Capítulo 11

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El día once fue vacío, y mis recuerdos son borrosos.

Era como si una parte de mí se hubiera marchado junto a Jihyo o como si, al morir, hubiera colocado un manto frente a mi rostro que no me permitía ver con claridad.

Me desperté, y recuerdo que sentía el cuerpo increíblemente pesado. Había decidido dormir sola, pues lo necesitaba, y Jeongyeon había dormido junto a Minari. Ella quería hablar con alguien, y en esos momentos yo no era buena escuchando.

Dormí abrazada a una de las camisetas de mi pequeña amiga, por cierto. No recuerdo si aún conservaba su olor, pero eso es lo que me parece y lo que me gustaría creer.

Sé que fui a comer solo porque mi estómago me lo pidió. No había cenado el día anterior, así que era entendible que mi organismo necesitará alimento.

Recuerdo que no llamé a nadie. La voz no me salía, y al sentirme como una muerta en vida solo podía concentrarme en lo pesado que mi cuerpo me parecía.

Me encargué de tomar todos los platos, y creo que lo más doloroso de todo aquello fue el ver que aún eran cinco.

Dejé el plato de Jihyo sobre el sofá en el que había muerto, esperando que saliera de su habitación haciendo una mala broma, pero eso nunca sucedió.

Momo, Mina y Jeongyeon llegaron poco después, y no se veían mejor que yo. Era como si el peso de la muerte fuera demasiado para ellas.

Jeongyeon no me besó en forma de saludo, y eso no me molestó. Sin embargo, me gustó sentirla a mi lado y sujetar mi mano.

Era bueno saber que ella sentía lo mismo que yo.

— Se llevaron su cuerpo a las fosas —Murmuró Momo. No estaba llorando. En realidad, su voz se escuchaba vacía—... Ni siquiera tendrá una sepultura. No tendrá una lápida a la cual Hyein y Sana le puedan hablar, y no guardarán sus cenizas en ninguna parte. Solo lanzarán su cuerpo a un agujero lleno de tierra y otros cuerpos...

Sus palabras me dolieron, pero no lloré. Supongo que mis lágrimas se habían agotado el día anterior.

— Esta cosa es un asco —Recuerdo que dijo Jeongyeon luego de unos segundos, refiriéndose a su alimento. No sé exactamente qué estábamos comiendo, pero creo que tenía razón.

— Seguramente Jihyo diría algo como "¡Por Dios, Jeongyeon! ¡Es la mejor comida que he tenido en mi vida!" y luego te quitaría el plato de las manos —Imité a mi pequeña amiga.

— Esa enana estaba completamente loca — dijo Momo con cierta nostalgia.

Creo que Mina asintió, dándonos a entender que ella estaba de acuerdo.

— No soy una monja —Me burlé mientras imitaba la típica pose e, incluso, la voz de mi amiga— ¡Mírame! ¡Tengo una hija!

— Sana es perfecta —Esta vez era Jeongyeon, y si bien su rostro mostraba una débil sonrisa, sus ojos estaban oscurecidos—. Los ojos de Sana, el cabello de Sana, la voz de Sana, la altura de Sana, todo de Sana... Estoy enamorada.

Todas reímos ante esto, y no creo que haya sido cruel.

Sí, Jihyo había muerto solo un día atrás y no parecía que respetáramos el luto, pero estábamos intentando sobrellevar su partida de la mejor forma que podíamos.

Además, creo que a ella le habría gustado vernos reír, incluso si el motivo de nuestras risas era ella.

— ¡Por el poder de Hyosus! —Gritó Momo luego de un par de bromas. Había colocado su mano sobre la cabeza de mi novia, quien cerró los ojos intentando contener sus tristes carcajadas— ¡Yo te exorcizo! ¡Fuera criatura del mal! ¡Fuera!

Virus Letal - 2yeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora