Inconvenientes

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Después de su primer encuentro, ese hombre de cabello blanco regresó una semana después con varias bolsas llenas de comida y se quedó con ellos un par de días.

Bueno, en su mayoría eran dulces, pero cuando Megumi y Tsumiki  le hicieron saber el poco valor nutrimental que aquello tenía, les dijo que la intención era lo que importaba y sonrió de esa manera idiota que lo hacía parecer un altanero.

A Megumi no le gustaba nada ese hombre. Aunque dudaba que fuera un hombre si se comportaba peor que un crío, a Megumi seguía sin gustarle. Sin embargo, a Tsumiki parecía agradarle.

Gojo Satoru era una figura extraña dentro del pequeño y destartalado departamento de los niños. No pertenecía a ese lugar. Megumi lo podía decir por la ropa y los lentes que usaba. Si bien no sabía sobre moda, de cualquier manera se notaba que su ropa era cara. Solo era un rico engreído que en cualquier momento se largaría y los abandonaría.

Sin embargo, Megumi se equivocó, y con el pasar de los días, se volvió común verlo en algunas ocasiones cuando llegaba de la escuela.

Fue después de casi un mes conviviendo con los pequeños que Gojo se encontró con su primer obstáculo como guardián.

Comenzaba a hacerse costumbre el quedarse con los niños cada vez que podía. Le daban la escusa perfecta para ignorar un poco a los altos mandos y demostrar que podía ser "responsable."

Abrió el departamento con la copia de la llave que tenía y se encontró con una peculiar escena: la pequeña Tsumiki persiguiendo a un semidesnudo Megumi por la pequeña salita. El niño tenía el ceño fruncido, una curita en una de sus mejillas y un moretón en uno de sus costados.

Los ojos de Tsumiki se iluminaron al ver a su tutor adolescente y lo hicieron olvidar rápidamente de preguntar sobre las heridas del pequeño.

—¡Gojo-san!

—Ey, ¿qué es lo que sucede aquí? —preguntó con curiosidad, al tiempo que se sacaba sus zapatos y cerraba la puerta a su espalda.

—¡Megumi no quiere bañarse! —acusó la niña.

Megumi la miró con reproche y luego soltó un sonidito de su garganta que sonó como un gruñidito molesto.

Gojo se bajó un poco los lentes para ver al pequeño a los ojos. No quería ponerse idiota, pero un escalofrío lo recorrió cuando se encontró con la frívola mirada del menor, muy similar a la de... No. "Él" ya estaba muerto. Megumi no era "él."

Una sonrisita burlona se pintó en los labios de Satoru antes de aparecer en menos de un segundo justo a un lado de Megumi para tomarlo en brazos y comenzar a caminar con él en dirección al baño. Pero la cosa no fue tan sencilla como creyó.

—¡No! —gritó el niño y posteriormente comenzó a retorcerse como un gusano sobre brazas.

—¡Quédate quieto, mocoso apestoso! —masculló Satoru cuando el pequeño estuvo a punto de caerse de cabeza de sus brazos.

—¡No soy apestoso!

—¡Si no te bañas eres un puerco! —replicó Satoru a modo de burla.

Luego de eso, algo inesperado pasó. Gojo de verdad no lo vió venir. Fue apenas una distracción de un milisegundo que Megumi aprovechó demasiado bien.

El niño repentinamente se prendió de la mejilla de Satoru y luego sin más lo mordió en la misma con tal fuerza que lo hizo soltar un chillido sorprendido y dejando caer al niño al mismo tiempo, pero antes de que este tocara el suelo lo logró tomar de una de sus piernitas.

Megumi quedó colgando de cabeza mientras Tsumiki gritaba un par de cosas que sonaban a "grosero" y "discúlpate," palabras a las cuales él no hizo caso.

Papá Toru//One shots Donde viven las historias. Descúbrelo ahora