¿Arreglar las cosas o joderlas aún más? ¿Dónde está el límite?...
"Me hizo caso y volvió a beber de la taza. Era lo mejor para él y tenía mi promesa de cuidarlo en su universo. Era el desafío más grande de mi... Mis... Vidas... Pero también el más i...
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Despertador, una pasada por el baño, una ducha rápida.
— ¿Todo en orden? —, me pregunté—, todo en orden —, me respondí.
Miré la hora, otra vez. Respiré con la mitad de mi capacidad, eso era malo, pero intenté relajarme porque si YongHoon me encontraba nervioso no me dejaría ir. Lo volví a intentar un par de veces hasta que logré inflar mi pecho del todo.
Un té, unas tostadas con jamón y palta, un puñado de maní. ¿Estaba bien la ropa?, me volví a cambiar, algo más simple. Tenía un poco calor. Sonó el timbre, pero la puerta se abrió sola.
— ¿Cómo andamos, gordi?
— No me digas así, parecés mi novio.
—¿Cuál novio si no tenés?
— El que parecés, Hyung. Todo bien, vamos, vamos.
— Bueno, cuando tengas un novio que te diga gordi, te lo dejo de decir yo.
— Si tengo un novio no me va a decir gordi —dije con una risita tonta apareciendo en mi cara. Era tan bobo, me divertía. Abrí la puerta y salimos los dos, aunque él apenas entraba. Teníamos un viajecito... pero empezamos caminando casi por costumbre.
— Entonces no jodas, dejame decirte como quiera. Hablando de no novios...
— ¿Qué? —, me anticipé, si me iba a preguntar por quien yo creía que me iba a preguntar, no tenía nada para decir, apenas había pasado un día entre el lunes y ese miércoles.
— No sé, ¿pasó algo más?
— No, ni hablamos. Programación habitual, te dije.
— Las bolas, para mí está esperando que le hables porque es igual de orgulloso que vos.
— ¿Igual de...? ¿Qué me dijiste?
— Or-gu-llo-so, sí sos.
— Perdón, ¿vos no estabas en contra?
— Sí, pero bueno, drama es drama.
— ¡Hyung!, quiero estar tranquilo. Estuve pensando mucho y la verdad tenés razón, mejor mantenerme lejos de esa p-per-persona. Por suerte me la hace fácil.
— Hm, me parece bien, pero no te creo.
— Me sentí bien estando acompañado, eso es todo. Estaba muy acostumbrado a estar solo y, de pronto, me desperté con la misma persona varias veces... flashé, no sé. Ya fue.
— Bien, Jo, esa es la actitud. Me gusta, seguí así —dijo, y me extendió la mano para un apretón.
— ¿Gracias?
— ... pero no aflojes eh.
— No sé por qué lo decís. Voy a pedir un Uber.
Subimos al coche, estaba por comenzar el momento de realidad que yo, supuestamente, tenía tantas ganas de enfrentar. Sin embargo, mientras más nos acercábamos más me dolía la panza.
