Existe un dicho
"Quién no conoce el pasado está condenado a repetirlo"
Mikey y Takemichi se darán cuenta de eso muy tarde, cuando su hijo de 16 años empieza a mostrar genuino interés en el mundo de las pandillas.
La paternidad no es fácil ¿Verdad?
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Viernes por la tarde. Las cosas debieron ir bien de hecho eso fue lo que creyó Takemichi pero no fue así. Se había confiado demasiado y ahora se encontraba en una encrucijada. Su pie tambaleante mientras sus manos temblaban ante los crecientes nervios que sentía. La taza en sus manos se movía y el líquido dentro de ella empezaba a salpicar fuera.
Su mirada apagada y su semblante preocupado le daban un aspecto terrible y bastante obvio para los demás sobre el estado en el que el hombre de cabellos oscuros se encontraba.
Takemichi debió saberlo.
Él debía saberlo pero aún así no lo hizo.
Era un pésimo padre.
La mano sobre su espalda lo hace reaccionar, Manjiro deja caricias sobre él tratando de consolarlo. Takemichi sabe que Manjiro está igual o peor que él pero también sabe que no puede sucumbir ante su preocupación y volverse una bola grumosa de ansiedad. Alguien de los dos debía mantener la cabeza fría y ese debería ser Manjiro. No había nadie mejor que él para esas situaciones.
Manjiro sabía fingir muy bien.
Y Takemichi lo sabía a la perfección.
El día en que sucederá una desgracia normalmente comienza como cualquier otro. El mundo continúa girando sobre su propio eje y la gente comúnmente continúa con su rutina diaria. Y es así como su día había comenzado. Con una mañana soleada y el delicioso desayuno sobre la mesa y sus dos chicos favoritos sentados degustando su comida. Mikey peleando en algunas ocasiones con su hijo y él tratando de fingir no ver nada de la pelea infantil entre su esposo e hijo.
Takemichi sentado frente a ellos da un sorbo a su té verde, sus preciosos ojos azules se clavan en la típica pelea matutina de padre e hijo. Los mechones rubios teñidos de Akihiro cubren la mitad de su rostro y el gorro de su suerter tapa la vista de casi todo su bonito y perfilado rostro.
Su hijo estaba justo en esa etapa de la rebeldía con tan solo 15 años Akihiro se aisló demasiado de las personas e inclusive de ellos. Siempre metido con la cabeza en el teléfono o computador y con sus audífonos en sus oídos con música en la mayoría de las ocasiones alta, perdido en su propio mundo.
Su mirada se pierde en el televisor que está en la cocina. Su pequeña casa sutil y acogedora solo cuenta con dos habitaciones la de él y su hijo. Un baño para tres personas que tienen que obligarse a compartir y establecer tiempos para estar dentro de él. Una pequeña cocina que era mezclada con el comedor y un salón donde se encontraba la sala principal siendo adornado por el juego de sala.
Las noticias matutinas eran algo común en las mañanas de su desayuno, ni siquiera la veían y solo se concentran en escuchar la información dada por los reporteros de su localidad aveces daban noticias nacionales de importacia o internacionales.