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CHAPTER FIFTEEN ' MALA VIDA '
El dolor en su garganta era un eco de las horas de gritos que parecían haber arrancado parte de su ser.
Había gritado por largas horas, el dolor en su cuerpo era un recuerdo de un esfuerzo agotador que pensó terminaría acabando con ella, sus manos temblaban todavía aterrada. Gotas de sudor caían por su rostro, con el cabello desordenado lucía un desastre, sin embargo, John no se movió de su lado en ningún momento. Fueron horas extensas las cuales ninguno estaba dispuesto a repetir en su vida, el doctor los llamó a estar preparados para todo sin saber el estado certero de salud del bebé. El mundo de Rosalie se derrumbó en cosa de segundos, la noticia de su padre, el incierto futuro de su embarazo fue demasiado en cuestión de horas.
John solo era un apoyo, y eso le frustraba. No existía nada que él pudiera hacer para ayudar a Rose, la muerte de su suegro lo dejó atónito sin esperarse que poco después su esposa con su bebé también peligrasen. Aquel no era el primer parto que presenciaba, pero nunca había sentido tanto miedo como esa tarde, rezando desesperado por piedad de un ser divino que le extendiera una mano salvando las vidas de los que él amaba a cambio de lo que fuera.
En el momento en que vio a Rose sosteniendo a la pequeña niña entre sus brazos llenó su corazón. Las lágrimas en los ojos de Rosalie mostraban una mezcla de emociones, una rompiendo su corazón y otra, al ver a su hija junto a su pecho, inundándola de un amor incomparable.
── Es preciosa── susurró John acariciando la mejilla de su hija. Rose sonrió sin mostrar los dientes── Santo cielo, es igual a ti.
La sonrisa en el rostro de Rose fue un premio para él. A pesar del agobio, el hecho de compartir ese momento con su hija era un regalo que agradecía a Rose.
── Emily── dijo en voz baja, con cariño observando cada detalle de la piel rosada de la pequeña. John sonrió asintiendo, Emily Shelby.
── Suena perfecto── respondió él, dejando un beso en el cabello de su esposa. La calma después de la tormenta en esa habitación permitió que Emily durmiera, pero Rosalie se sentía abrumada por dentro.
Rosalie movía sus brazos despacio, acurrucando a Emily como si su hija se pudiera romper como un trozo de cristal. Notando su agotamiento, John tomó a su hija pidiéndole permiso a Rose comenzando a pasear a la bebé por el lugar, hace años no tenía un bebé en sus brazos y revivía recuerdos ahora con una mujer diferente. Rosalie observa a su esposo en silencio, la sonrisa en el rostro de él se le marcaba en las mejillas encontrando un poco de calma en la imagen de John sosteniendo con delicadeza a su hija. Solo se escuchaba a la bebé dejar salir dulces balbuceos que derritieron el corazón de su padre, Emily logró traer un poco de calma a la vida de Rosalie y John que olvidaron por unas cortas horas lo abrumadora que es la vida real.
