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Capítulo 19: Batalla en el Umbral del Infierno

"¡Peleen, malditos bastardos! ¡Esta guerra es un reflejo de nuestro orgullo!", rugió una voz enojada y llena de autoridad, que resonó en medio del conflicto sangriento. Estaban en pleno campo de batalla, y el fragor de la guerra envolvía a los contendientes.

Era una guerra cruenta, una lucha encarnizada entre los demonios de la casa Yagyu y las terroríficas criaturas recién liberadas de su maldito sello, conocidas como los 'Devoradores de Sombras'. Estas abominaciones surgieron del encierro con sed de venganza y hambre insaciable. Habían permanecido ocultos, acumulando resentimiento durante siglos, y finalmente, la oportunidad de saciar su apetito destructivo había llegado.

Los demonios de la casa Yagyu no dudaron ni un instante al enterarse de que la puerta había sido quebrada. Su deber era custodio esa puerta, y ese propósito les había dado sentido a sus existencias a lo largo de generaciones. Fallar en esta tarea representaba una mancha indeleble en su honor y una herida que se abriría de por vida.

El líder de la familia Yagyu, un demonio imponente con siglos de sabiduría y poder, se encontraba al frente de su gente, infundiendo valor y determinación. Aunque el miedo acechaba en cada rincón de su ser, no podía permitirse mostrar debilidad ante sus seguidores. La responsabilidad pesaba sobre sus hombros, y su rostro, marcado por los eones, reflejaba la gravedad del momento.

El campo de batalla estaba impregnado con una sensación de inminente desastre, mientras los dos bandos chocaban con violencia. Los rugidos de los Devoradores de Sombras eran una sinfonía de pesadilla, y sus aullidos llenos de odio resonaban en el aire. Las llamas de la guerra y el poder mágico se entrelazaban en una danza macabra, tejiendo un tapiz de caos y destrucción.

Los demonios de la casa Yagyu estaban dispuestos a darlo todo en defensa de su legado y su honor. Sabían que esta batalla no solo era por la supervivencia, sino por la integridad de su familia y su linaje. En la penumbra de ese enfrentamiento apocalíptico, el destino de ambos bandos pendía de un hilo, y el mundo demoníaco temblaba bajo el peso de esta épica confrontación.

El líder, sintiendo la urgencia de la situación, no dejaba de instar a sus seguidores. "Malditos inútiles, usen esas espadas. ¡La espada es su única amiga en esta guerra! ¡No duden! ¡Arrásenlos por completo! Estos caídos no son más que una plaga en este mundo", su voz resonó de nuevo en medio de la guerra, revitalizando a sus tropas.

Los demonios de la casa Yagyu, al escuchar los gritos de su líder, redoblaron sus esfuerzos. Sus ojos reflejaban una determinación férrea mientras blandían sus espadas afiladas, cortando y aniquilando a las criaturas con ferocidad.

En medio de esta lucha titánica se encontraron Zack y su tío, Renjiro. Después de regresar a toda prisa tras presenciar la inevitable destrucción de la puerta, se apresuraron a dar la alarma a su líder. El líder, sin dudar ni un segundo, reunió a todos los miembros del clan para enfrentar la amenaza que se cernía sobre ellos.

Zack, en ese momento, presenció por primera vez a su padre preparándose para la guerra. A diferencia de su actitud indiferente y apática de antes, su padre abordó esta situación con seriedad y determinación. Era evidente que había asumido la gravedad del momento; esta ya no era una preocupación personal, sino un problema que afectaba a todo el clan. El líder estaba cumpliendo con su deber, protegiendo a su familia y guiándola en la batalla.

Renjiro detuvo una espada que se dirigía hacia Zack, quien estaba momentáneamente distraído por la caótica batalla, antes de acabar con la criatura en unos movimientos rápidos y precisos.

"No te distraigas, niño. Estás en medio de una guerra, y si te desvías solo por un segundo, te matarán", advirtió Renjiro con severidad.

"Lo sé, tío, es solo que..." Zack comenzó a explicarse.

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