asistir...ahora mismo-

Dicho eso la chica saca un papel con algunos símbolos escritos en él y tras advertir a los tres hombres que se mantengan más juntos, sopla el papel con delicadeza,  este se deshace como el polvo y un velo oscuro los envuelve, cuando este velo se levanta están en un gran pasillo iluminado con hermosas vidrieras, ante ellos, se alza una gran puerta, decorada con símbolos que Bruno no es capaz de entender.

Cuando mira de nuevo a la chica, esta parece estar preparando su apariencia antes de entrar. Con cuidado se arregla el cabello que se había despeinado con las prisas de antes y la ropa, cuando parece estar convencida, asiente para sí misma y Bruno no puede evitar sonreír encontrando eso gracioso.

Tras esa pequeña pausa la chica abre la puerta dejando ver el interior de la sala, dentro se puede observar una gran mesa de madera, sentados a su alrededor hay varias personas, algunos ancianos y ancianas y otros con apariencia más juvenil. Todos y cada uno de ellos los miran al entrar. La chica por su parte hace una pequeña inclinación y tras pedirles que entren, ella cierra la puerta detrás de ellos para dejarlos a solas.

Bruno no podía evitar ponerse nervioso, antes decidió pasar desapercibido y estar atento a toda la conversación, pero no esperaba tanta gente mirándolos directamente, Gabriel y Santiago sin embargo, parecían más tranquilos, haciendo un saludo y una presentación corta, cuando Bruno también se presentó no esperaba ninguna reacción o reconocimiento, así que se colocó silenciosamente detrás de los dos príncipes.

Un simple maestro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora