capitulo 4

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Profesora: Aida, ya que Lucía es nueva y os he sentado juntas me gustaría que le enseñaras toda la escuela. Para que se vaya acostumbrando. ¿De acuerdo?

Aida: si, ¿Pero cuánto tiempo tenemos?

Profesora: todo el que queráis, mientras no os quedéis después de todas las clases, claro.

Lucía: ¿Pero y que... que pasara con... con todo lo que digáis hoy? -Lucía- Estoy nerviosa y creo que se nota, voy a estar sola, por horas, porque por lo que vi desde la entrada este colegio es bastante grande, con Aida-.

Profesora: le diré a vuestros compañeros que os pasen los horarios, vuestras actividades y todo eso.


ucía: vale.

Aida: mira estas son todas las clases de 4 de eso, aquí 1ro y 2do de bachiller

Lucía: mhm...

Aida: en la planta en la que estamos solo hay esto, ¿Vamos hacia arriba o hacia abajo?

Lucia: Me da igual.

Aida: Pues vamos hacia arriba.

Hacia la derecha tenemos una biblioteca muy grande, hay bastantes butacas, estanterías, bueno, ya sabes, lo que tiene una biblioteca.

Lucía: Sí

Aida: Hacía la izquierda tenemos las clases de 2do de la ESO. No se porque tienen que estar arriba del todo, que rabia.

Lucía: mhm.

Aida: ¿Piensas decir algo aparte de si o mhm todo el rato?

-Lucía- Estoy nerviosa y no quiero que se me note, que le respondo yo ahora...-

Lucia: Perdón.

Aida: Ya, vamos para abajo que hay más.

Lucía: ¿Y esa puerta gris oxidada?

Aida: Has salido curiosa, veo. Por lo menos dices algo. Si subimos esta la azotea, ven.

-Lucía- Subimos por unas escaleras un poco largas y oscuras, me daba un poco de miedo pero bueno-.

Aida: ¡AAAAAAH!

-Lucía- Casi me deja sorda la tía-.

Lucía: ¿Qué coño?

Aida: Perdón, es que había una telaraña y odio las arañas.

Lucía: ah, no pasa nada.

-Lucía- Por fin acabamos las escaleras y estábamos en la azotea. No había nada o nadie estaba todo descubierto. Me acerqué hacia una punta para ver qué tan alto era, y de repente sentí que su mano cogía la mía con fuerza-.

Aida: Cuidado, que me da miedo que te caigas.

-Lucía- Me ruborize un poco y creo que lo noto porque ella también se puso roja, que mona-.

Aida: Bueno, vámonos de aquí que ni siquiera sé si podemos estar.

-Lucía- Bajamos por las escaleras cogidas de las manos aún. Pero cuando se dio cuenta me soltó-.

Siguió enseñándome todas las plantas y lo que había en ellas, cuando mire a un reloj que estaba colgado en la pared, me di cuenta de que ya casi eran las 11:30.

 

lucia y aidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora