3. Piececitos de niño, azulosos de frío

3.7K 450 61
                                    

A pesar de estar en la cocina, esperando los platillos para entregarlos a los comensales, la música clásica retumbaba en su oído como una abeja quisquillosa. Las manos le dolían, esa mañana había planchado alrededor de cincuenta prendas entre camisetas de oficina, vestidos, pantalones, pijamas y faldas largas.

El señor Baekhyun terminó de colocar sal al último platillo.

—El plato de la mesa seis está listo—avisó, contemplando los cortes rectos del pulpo.

Jimin se encargó de entregarlo, la joven le agradeció con un leve sonrojo, de hecho, estaba acostumbrándose a verla seguido, por lo menos una vez a la semana, la desconocida, que tiempo después se presentó como Kim Bora, acudía al restaurante sola.

En la mesa siguiente, esperaba otro comensal, el hombre revisaba la carta con seriedad, como si fuera a elegir la última comida de su vida.

Imanalla, Hyunjin ¿Imanallatak kanki?

—Alli chishi, allimi kani ¿Wawkika?

Jimin pestañeó, confundido. Ahora el hombre tenía compañía, pudo escuchar un par de palabras de la conversación, más no logró descifrar el idioma.

Hizo una pequeña inclinación y se retiró de la mesa de Bora. Regresando a la cocina, Natouch le hizo ademán para que le siguiera a la habitación donde reposaban las botellas de vino.

¿Él estaba asustado? ¿preocupado? ¿desesperado? Estaba inquieto.

—Jimin, sé que tu turno termina en unos minutos, pero acabo de recibir una llamada de mi hermana, su hija, mi querida Lía está en el hospital, tal parece que la van a operar del apéndice, necesito, por favor— dijo con angustia. Tomó las manos de Jimin—, necesito que cubras mi horas.

La desesperación y miedo de Natouch fueron transmitidas a Jimin, las manos temblorosas de su compañero hicieron que su corazón se estrujara. 

—Está bien, Natouch—tomó el control de sus manos y las apretó con delicadeza, tranquilizando—. Cálmate, todo estará bien, ve al hospital.

—Gracias, Jimin. Te lo agradezco—la gratitud en su mirada fue más que suficiente.

Por más cansado que estuviera, por más que su cuerpo pidiera una ducha y caer como una roca sobre su cama, debía echarle una mano a su compañero, Natouch estaba trabajando bajo seguimiento de la gerente, ya tenía varias faltas y había sido advertido, si se ausentaba o dejaba su puesto de trabajo sin un justificativo válido, como las anteriores veces, sería despedido.

Cuando fue el cambio de personal, Jimin tuvo que explicarle la situación al señor Baekhyun, él le prometió guardar silencio. Para ese momento, la música del restaurante se mezclaba con el bullicio proveniente del evento que se estaba llevando a cabo al frente del local. La electrónica y la música clásica debían ser primas hermanas lejanas porque era un completo horror escucharlas al mismo tiempo.

—Jimin, la mesa siete quiere pedir otro platillo, ¿puedes ir a tomar la orden?—dijo Dana, una de las ayudantes de Baekhyun, si bien preguntó, eso había sido una orden.

—Enseguida—esbozó una sonrisa débil y salió de la cocina.

Reguló la postura y fue hasta la mesa número siete. La charla se notaba amena y algo que él odiaba, era interrumpir, irónico porque una de las cualidades secretas de un mesero era eso, cortar el ambiente. Sin embargo, estaba agradecido de haber sido aceptado, se encontraba más que feliz de trabajar en un buen ambiente laboral, a diferencia del trabajo de la mañana.

—Herbata.

—¡Piwo!

¿Cuántos idiomas sabían hablar?

Taipán (YM)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora