T R E S

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Me desperté con los aullidos de Baby y un cuerpo caliente presionado a mi lado. Mi sonrisa era evidencia de mi felicidad, al igual que la tienda debajo de la sábana. Soobin realmente era mi compañero. Lo pude ver claramente como el comienzo de un nuevo día. Me deslicé de la cama en silencio, dejándolo dormir, y me dirigí fuera de la habitación. Con un chasquido de mis dedos, me vestí con una bata negra y pantalones de cuero negro. Pensándolo bien, otro chasquido, cambio esos pantalones ajustados por unos pantalones negros holgados. Miré por la ventana mientras caminaba, el cielo nocturno, siempre presente, parecía menos negro el día de hoy. Más gris y casi nublado. Seguí caminando, preparado para otro día de pecadores condenados.

Mi reflejo atrapado en un espejo en la pared, me hizo detener. Sonreí, mostrando mis colmillos, pero no estaban allí. Ellos realmente se habían desintegrado anoche. Era la primera señal de un compañero, sin colmillos, menos rabia y entonces mis cuernos comenzarían a encogerse. Estaba ocurriendo mucho más rápido de lo que pensé posible. Mis cuernos seguían siendo grandes y rojos. Extendí la mano para acariciar uno. Disfrútalos mientras duraran. Seguí mi camino. Pasando siervos en el camino hacia el exterior, una vez que puse un pie en la tierra me transporte a mi trono. Me senté sin ceremonias en el asiento y llamé al primer idiota del día.

Muy pronto esto sería una cosa del pasado. ¿Estaba dispuesto a renunciar a todo este poder? Por Soobin, podría ser, pero yo realmente no lo conocía lo suficientemente bien todavía. Su cuerpo era algo que me gustaría llegar a conocer mucho más. Cada curva, rincón y pulgada de carne. Mi polla se endureció entre mis piernas, y ajuste mi posición para acompañar el crecimiento. Entonces trate con el primer pecador del día.

El día parecía más largo de lo habitual. Tal vez porque mi polla estaba rogando por el apretado agujero de Soobin. Probablemente. Me senté en mi trono, incómodo y enviando a los pecadores a su suerte. Yo no era particularmente indulgente dada mi erección. Con un compañero en mi vida, se suponía que tenía que ser más amable, menos inclinado a castigar, pero no me sentía diferente. Yo seriamente extrañaba mis colmillos sin embargo.

Cuando la última sentencia fue transmitida, rápidamente me puse en pie y de inmediato abrí un portal para regresar al castillo. La casa estaba en silencio cuando entré. Mis largas piernas hicieron progresos rápidos cuando hice mi camino por el pasillo. Yo lo quería una vez más, lo necesitaba, anhelaba. Era sorprendente cuan rápidamente me volví dependiente de tener a Soobin. Por otra parte, mi cabeza de abajo estaba pensando.

Entré en mi dormitorio, más que excitado mientras chasqueaba mis dedos y mi ropa desaparecía. Sin embargo, la habitación estaba vacía. ―¿Soobin? ―Levante una ceja. Él se había ido. Yo grité, el sonido haciendo eco a través de todo el reino. En un instante, me transporte a la sala principal, donde mi siervo principal merodeaba.

Al instante cayó de rodillas, la cabeza hacia abajo. ―¿En qué puedo ayudarlo, señor?

―¿Dónde está? ―El criado miró hacia arriba. Ni siquiera podía recordar su nombre. Él era relativamente nuevo aquí, y mis habilidades para hacer amigos eran obsoletas.

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