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࿔Baúl del recuerdo༊
[La tragedia, invierno del 2004]

Los Wang salieron del vecindario dos días después. El camión de mudanzas ya se había llevado las pertenencias y, para cuando ellos llegasen a su hogar, las cosas ya tendrían que estar ahí.

Los amigos de Yibo fueron a despedirse de él y corrieron detrás del auto hasta que les fue imposible. El señor Wang sacó su mano por la ventanilla y les dijo "adiós". Su esposa, pidió a Yibo que se pusiera el cinturón de seguridad. Yibo obedeció.

Desde dos días atrás había estado distraído. No distraído de mala forma, sino como... Enamorado. No había dejado de pensar en el beso que Xiao Zhan le dio.
Había sido tan dulce, que incluso se acariciaba los labios cuando nadie le veía para recordar lo que sintió.

El invierno azotó contra el interior del auto cuando entraron a la autopista. El señor Wang encendió la calefacción por ratitos. El viaje estaba programado para hacerse casi doce horas de trayecto. Solo harían paradas  para ir al sanitario o comer en los restaurantes de paso.

Cuando pasaban por el distrito de Dazhuo, comenzó a caer una pequeña lluvia, que conforme avanzaban se convirtió en nieve.

—Cariño, deberíamos parar —dijo la mujer cuando la tormenta impedía la vista del camino —puede ser peligroso.

—Está bien, nos detendremos por Ankang. Esta zona no me da buena pinta.

Wang Yibo miró más adelante que un señalamiento que indicaba que Ankang estaba a doscientos kilómetros de distancia.

Yibo, aburrido de escuchar la "discusión", sacó su móvil. En el fondo de pantalla tenía una foto con Xiao Zhan. Tenía muchas ganas de enviarle un mensaje para decirle que el beso lo recordaría por mucho tiempo, pero no tenía ninguna rayita de señal.

—¡Debemos detenernos, Wang! —chilló la mujer. La nieve se estaba acumulando sobre la parrilla de los limpiadores.

Yibo iba a guardar el móvil cuando de pronto el señor Wang frenó con brusquedad por culpa de un animalejo que salió de la nada. La mochila de Yibo calló al suelo. El menor hizo una mueca y luego se desabochó el cinturón de seguridad para alcanzarla y levantarla. Al hacerlo, se encontró con el Hombre Araña de peluche que Xiao Zhan le había dado.

Sonrió. Apenas llevaban unas horas y ya lo extrañaba muchísimo.

Justo antes de reincorporarse a su lugar, sucedió la tragedia: fue un simple volantazo para esquivar otro animal que salió de la nada. Con el hielo sobre el asfalto, al auto le fue demasiado fácil derrapar.

Yibo escuchó el grito agudo de su mamá y el inútil intento por frenar. Wang Yibo salió expulsado del auto justo cuando sus padres y el vehículo cayeron al vacío.
Yibo se fracturó el cráneo, además de unas cuantas extremidades. Los señores Wang quedaron atrapados sobre una roca puntiaguda. El auto se balanceaba hacia enfrente y atrás, cualquier movimiento podría ser peligroso.

—¡Auxilio! —gritaba la mujer —¿Wang? ¿¡Wang!?

El hombre ya había muerto. Ella gritó aún más fuerte, sin medir la fuerza de sus pataletas. El auto nuevamente comenzó a balancearse hasta que finalmente cayó al frente, acabando con la vida de la mujer.

Horas más tarde llegaron los cuerpos de rescate. Al menor lo atendieron enseguida en cuánto sintieron el pulso. Wang Yibo fue trasladado al hospital de Dazhuo, ahí fue sometido a una cirugía de cranioplastia y después inducido al coma para que su cerebro y otros órganos se recuperan.

Sabía que te amaba [ZhanYi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora