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Capítulo 11: Un Pasado que Nunca se Desvanece

En la vida, siempre existe una razón por la cual no puedes liberarte del pasado. El pasado en sí no puede lastimarte, pero los recuerdos, esos sí te hieren emocionalmente. La sabiduría popular sostiene que el tiempo cura todas las heridas, y en parte es cierto. El tiempo puede sanar las heridas físicas, pero los sentimientos son inmunes a su influencia. El tiempo, a pesar de lo que se dice, no es tan poderoso como se le atribuye.

Todos tenemos la capacidad de viajar libremente al pasado a través de nuestros recuerdos. El tiempo avanza inexorablemente, curando las heridas físicas, pero los recuerdos permanecen, inalterados. Issei podría estar en un mundo completamente nuevo, con un cuerpo diferente, pero sigue siendo él mismo. Los recuerdos dolorosos y los traumas del pasado lo acechan constantemente. Es posible guardar esos recuerdos en lo más profundo de nuestra mente, pero nunca podemos borrarlos por completo. No importa cuánto deseemos olvidarlos, siempre resurgirán en algún momento.

A pesar de la apariencia de fortaleza que Issei muestra al mundo, en su interior sabe que no es tan fuerte como aparenta. Si bien se esfuerza por dejar atrás su pasado y concentrarse en el futuro, no puede escapar de las sombras de lo que fue su vida anterior. ¿Una nueva vida? ¿Una nueva identidad? Issei no cree en esas cosas, al menos no por completo.

Entre todos los recuerdos dolorosos que lo atormentan, uno se destaca en este momento: el amor. Siempre quiso borrar ese recuerdo, un recuerdo que solo le traía nostalgia y tristeza. La persona que consideraba especial estaba allí, como si lo estuviera esperando, pero Issei sabe que nunca podrá volver a verla.

Los recuerdos son precisamente eso, recuerdos, fragmentos de tiempo que ya pasaron. Un recuerdo feliz quedó atrás, mientras que ahora él se encuentra en el futuro. Pero, ¿por qué no intentar salvar a esa persona? La respuesta es simple para Issei. No necesita pensarlo demasiado. Intentar rescatar a alguien del pasado es inútil, porque incluso si lo lograra, esa persona sería otra, con el mismo nombre, apariencia y la misma historia.

En el pasado, Issei tuvo el poder de retroceder en el tiempo, y lo utilizó. Pero cuando descubrió la verdad, tuvo que enfrentar la cruda realidad de que nunca había salvado a la persona que tanto le importaba y amaba. Es cruel darse cuenta de que, sin importar cuán poderoso seas, no puedes cambiar ni controlar ciertos aspectos de la vida. Hay un dicho que reza: "La vida continúa, pero no retrocede". Los recuerdos son el pasado, y nacemos para avanzar, no para retroceder.

"¿Es realmente necesario experimentar estas emociones de nuevo?", se preguntó Issei en voz alta. "Es irónico, ¿verdad? Al principio pensé que el pasado no me afectaría, pero tengo miedo. Miedo de que las mismas cosas vuelvan a ocurrir".

Las lágrimas fluían sin control. Estaba inmerso en un conflicto interno, debatiendo si podía o no permitirse sentir esos sentimientos nuevamente. El miedo lo invadía; temía dañar a esa persona o lastimarse a sí mismo.

Draig, su compañero, no podía ofrecer consuelo. ¿Qué podía decir? Los sentimientos son dolorosos, especialmente cuando los recuerdos son tan nítidos.

Después de un tiempo, Issei logró calmarse y miró la hora. Solo faltaban tres horas para sus clases.

"La competición, ¿eh?", susurró.

Se preguntaba por qué esta vida le resultaba más como una lección sobre su pasado que una nueva oportunidad. No sentía que esto fuera una nueva vida; era como si estuviera destinado a superar su pasado.

"El amor... qué patético", se dijo a sí mismo mientras se enjugaba las lágrimas.

Se sentó en el suelo y meditó. Pasaron unos minutos, luego abrió los ojos, completamente renovado. La tristeza que se reflejaba en sus ojos antes ya no estaba. Ahora se sentía más tranquilo.

El Dragon InmortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora