Extra 02: BODA

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PORSCHE

Llegó el día, ese que nunca imaginé que desearía hasta que me enamoré de Kinn y empecé a contar meses, días y horas para vivir este momento. No sabía que deseaba las cosas convencionales como casarme y tener bebés, pero ahora lo deseo tanto y estoy inmensamente feliz de hacerlo porque será con la persona que amo y que me ama con la misma intensidad. Aunque a este punto, decir "sí" frente a un abogado es una mera formalidad legal, porque en lo que concierne a la realidad, Kinn es tan mío como yo lo soy suyo.

Después de los atentados que casi acaban con la vida de Kinn han pasado tantas cosas. Ingenuamente creí que la situación estaba controlada y todo estaría tranquilo, pero el mal no da tregua y a veces para enfrentar a un demonio debes convertirte en el diablo y tomar decisiones que te dañan profundamente; no quiero más de eso, así que ruego al cielo que nuestro matrimonio sea un nuevo comienzo en el que esta constante montaña rusa que sube y baja se vuelva una planicie tranquila en la que podamos transitar pacíficamente hasta el final de nuestros días. Con ese deseo ferviente en mi corazón termino de prepararme, listo y dispuesto a encaminarme hacia mi feliz matrimonio con Kinn.

De pie, frente al gran espejo de la habitación que Khun organizó para mí en este lujoso hotel ya no veo a aquel chico desamparado que fue obligado a ser un guardaespaldas, no encuentro ningún rastro de ese joven que en su carencia solo pudo conocer este opulento mundo orillado por una deuda impagable; entre más lo busco, menos lo encuentro, y todo lo que veo frente a mi es a un hombre increíblemente poderoso que puede darse el lujo de tener todo lo que quiera con solo chasquear los dedos; mi vida que estuvo detenida por años dio un vuelco de 180 grados en cuestión de meses y pasé de ser Porsche Pachara, un bar tender y luchador clandestino que se partía el lomo para pagar deudas infinitas, a ser el segundo líder de una familia mafiosa y el prometido de Anakinn Theerapanyakun, el heredero de la primera familia.

Sigo viendo mi reflejo, en donde el hombre vestido con un traje blanco y peinado tan exquisitamente me mira con la sonrisa más feliz que he visto. «Ni en mis sueños más fantasiosos imaginé que podía sonreír así» ––¡Aaaaah! ¡Estoy feliz! ––vociferé a solas en la habitación pomposamente decorada por órdenes del extravagante Tiankhun. Hay tantas flores y detalles glamorosos que me hacen sentir como una novia, ¡ugh! Aunque debo admitir que muy en el fondo le agradezco mucho el gesto. Como sea, hoy nada va a ensombrecer esta felicidad radiante que emana de mí –– ¡Soy feliz! ––exclamé nuevamente, y esta vez mi pequeño ángel revoloteó dentro de mí. ––Ha, ha, ha claro, tú también, ambos somos felices.

Acaricio mi vientre levemente curvo, ya son 4 meses y mi abdomen empieza a volverse redondo, a Kinn le encanta acariciarlo en cada ocasión que tiene, aunque a mí me duele ver como desaparecen mis abdominales, lo bueno es que con el traje no se nota en absoluto, pero en la noche de bodas...

––¡Ah! ¡Buda, sálvame! ––Me agaché en el suelo buscando hacerme bolita ante el estrés que devino a mí cuando recordé algo importante.

––No puedo hacer eso. ¡Definitivamente no!

––¡Claro que sí!

––¡Qué no! ¡que no! ¡QUÉ NO!

Había sido la pequeña discusión que tuve con Khun esta mañana cuando me recordó la "compra especial" que debía ponerme bajo del traje. No sé qué estaba pensando cuando compré semejante mierda. Espero que salga bien porque de no ser así, juro que voy a noquear a Khun y Tay por incitarme a ello.

Toc, toc, toc.

El golpeteo en la puerta llamó mi atención. Me reincorporé velozmente, acomodándome el traje para verme impecable. Supongo que ya es hora de iniciar la ceremonia.

Rastro fraganteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora