0:01. INTERLUDE: ABI⛓

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Estaba muerta, todas mis articulaciones pedían a gritos un descanso, pero el proyecto merecía la pena. Había utilizado toda la madrugada para terminar la presentación y desarrollar la última etapa del prototipo. No podía fallarle a Rach y Marie, así que lo había apostado todo al precio de tener unas ojeras dignas de un mapache.

Solo pude dormitar una hora mientras decidía qué ponerme para la presentación de la próxima mañana. Aun no me lo creía. De todas las propuestas para restaurar y ampliar el mayor centro comercial de Gangnam la nuestra había sido aceptada. No podía decepcionar al equipo y mucho menos a mi jefe el señor Choi.

—Creo que algo gris me favorecerá.

Le hice una señal de aprobación al espejo de mi vestidor y sin más me encaminé al área de la ropa de ese color. Sé que suena ridículo y un tanto clasista tener un vestidor semejante a una mini tienda de marca pero como decía Rachel nadie pide nacer con su familia y a mí me había tocado ser la hija única de Arthur Kim, el jefe de la industria inmobiliaria en Corea del Sur en los últimos doce años, por así decirlo.

Había vivido hasta los dos años en Inglaterra, donde mi progenitor había nacido producto de un padre coreano y una inglesa. Mi madre era de Seúl y cuando yo tenía cinco había fallecido víctima de un accidente de coche intentando protegerme. Desde entonces mi padre se había obsesionado con mi seguridad.

Cuando tuve edad para ir a la escuela contrataron una instructora privada, ya vivíamos en esta casa para aquel entonces. No supe lo que fue una vida estudiantil normal hasta la secundaria y creo que tendré que agradecerle a Jungkook por eso, aun cuando me cueste admitirlo, a veces es preferible tenerlo como mi sombra a estar encerrada a cal y canto en la mansión.

Termino de elegir el conjunto que vestiré decantándome por unos pantalones a juego con un blazer color gris metálico. Ha comenzado el invierno así que un suéter cuello de tortuga en blanco me vendrá perfecto.

Como accesorios pretendo usar los pendientes que me regalara papá en mi cumpleaños anterior junto con un colgante cuyo dije tiene forma de media luna. Los zapatos obviamente serán tacones del mismo color gris que el pantalón y el blazer.

Cuando termino, coloco el outfit sobre el biombo que se encuentra en medio del vestidor y decido iniciar mi rutina de cuidado de la piel antes de tomar una ducha caliente a falta de tiempo para un baño de espuma. Ya haré eso cuando regrese de la presentación, digo si todo sale como espero.

Tardo unas dos horas en alistarme. Esta vez, y como debo parecer profesional, opto por recoger mi cabello en un moño alto, dejando algunos mechones más largos desde el flequillo y detrás de las orejas.

Estoy comprobando que la documentación que debo presentar está en orden cuando la puerta de mi habitación se abre de golpe. No me hace falta preguntar para saber de quién se trata. Los pasos sobre la alfombra, seguido del tintineo de la bandeja con el desayuno me hacen confirmar que mi guardaespaldas está listo para soltarme uno de sus regaños mañaneros.

—Ya casi bajaba, solo me falta puntualizar los documentos en el ordenador…

Por una extraña razón tengo que detenerme más de la cuenta en él. Sigue siendo Jungkook a pesar de todo, y como un mal recuerdo el comentario de Marie la noche anterior regresa para descolocarme aun más.

No te has dado cuenta, o te empeñas en no hacerlo. Tu guardaespaldas está muy bien, para ser todo lo insoportable que tú dices.”

Una molesta sensación de inestabilidad me revuelve el estómago. Parpadeo para volver a concentrarme en la pantalla del ordenador. Por qué siento que la atmósfera es más pesada desde que llegó.

—¿Cuándo tengo que cargar la maqueta?

Por unos segundos no entiendo a qué se refiere, luego recuerdo que el diseño del nuevo centro comercial descansa como una mini isla sobre la mesa de mi escritorio.

—Lo llevaremos a la oficina de Marie—contesto sin devolverle la mirada.

Segundos después el ordenador se escapa de mis nerviosas manos. Estoy a punto de reñirle cuando coloca una bandeja sobre la mesa auxiliar donde estaba trabajando.

—Si no desayunas ni siquiera podrás comenzar…

Esta vez no puedo evitar mirarlo a la cara. Los rasguños de ayer lucen menos inflamados y para mi miseria interior tengo que darle la razón a la loca de Marie. Jungkook es demasiado guapo y elegante para ser solo alguien del servicio.

—¿Qué pasa? Yu Jin (nuestra ama de llaves), hizo esto especialmente para la arquitecta de los Kim ¿Por qué luces tan distraída hoy?

Él se acerca un poco más y puedo verme reflejada en sus grandes ojos color marrón. No sé por qué la incomodidad en mi estómago aumenta, quiero pensar con todas mis fuerzas que los latidos de mi corazón se deben a los nervios por la inminente presentación del proyecto y no por la sonrisa torcida de Jungkook y esa manía de morderse los labios donde termina el piercing en su boca.

—Estoy bien, debe ser estrés…

Quito la cobertura del platillo principal y luego tomo una servilleta. Desayuno a la francesa. Es toda una hazaña poder comer bajo la mirada atenta de Kook, quien siempre se niega a acompañarme solo para remarcar el abismo que hay entre nosotros. Me ha rechazado tantas veces que ya ni siquiera lo intento, pero por lo visto el temblor en mis manos y la torpeza de mis ademanes acaban por hacer que Jungkook se haga de una de las tazas del servicio y se sirva café. Es tal mi asombro que no duda en fruncir el ceño en mi dirección.

—¿Qué? ¿Tengo algo en el rostro y no me he dado cuenta?

No puedo evitar dejar escapar una risa nerviosa. Dios, por qué estoy haciendo esto. Siempre le pido que me acompañe y precisamente hoy…

—Y ahora te burlas de mí, eres increíble.

—Disculpa, es que se me hace tan extraño que por fin aceptes… No sé, por un segundo recordé a ese Jungkook que me gustaba tanto…

Lo último acaba de ponerle la guinda al pastel. El silencio incómodo que se instaura entre los dos así lo confirma. Demonios, Abigail, tú y esa manía de hablar estupideces cuando estás bajo presión.

—Quiero decir… ese niño con el que crecí, me refiero a que… bueno…

Mi pobre intento por salvar la dignidad se resume a la mirada grave de él. Esa mirada diseñada para silenciar a los demás y que me hace ver claramente que de aquel niño ya no queda nada. Y como si pudiera leerme la mente…

—Hace mucho que crecimos Abe. Termina tu desayuno, te esperaré en la cochera.

Cuando la puerta se cierra me doy cuenta que estaba conteniendo la respiración.

—No puede ser. A partir de ahora prometo no decir más idioteces… al menos no frente a él…

Le hablo a la soledad de mi habitación. Aunque no estoy muy segura de poder mantener mi propia promesa.

HOMEBOY

•HOMEBOY• DSOTS#¹with JKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora